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Helado D’Morón

Aproveché un escampado en estos días de lluvias para ir al Coppelia de la ciudad de Morón, al norte de la central provincia de Ciego de Ávila.

Por cierto, tan demorón es el helado que se derrite ante los ojos repletos de curiosidad de los consumidores. Imagínense que primero hay que hacer una cola afuera y otra dentro hasta llegar al mostrador, donde empieza a desbordarse la copa y no precisamente de helado.

Allí repercute como una especie de confabulación. La boleadora guiña un ojo, la dependienta le da un rápido pase de mano al alimento y la ración cae en el recipiente del cliente, quien pregunta: “¿Por fin, una o media bola?”.

“¡Compay, están apretando!”, exclamaba uno de los arrimados a la mesa. Y le sobraban razones, porque no se trataba solo de menor cantidad del producto servido al mismo precio, sino también de menos sabores y de ofertas, varios trabajadores conversando y nada más que una empleada despachando.

Esa ensalada de sinsabores no se corresponde con el esfuerzo que posibilitó restaurar la unidad Coopelia de la Ciudad del Gallo, donde se efectuó el pasado año el acto provincial por la efeméride del 26 de Julio.

No obstante, el sistema de venta al mostrador, desde el que la gente tiene que llevar la bandeja hasta las mesas para luego degustar el helado, nunca ha constituido un adecuado acto de cortesía para con los visitantes.

Múltiples razones poseen los moronenses de esta rama para mejorar su gestión en vísperas del 4 de febrero, Día del Trabajador del Comercio, la Gastronomía y los Servicios, y del 28 de enero, aniversario 79 de la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba.

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