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Vamos bien, Fidel

“—¿Voy bien, Camilo?”

“—Vas bien, Fidel” —fue la respuesta del aguerrido comandante.

El breve diálogo, surgido espontáneamente en medio del discurso del Comandante en Jefe el 8 de enero de 1959 en el campamento de Columbia, quedó registrado para la historia, y con el tiempo se convirtió en una confirmación, avalada por la confianza existente entre ambos, de que el rumbo elegido era el correcto.

El líder de la Revolución encaminó acertadamente su intervención aquella memorable noche ante el pueblo habanero.

No resultó un discurso triunfal, como quizás se esperaba por la recién conquistada victoria. Habló de la trascendencia del momento, de los peligros que podía enfrentar todavía la Revolución, de los desafíos que tenía por delante y alertó sobre el exceso de optimismo: “No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante todo sea más difícil”.

Y en aquella ocasión, al igual que lo hizo desde el primero de enero en los encuentros con las multitudes durante el trayecto de la Caravana de la Libertad, subrayó que el pueblo era el que había ganado la guerra, y dejó sentado un principio que mantuvo siempre inalterable: que el pueblo constituía el baluarte más firme del proceso de cambio histórico de la nación.

En medio de su intervención se produjo un hecho inesperado: tres palomas revolotearon alrededor de Fidel y una se posó en su hombro. Fue interpretado como un símbolo de la tan ansiada paz con libertad, justicia y derechos que nacía en ese enero. Lo curioso es que el suceso se repitió en el aniversario 30 de la entrada del Comandante en Jefe en La Habana, cuando le hablaba a la juventud y hoy pueden observarse estas aves posarse en las cercanías del monolito que guarda sus restos.

A 59 años de que la Caravana de la Libertad entrara a la capital cubana, cada uno de los agradecidos que lo acompañaron en la epopeya revolucionaria y aún lo sienten a su lado, podrían glosar el histórico diálogo con Camilo y convertirlo en otra pregunta, devenida examen de conciencia de cada cual respecto a su compromiso con la patria: ¿Vamos bien, Fidel?

La respuesta colectiva en casi seis décadas ha sido afirmativa, a pesar de los serios obstáculos para defender nuestro derecho a trabajar, crear y disfrutar de los beneficios de un sistema social que pone en el centro de su atención al ser humano.

Nos complace contar con un índice de baja mortalidad infantil comparable a los de los países más desarrollados y una expectativa de vida que va en aumento; que dispongamos de educación y salud gratuitas, que nuestros trabajadores cuenten con leyes que preserven sus derechos; que la presencia de la mujer en cargos de responsabilidad sea cada vez mayor; que exista tranquilidad ciudadana; que ante catástrofes naturales como el huracán que recientemente nos azotara, esté garantizada la ayuda del Estado que se esfuerza para que nadie quede desamparado; que contemos con un sistema electoral limpio y transparente que no se rige por el dinero, sino por el mérito y la capacidad, y que los documentos rectores de la vida nacional, antes de ser aprobados, sean sometidos a consulta popular y tomadas en cuenta las opiniones.

Pero como expresó el propio Fidel en otro aniversario de la victoria de enero, el futuro es más prolongado que el pasado y la satisfacción de lo conseguido hasta hoy no nos puede conducir al error de subestimar lo que nos queda por hacer en lo adelante.

Como se confirmó en la última sesión del Parlamento, los problemas que se han enfrentado en la actualización del modelo económico son más complejos y profundos de lo esperado.

Para avanzar se precisa entonces trabajar con eficiencia y eficacia, con el uso más racional de los recursos y la aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación, buscando soluciones a las carencias derivadas del persistente y recrudecido bloqueo estadounidense, sin olvidar el combate decidido a todo lo que conspire con la buena marcha de los planes trazados en cada lugar. Seguirán surgiendo dificultades, pero como siempre, las sabremos afrontar.

El Comandante en Jefe comparó al revolucionario con el corredor de un maratón en la olimpiada de la historia, en que las generaciones se suceden unas a otras. Somos herederos de los artífices del triunfo que dio comienzo al año 1959, como ellos fueron continuadores de los que iniciaron nuestras luchas emancipadoras en el siglo XIX. Hacer un mejor socialismo nos hará dignos de ese legado. En la medida que lo logremos podremos afirmar con convicción y orgullo: ¡Vamos bien, Fidel!

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