Icono del sitio Trabajadores

La Polémica: Deportistas cubanos por el mundo: ¿qué política seguir?

Ilustración: Yoan Figueredo

El fenómeno migratorio es creciente también entre nuestros atletas y entrenadores. Luego los vemos representando a otros países en lides de todo tipo, aunque no siempre son felices en esa condición, pues muchos declaran quererlo hacer por Cuba si se les permitiera. ¿Es posible? ¿Está pensando el INDER sobre este tema? Si quiere sumarse a esta sección escriba a nuestro correo electrónico.

• Los principios son inviolables

• ¿Nuevas reglas del juego? 

• Regresos y actualidad

 


Los principios son inviolables

Rudens Tembrás Aecia

Uno de los asuntos ferozmente manipulados en la actualidad es la relación que establecen las federaciones y comisiones nacionales de las distintas disciplinas con atletas que, ajenos a sus gestiones, viven o se desempeñan como profesionales en el exterior.

Las tendencias de esos análisis suelen calificar de “radicales”, “extremas” o “detenidas en el tiempo” las posturas de autoridades deportivas, desconociendo irrenunciables principios y las opciones que brinda hoy la política de contratación en el extranjeros.

El Inder, organismo rector en el ámbito de la cultura física y el deporte, ha insistido en los esfuerzos del país para formar deportistas de alto rendimiento comprometidos con el logro de notables resultados nacionales e internacionales, que proporcionen alegría, satisfacción y orgullo a nuestro pueblo.

Esa labor implica una inversión social de amplio espectro que justifica la defensa del derecho de Cuba sobre la formación de esos talentos, y la exigencia de que cumplan con el régimen de participación establecido como requisito esencial para integrar las selecciones nacionales y representar a la patria.

Tampoco debe soslayarse la máxima de que todos nuestros atletas deben gozar de iguales derechos y deberes, y estar comprometidos con el aporte a las federaciones que encauzaron su formación y los condujeron al estrellato o sus “puertas de entrada”.

Cabe recordar que el deporte cubano se ha desarrollado bajo el asedio del país más poderoso del planeta, Estados Unidos, cuyos Gobiernos han articulado estrategias subversivas para “drenar” los planteles nacionales y ocasionar perjuicios morales, económicos e ideológicos a nuestro movimiento atlético.

La gran trampa ha consistido en que cientos de prometedores muchachos, halados por los cantos de sirenas, jamás conquistaron la gloria soñada y vieron truncas sus carreras. No permitamos que unos pocos ejemplos de inusitada fortuna opaquen esta dura y cruel realidad.

Por esas razones sigue siendo inaceptable abandonar una misión o delegación en el exterior y esto constituye la peor falta que un integrante del movimiento deportivo cubano pueda cometer.

Ahora bien, para quienes emigraron legalmente, radican en el exterior por períodos de tiempo o compiten en ligas extranjeras por su cuenta, las oportunidades de integrar equipos Cuba pasan inevitablemente por el cumplimiento del régimen de participación aprobado, lo establecido en la política de contrataciones y los análisis casuísticos que se realizan desde el organismo central hasta las federaciones, comisiones y colectivos técnicos nacionales.

Los nuevos tiempos exigen nuevas ideas, pero sin renunciar a los principios. Aún resuena y ojalá por mucho tiempo aquella idea de Fidel: “No permitamos jamás que los traidores visiten después el país para exhibir los lujos obtenidos con la infamia. Culpémonos también a nosotros mismos”.


¿Nuevas reglas del juego? 

Joel García

El deporte cubano tiene muchos desafíos competitivos, morales y jurídicos a tono con las tendencias mundiales. Poco a poco, ganar una medalla a cualquier nivel, estar limpios de dopaje y regular las contrataciones de atletas y entrenadores son tan difíciles que es imposible cerrar los ojos y decir que todo está escrito o conquistado.

Durante los últimos Juegos Olímpicos, un fenómeno conocido creció a niveles inesperados y llamó la atención a periodistas y aficionados. Casi una veintena de cubanos, formados casi todos en la pirámide del alto rendimiento (escuelas de iniciación-equipos juveniles y selecciones nacionales) compitieron por 11 países y seis resultaron medallistas.

Entre ellos había quienes renunciaron a seguir con los equipos nacionales y abandonaron en una gira preparatoria, pero también emigrantes legales o nacidos en Cuba que se fueron con sus familias de pequeño.

¿Todos compitieron agradecidos por esas banderas o hubieran preferido hacerlo con nosotros? ¿Por qué no pudieron hacerlo aunque hubieran querido? ¿Debemos mantener la postura actual o pensar en nuevas reglas del juego a partir de que es creciente el fenómeno y no siempre está marcado por cuestiones políticas?

De sobra es conocido que para integrar un equipo nacional debe antes haber pasado por un sistema de competencias en el país, dígase específicamente eventos locales, que le hagan merecedor de llegar a vestir la franela de las cuatro letras.

Sin embargo, qué puede limitar la realización de convocatorias para aquellos deportistas cubanos que viven en el exterior y cumplen con la nueva política migratoria. Estamos hablando, como sucede ya en muchas naciones, específicamente subdesarrolladas, de torneos eliminatorios Cuba antes de una cita múltiple o campeonato mundial, cuyos ganadores tendrían el derecho de representarnos luego, siempre y cuando conquisten ese premio con sus resultados y desde ese momento acepten estar bajo las indicaciones de nuestros avezados técnicos.

El béisbol es tal vez la disciplina con más fuga de talentos en los últimos 10 años, pero no es el centro de este análisis. Luchadores, voleibolistas, saltadores, esgrimistas, polistas, baloncestistas, judocas, boxeadores, pesistas, por solo mencionar algunos, andan por el mundo deseosos de una oportunidad justa, pues su condición de emigrado no está reñida con el orgullo de celebrar una medalla en el lugar que los vio nacer.

El país ha dado pasos similares a esta propuesta con sectores tan estratégicos como los médicos. Orden y reglas del juego claras pueden valorarse por las autoridades deportivas. El tiempo lo exige.


Regresos y actualidad

Roberto M. López de Vivigo

La idea de esta polémica estaba sobre la mesa antes del reciente anuncio de nuevas medidas migratorias en el IV Encuentro de Cubanos Residentes en Estados Unidos. ¿Qué hacer con los deportistas cubanos que viven en el exterior? Responder a esta pregunta se incluye ahora con más fuerza en la agenda mediática.

“Permitir la entrada a Cuba de los ciudadanos cubanos que salieron ilegalmente del país, excepto aquellos que lo hicieron a través de la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo”, es uno de los cambios en la política migratoria cubana.

En la publicación Jit, del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), se aclaró “que no se incluyen a las personas que abandonaron misiones o delegaciones deportivas en el exterior. Para esos ciudadanos se mantiene lo dispuesto hasta ahora: no pueden regresar al país durante los ocho años siguientes a su salida”.

Si los atletas cumplen con las disposiciones anteriores o pidieron su liberación del deporte que practicaban y dejaron Cuba de forma legal, pueden entrar sin ningún tipo de restricción.

Con vistas a implementar en un futuro una política lo más abierta posible en cuanto a la reinserción de deportistas que residen en el exterior, podrían tomarse en cuenta los precedentes positivos del pítcher Norberto González y el vallista Dayron Robles.

Tras jugar dos temporadas en Italia y México sin la anuencia de la Federación Cubana de Béisbol, al lanzador cienfueguero se le permitió desempeñarse en la 55 Serie Nacional y llegó a integrar por su rendimiento la selección para el Premier 12.

Por su parte, el campeón olímpico de los 110 con vallas en Beijing 2008 reapareció ante su público en la edición 64 del Memorial Barrientos luego de cinco años sin competir en Cuba y hasta buscó su clasificación para la cita de los cinco aros de Río de Janeiro.

Sin conocer si algún otro deportista ha solicitado volver a representar a nuestro país en citas múltiples, continentales o mundiales, la política del INDER debiera centrarse en analizar cada caso y si no se han violado ninguno de los requerimientos explicados al inicio de este trabajo, darles la oportunidad de que se reincorporen y se ganen el derecho de integrar un equipo nacional.

Además, los atletas y entrenadores retirados que hoy no viven en Cuba podrían aportar su conocimiento con clínicas que pudieran rectorar el organismo deportivo.

Compartir...
Salir de la versión móvil