Crónicas en ruso: “Koniek tabarich”

Crónicas en ruso: “Koniek tabarich”

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Fotos: Del autor

Sochi, Rusia- Mientras escribo mis últimas líneas en Sochi pienso en un potaje, cocinado con la añoranza del regreso. Hoy llegaremos a nuestra Isla bella, donde prometo no quejarme más del calor, al menos, hasta que pueda comprarme un Split… ¡Caballero, que calor hay en Cuba!

Hace justo una semana comenzó esta inolvidable experiencia de representar a nuestro caimán rebelde en el XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que ha sonado y sonará en la historia de estos eventos por su organización, despliegue tecnológico, representatividad internacional, logística… Los rusos inflaron, pero un globo aerostático. O como diría El Vacán: ¡Se la comieron!

Llegamos con una temperatura agradable, que pasó a insoportable más rápido que Usaint Bolt.  Con ocho grados de temperatura, más de media delegación cubana parecía un ejército de robots de tela. Muy cerca de nosotros, dos ucranianos en chores caminaban en modo Varadero.

El primer día, sin quitarnos el cansancio del camino, experimenté dos contactos incoherentes entre sí: el primero, un grupo de Turquía, que al saber que éramos cubanos comenzaron a gritar: ¡Viva Cuba!, ¡Viva Fidel! y ¡Viva el Che Guevara! El segundo, tres georgios con una contentura sobregirada, que al detectarnos nos dijeron: “We want to dance Des-pa-ci-to whit cubans”, por sus muecas y gestos entendimos que querían bailar la canción Despacito con nosotros. A esa hora los “barajamos” ra-pi-di-to.

La diferencia de horas (siete) nos dio un “jab” en el rostro. Los primeros días parecíamos los antagónicos de Juan de los muertos. La comida rusa fue un gancho al estómago, literalmente. Descubrimos algo. La carne rusa no la hacen en Rusia, porque no la vimos pasar. Manera de comer hierbas, ensaladas, manzanas y peras (lo mejor). El plato fuerte lo resumo en una frase de un puertorriqueño: “Este pollo es una pelotica de ping pong”. Mi mamá es una niña de teta delante de los rusos estirando el pollo para la comida. Cogí una crisis estomacal, que para qué les cuento, y allí ninguna “tía” rusa de la cocina sabía sobar.

Impresionante fue la gala de inauguración. Ojalá la televisen en Cuba. Derroche en tecnología, luces, vestuarios, escenografía. Putin a 30 metros de los cubanos, dejando oficializado el Festival y le reconocida banda estadounidense One Republic cerrando con broche de rock.

Mientras estuve por Sochi me cambié el nombre y los apellidos. La bandera de mi credencial se convirtió en un signo de Pare. Así me lo hicieron saber rusos de dos pisos, españoles, turcos, srlilanqueses y azerís, cuando detenían mi paso y el del resto de la delegación, para soltar un “?Cuba?”, y acto seguido cerrar con broche de oro: “¡Fidel!”

Participar en el XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes me regaló una Sierra de motivos y un Moncada de razones para estar claro de que Fidel se ha multiplicado por Fidel, y el resultado ha sido el infinito.

Ejemplo perfecto es Artem Lepeshkin, quien lo dijo así, en perfecto ruso y traducido en perfecto español. Lo dijo delante de más de cien cubanos y unos cuantos extranjeros. Y nos impresionó, porque escucharlo fue una palmada de orgullo en el pecho y un jonronazo con lo que va después.

A sus 26 de años, este joven estudiante de la Universidad Estatal de Moscú, es un Fidelista de pura cepa, de esos que los cogen por el cuello y no chillan. No lo digo yo, lo dicen sus palabras: “Estoy muy feliz de que se hable de Fidel. Fidel hoy no pertenece a Cuba, pertenece al mundo. La Revolución Cubana cambió el orden establecido, y esto se debe en gran medida al Comandante. Su éxito hasta hoy está en haberlo elegido como guía”.

La figura de Ernesto Che Guevara, bandera de la izquierda juvenil mundial, anduvo abrazada a la de Fidel todo el tiempo.  Aleida Guevara, su hija, supo decodificar su ejemplo y tatuarlo en la acción de los cientos de jóvenes presentes en sus conferencias. La hija del Guerrillero Heroico recibió en Sochi la medalla por el centenario de la Revolución Socialista de Octubre de la mano de Gennady Zyuganov, primer secretario del Partido Comunista de la Federación Rusa.

El sistema educacional cubano se convirtió en protagonista del panel sobre los retos de la educación en el mundo, realizado en el Main Media Centre de Sochi, sede del Festival.

La sesión de debates e intercambio de experiencia estuvo dirigida por Viktor Antonovich Sadovnichy, rector de la Universidad Estatal de Moscú, y contó con la presencia del ministro de Educación Superior cubano, José Ramón Saborido, y autoridades educativas de otros países.

Estudiantes de varias regiones reconocieron en sus intervenciones la calidad y accesibilidad del sistema educacional cubano, en tiempos donde los jóvenes tienen cada vez más limitadas las oportunidades para acceder a la educación superior.

Al concluir el intercambió, se procedió a una firma de convenios y contratos entre la Universidad de Moscú y el Ministerio de Educación Superior de Cuba.

El imperialismo recibió cadena perpetua por un tribunal antimperialista, valga la redundancia. Por nuestro país fungió como demandante el eterno niño de Cuba Elián González, quien no pudo controlar las lágrimas en su intervención. Sus palabras fueron un látigo al Imperio.

“Violaron todo lo que es mi Patria, mis sentimientos, todo lo que era mi cultura”, sentenció Elián, quien expuso que estos atropellos sucedieron con la aprobación del gobierno de Estados Unidos. Asimismo añadió: “¡Nuestro crimen ha sido la soberanía! ¡La soberanía se conquistó, de verdad, en enero de 1959! ¡Nuestro crimen ha sido el socialismo!”.

El líder independentista puertorriqueño Oscar López Rivera fue uno de los invitados de lujo a la cita juvenil. Al llegar un amigo lo esperaba en el Main Media Centre de Sochi: su excompañero de prisión en Estados Unidos, Fernando González Llort, Héroe de la República de Cuba.

Abrazos y muchos flachs llovieron inmediatamente alrededor de ambos. Su rostro, tantas veces impreso en carteles para reclamar su liberación, se convirtió en un golpe de efecto inmediato. Jóvenes de todas partes le transmitieron, de una forma u otra, su agradecimiento por resistir y continuar su lucha.

Al intercambiar con la prensa cubana, Oscar López manifestó su agradecimiento al pueblo de la Mayor de las Antillas: “Mucho amor y agradecimiento por parte de todos los puertorriqueños que amamos la  justicia y la libertad, y que amamos a Cuba. En Puerto Rico hay mucho amor para Cuba. Quiero que el pueblo cubano se sienta seguro de que estaremos con él hasta el último suspiro”.

El destacado luchador confirmó a ¡ahora! en vivo desde Facebook, que estaría en Cuba y en Holguín, entre el 12 y el 26 de noviembre, acompañado por su hija y nieto. A propósito, exclamó: “Yo lo que quiero es abrazar al pueblo cubano”.

Este 20 de octubre la villa cubana se despertó con el Himno Nacional como hace 149 años Perucho desvelara a Cuba con un canto de guerra convertido en eternidad. La cultura de la Mayor de las Antillas festejó su día también en Rusia y el XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes se vistió de rumba, guayabera y dominó.

La delegación artística recibió las primeras felicitaciones, como representantes del concepto más concreto de la cultura, pero todos estuvimos de fiesta porque decir cultura cubana, es decir Patria, es decir lo nuestro.

Israel Rojas, del grupo Buena Fe, expresó que es un honor representar la obra que hace nuestro país lleno de músicos excelentes en el Festival, y sobretodo participar junto a delegados cubanos que proceden de la base, donde late la fortaleza de nuestra tierra.

En la Villa, un audio convirtió a la sede cubana en capital de la confraternización y delegados de todas partes llegaron hasta allí para compartir y bailar. Al ritmo de Arnaldo Rodríguez, Duany Ramos, Eduardo Sosa, Yulaysi Miranda o Annie Garcés la cultura y la música cubana desinhibieron, incluso, a los biolorusos más serios.

En Sochi le dimos brillo al orgullo de ser cubano, y no se trata de chovinismo barato ni autosuficiencia hueca. Tiene que ver con el símbolo de nuestra identidad para el resto del mundo. Desde aquel que te detiene para preguntarte por Compay Segundo, hasta la gran mayoría que ve en nuestras franjas azules y blancas un pedazo de tierra sinónimo de rebeldía, ejemplo y altruismo. Y, precisamente, la cultura cubana encierra todo eso.

Una experiencia hermosa y “exótica” (ya sabrán por qué), fue un intercambio con la delegación de la tierra de Ho Chi Min. A los vietnamitas le dijimos “chao” cuando nos fuimos, y no cuando llegamos. “Chao” significa Hola. Ironías del idioma. No es que les importara mucho, y menos después de bailar, o mejor brincar, junto a la delegación cubana, al ritmo de Gallo de Pelea y de  Em thông minh quá, que no entendimos, pero igual.

A socializar, de socio a socio, por el Socialismo que nos une, fue la iniciativa, incluida en el programa del XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Nos sobraban razones de hermandad histórica para responder a la invitación, que de Festival en Festival, siempre nos ha hecho este pueblo rebelde del sudoeste asiático.

Hasta un restaurant ruso, para degustar comida vietnamita, fuimos los más de 200 cubanos instalados en Sochi. Una mesa de por medio fue el pretexto para saltar más que Sotomayor y romper la barrera del idioma. Un inglés machucao,  a lo nais tu mitiu, y un arsenal de señas fueron suficientes para hacer de la amistad un lenguaje común.

La comida estuvo genial. El sabor exquisito, la presentación de los platos espectacular. Al finalizar, con la digestión mediante, una pregunta “cubana”: Hermano, ¿y qué le echaron a eso? La respuesta: Calne molía, especie y GUSANOOOO, que traducido al perfecto idioma científico es hypopta agavis, y así, sobretodo, suena y sabe mejor.

No hubo hechos excepcionales, salvo una barbilla partida de un guantanamero por estar patinando en la pista de hielo, un holguinero periodista que casi se baña agachado por no saber cómo se abría la ducha, y una habanera que tomó agua caliente hasta el último día, porque no se percató que la nevera estaba debajo de la cómoda.

La ciudad de Sochi es preciosa. Limpia como un salón quirúrgico. Su gente amante de Fidel y de Cuba. Es sus calles me encontré ladas y nivas “como los de aquí”. En sus tiendas y timbiriches hablé perfecto ruso para soltar un “ochen’ dorogoy”, (muy caro), frase clave para regatear.Más de 180 países estuvieron representados en el XIX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se celebró en la ciudad rusa de Sochi entre el 14 y el 22 de octubre. Allí, la juventud se multiplicó en muchos rostros; cada uno dibujando un mapa de idiosincrasias, gestos, idiomas… Y cada uno abrazando, al final, un mismo mapa. Nos vemos en el próximo, o quizás, ¿Nos vemos en el próximo? Al menos por esta vez, Koniek Tabarich.

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