A punta de lápiz

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Mario Miguel Correa Mak*

Para cada curso escolar, atendiendo a su importancia y responsabilidad social, la dirección del país destina cuantiosos recursos materiales y financieros con el objetivo de garantizar el pleno acceso, con todas las condiciones creadas, de los niños, adolescentes y jóvenes.

Al sector, considerado como una de las principales conquistas de la Revolución, se le asigna anualmente un mayor nivel del presupuesto; en el presente año con el 23 % del total aprobado para gastos de la actividad presupuestada, después de la Salud Pública y la Asistencia Social.

Cuando hablamos de presupuesto, ello implica tanto los gastos corrientes que la unidad presupuestada puede ejecutar —agrupados en partidas, elementos y subelementos— así como los ingresos que se deben entregar a las arcas del Estado.

En esta esfera, entre las partidas de más connotación se encuentran las que se dedican a las materias primas, los combustibles y lubricantes, la energía, gastos de personal y monetarios.

Obtener resultados superiores en la actividad docente-educativa a partir de la utilización adecuada del presupuesto depende en gran medida de la preparación, capacitación de los cuadros y trabajadores de las instituciones educacionales en los procesos de planificación, ejecución, control y liquidación presupuestaria.

Ello, precisamente, forma parte de las prioridades del Ministerio de Educación, así como la emisión de normativas, procedimientos y metodologías para su empleo racional.

Una acción de especial relevancia lo es la elaboración de las bases metodológicas para el cálculo del costo de formación por estudiante, lo cual permite a las instituciones —independientemente de las enseñanzas y regímenes de estudio— alcanzar un impacto beneficioso en la planificación y ejecución presupuestaria.

Entre los indicadores del proceso docente-educativo utilizados para medir el impacto en el orden cuantitativo en la ejecución del presupuesto se encuentran la promoción y retención escolar, la asistencia, la eficiencia en el ciclo, el ausentismo laboral, la cantidad de másteres y doctores, los artículos publicados en revistas referenciadas, los resultados y experiencias pedagógicas expuestas en eventos u otros espacios, y los porcientos de estudiantes presentados a exámenes de premio o para elevar las calificaciones.

Por la importancia de su control y ejecución eficiente es necesario continuar trabajando para incorporar la mayor cantidad de instituciones educacionales al análisis y control de la ejecución del presupuesto en vínculo con la gestión educacional.

Hoy —quizás como nunca antes— resulta imprescindible tener presentes las palabras del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, cuando en la clausura del IV período ordinario de la Asamblea Nacional del Poder Popular en el 2009 apuntó: “Estamos seguros de que sin afectar la calidad de la salud y la educación que se brinda gratuitamente a todos los ciudadanos, e incluso mejorándola, es posible reducir de modo apreciable los gastos”.

Sabias palabras que a punta de lápiz debemos cumplir en aras de aprovechar lo mejor posible los recursos de que disponemos y, por ende, el presupuesto que el Estado cubano coloca a disposición de un sector trascendente para el presente y el futuro de la nación.

* Metodólogo de la dirección de Economía, del Ministerio de Educación

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