Mujer, nombre de país

Mujer, nombre de país

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Las mujeres desempeñan un papel protagónico en la producción de alimentos. En la foto, una de las minindustrias de conservas establecidas en el municipio camagüeyano de Sierra de Cubitas. Foto: Otilio Rivero Delgado
Las mujeres desempeñan un papel protagónico en la producción de alimentos. En la foto, una de las minindustrias de conservas establecidas en el municipio camagüeyano de Sierra de Cubitas. Foto: Otilio Rivero Delgado

Unas cuantas fotos agolpadas en una pared de la sala muestran la familia que formó. “Esos son mis nietos, ya tengo seis. Así, chiquitos, me ayudan a trabajar en el campo. Para ellos es un juego, como lo fue para mí, pero así fue como me nació este amor por la tierra. Fíjate si es grande que ya tengo 60 años y aquí sigo sembrando comida”.

Blanca Rosa Pérez Hernández dice que a la tierra hay que quererla para que produzca. A diario intenta enseñárselo a su familia y a los más de 165 asociados que dirige en la Cooperativa de Créditos y Servicios Renato Guitart Rosell, ubicada en la periferia de la ciudad de Camagüey.

Ella es una de las más de 4 mil 200 campesinas que se insertaron en las brigadas FMC-Anap con el objetivo de fortalecer la producción de alimento e influir en la comunidad. “A mí esto me llegó por herencia”, explica. “Mis padres sembraban hortalizas y luego todos los hijos seguimos sus pasos en el mismo huerto intensivo de los Pérez, el primero que se declaró con esa condición en el país.

“En verdad esto es duro, pero yo nunca le he tenido miedo. Mi único ‘enemigo’ es el sol, y por él uso camisas, sombrero, y hasta me unto crema en la cara, así no tiene cómo ganarme”.

En las 97 fincas pertenecientes a la Renato Guitart se cuentan pocas mujeres a pie de surco, algo más de 30, pero en la junta directiva constituyen mayoría. Parece fórmula de éxito. “Cuando una llama a un campesino, enseguida encuentra respuestas positivas”, cuenta Blanca. “No sé si es por respeto hacia nosotras o por la forma en que los tratamos”.

El “secreto” está en el encanto femenino, dice Saray Muñoz Rosabal, una de esas asociadas que, además, lleva sobre sus hombros una finca.

“Allá en La Deseada no tenemos obreros, nada más trabajamos mi esposo, mi nuera y yo. Atendemos ocho hectáreas, y aunque alguna gente pudiera pensar que es demasiada tierra para nosotros, nos organizamos bien y salimos adelante. Es verdad que a veces son las nueve de la noche y todavía estamos con las botas puestas, pero es que para fomentar los cultivos varios, el ganado menor y los frutales hay que pegarse duro”.

Puntadas que unen

Son las cuatro de la madrugada y ya Carmen Soto González está en pie. Ese silencio que le regala el Centro Histórico de la ciudad de Camagüey la ayuda a crear nuevos proyectos en su máquina de coser Singer. Algunas canas rebeldes le ganan la batalla al tinte, el tiempo no le da chance para esas cosas. Sus manos muestran cicatrices de la batalla diaria con las agujas, pero son buenos recuerdos, dice.

“Ahora mi lucha es con la diabetes”, confiesa. “Pero al final, lo que ha hecho es darme más energía para apoyar a mis compañeras en el objetivo de hacer crecer Carsueño”. Este proyecto comunitario que dirige desde hace 15 años agrupa hoy a unas 130 personas, organizadas en varios talleres que “no solo enseñan a hacer muñecos, sino también los secretos de la costura.

“Al principio no pasábamos de unas cuantas mujeres interesadas en ayudar a los ancianos de una casa de abuelos, cosiéndoles ropas. Luego quisimos influir en un barrio complejo, pero al ver cómo cambiaba la vida de algunas mujeres, que estaban un poco descarriadas, pensamos en ir más allá.

“Es cierto que es mucho trabajo, pero no cansa. Aquí ayudamos a mucha gente y hemos logrado convertirnos en una opción ante la ausencia de juguetes más asequibles. Por eso no pararemos. Ahora tenemos una meta: editar libros didácticos y terapéuticos, hechos de tela solamente, para enseñar a los niños cosas como diferentes puntadas a través de juegos tradicionales, que se han ido perdiendo un poco con la llegada de las nuevas tecnologías”.

La base, la esencia

Tiene 76 años, pero una energía de veinteañera guía sus pasos. Rara vez sus vecinos la encuentran sentada y si lo hace, es para tomar un respiro y pensar en algún nuevo empeño que asumir.

Delia Fernández Martínez es desde hace poco tiempo secretaria del bloque 18 A de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), en la capital provincial. Pero desde hace casi 26 años ha cumplido diferentes funciones, porque “a mí todas las tareas de la Revolución me gustan”.

Foto: Otilio Rivero Delgado
Foto: Otilio Rivero Delgado

Sus primeros pasos los dio con apenas 14 años, colaborando en las campañas de vacunación antipolio y sumándose a las actividades de la FMC.

“Es que este trabajo es muy bonito. En el bloque había unas cuantas muchachitas sin trabajo, pero enseguida las motivé para que se adiestraran en los cursos que se imparten en la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia y hoy ya son peluqueras, secretarias, masajistas… Me alegra y reconforta mucho ver lo orgullosas que se sienten cuando las visitamos y reconocemos su dedicación.

“Es que hay que pensar en la mujer del barrio y en sus problemas. Con nuestras posibilidades estimulamos a las que salen adelante con detallitos, a veces pañitos de cocina, delantales, cosas artesanales pero útiles que hacemos nosotras mismas y que son muy agradecidas. Hay que estar inventando porque todavía queda mucho por hacer y la mujer siempre está en todo”.

Orgullo de ser mujer

Son mujeres. Creadoras. Resuelveproblemas. Son solo unas de las más de 290 mil 200 miembros de la FMC en la provincia de Camagüey. Fueron ellas quienes con su deseo de transformar la sociedad hicieron posible que, por primera vez, esta provincia fuera escogida como sede por los festejos nacionales por el 23 de agosto.

“Era una deuda que teníamos con nuestras federadas, pero lo logramos”, aclara orgullosa Anielka Fernández del Monte, secretaria de la FMC en el territorio. “Los resultados emulativos nos reconocen, pero aún queda mucho por hacer para que no nos vean solamente para las fiestas, sino como un elemento trascendental en la solución de problemáticas sociales.

“Tenemos programas diseñados para elevar la atención al adulto mayor, a la joven desvinculada, para guiar la convivencia familiar y evitar manifestaciones de abuso. Son proyectos que desarrollamos a través de la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, con el apoyo de más de 480 especialistas que trabajan de manera voluntaria.

“La Federación no es un lugar solo para mujeres, es una casa grande donde todos pueden aclarar dudas, reflexionar y ser orientados. La Federación es, en cierta forma, Cuba”.

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