Reino Unido ante el Brexit

Reino Unido ante el Brexit

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Foto: tomada de www.export.org.uk

 

El próximo lunes (17/7) se efectuará la segunda ronda de negociaciones entre Gran Bretaña y la Unión Europea (UE) para dar continuidad a la salida de ese país del proyecto integracionista. Las partes enfrentan el desafío de concretar acciones para llegar al 2019 con resultados favorables, una vez que han fijado las prioridades y el calendario de ese proceso popularizado como Brexit por los medios de comunicación.

Sin embargo, la incertidumbre sobre lo que podría suceder creció luego del fracaso de la primera ministra británica, Theresa May, quien llamó a  elecciones parlamentarias anticipadas y perdió la mayoría absoluta con que contaba allí. Tras ese “autogol” (como le calificó la prensa local), May formó Gobierno con los unionistas de Irlanda del Norte para sacar a flote su administración e intentar construir un acuerdo con el ente regional.

En esas circunstancias se conformaron tres grupos bilaterales de trabajo que deberán negociar compromisos financieros, derechos de los ciudadanos, comercio, y otros asuntos, como el futuro de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que continúa en la UE.

Los jefes de ambas delegaciones —Michel Barnier, de la UE, y David Davis, de Reino Unido— han mostrado interés en alcanzar un pacto de mutuo beneficio; no obstante, otro escenario aguarda.

¿Brexit “blando” o “duro”?

El Departamento del Tesoro británico analizó las posibles consecuencias del proceso negociador, que apuntan a una recesión a corto plazo. Según un estudio elaborado por la Asociación para los Mercados Financieros en Europa, Boston Consulting Group y Clifford Chance, el sector bancario del país se enfrenta a un impacto potencial de hasta 15 mil millones de euros, vinculado con los costes de reestructuración necesarios para establecer sucursales donde seguir operando en el Viejo Continente.

Por ello, Reino Unido espera conseguir un Brexit “blando”, que implicaría mantener lazos cercanos con la UE para facilitar las relaciones comerciales, aun cuando ya no formen parte del mercado único.

Para los anglosajones salir de ese mecanismo sería doblemente beneficioso, pues se eliminaría el libre movimiento de personas —que consideran un riesgo—, además de la unión aduanera que les impone aranceles comunes externos sobre bienes de otras naciones.  De ese modo, la quinta mayor economía del mundo tendría más libertad para instaurar sus propios convenios y podría reducir las cifras de inmigración, una de las promesas de May.

Ahora bien, si no se logra el acuerdo, la situación será bien distinta. Un Brexit “duro” afectaría a los trabajadores ingleses que residen en varios Estados europeos, así como a los provenientes de esos países instalados en las islas británicas, quienes se han mostrado preocupados por su estatus futuro.

Por otra parte, el intercambio económico con la UE tendría que realizarse de acuerdo a las normas de la Organización Mundial de Comercio; es decir, se aplicarían aranceles y otras restricciones comerciales que encarecerían las exportaciones de ambas partes y complicarían las formalidades aduaneras. El intercambio de vehículos, por ejemplo, supondría aranceles del 10 %; el de bebidas alcohólicas, el 19 %; y el de pescado, el 12 por ciento.

Barnier ha recordado a Londres que la separación tiene un coste y ha insistido a los empresarios y a la sociedad civil sobre la necesidad de estar preparados.  Pero tal decisión no solo afectará a Gran Bretaña. El proyecto integracionista marcado por el desempleo, la crisis económica y de refugiados lo sabe. En medio de esa realidad, la incertidumbre y el forcejeo que implica un diálogo de este tipo, queda claro que ambas partes deberán ceder para llegar al 2019 con resultados favorables.


– En el referendo realizado el 23 de junio del 2016 la salida de la UE  se impuso frente a la opción de permanecer por un 4 por ciento.

– Reino Unido formará parte de la UE hasta el 2019, fecha en que deberá concluir el proceso negociador.

– Esta es la primera salida que tramita la UE.

– El término Brexit, utilizado por la prensa, es una abreviatura de dos palabras en inglés: Britain (Gran Bretaña) y exit (salida).

– Reino Unido se integró en 1973 a la Comunidad Económica Europea, instancia que 20 años más tarde se convertiría en la actual UE.

– Gran Bretaña nunca formó parte del acuerdo Schengen (libre movimiento de personas por los países miembros de la UE), si bien los ciudadanos del resto de la UE podían circular libremente por su territorio.

– Aunque sí disfrutó del mercado único, Reino Unido no adoptó el euro y mantuvo su propia moneda: libra esterlina.


 

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