Iraq, tumba de un califato fallido

Iraq, tumba de un califato fallido

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Foto: Hispan TV
Foto: Hispan TV

 

La total liberación de Mosul, al norte de Iraq, y la toma de la histórica  y semidestruida Gran Mezquita Al-Nuri por el ejército iraquí, constituyen un enorme descalabro militar para las hordas del falso Estado Islámico (EI) y su intención secesionista de convertir ese territorio en un califato, como allí lo proclamó en el 2014 el líder de la organización terrorista, Abu Bark- al Bagdadi.

Tras la reconquista de la segunda ciudad en importancia de Iraq, su  Ministerio de Defensa anunció que el casco antiguo de esa urbe u otras de sus zonas, ya no están bajo control del autodenominado EI, aunque permanecen reductos de sus integrantes, ocultos o infiltrados por los alrededores.

Otras informaciones de fuente militar dieron a conocer que cientos de insurgentes se rindieron o fueron capturados, mientras otros se dieron a la desbandada.

Hace 3 años las huestes del EI (Daesh en árabe), que alegan ser de confesión islámica sunnita, ocuparon y se atrincheraron en  Mosul, e implantaron y amedrentaron a su población civil con terribles métodos feudales de terrorismo, represión, torturas, ejecuciones sumarias, secuestros y violaciones, que han dejado un saldo de miles de muertos, heridos y refugiados.

En el aspecto económico, la pérdida de Mosul significa también para los cabecillas del EI la merma de cuantiosos ingresos obtenidos con  la ilícita venta en el mercado negro, fundamentalmente a empresas transnacionales, de la vasta producción petrolera de esa región, lo cual les proporcionaba cientos de millones de dólares para continuar sustentado la guerra de agresión y el pago a sus fuerzas mercenarias.

Según analistas militares el colapso sufrido por EI en Iraq, se debe al cercenamiento de sus suministros de armas y a los ataques propinados por la aviación iraquí y la de la coalición internacional comanda por Estados Unidos, que, paradójicamente, junto con aliados europeos, monarquías árabes e Israel, ha sido uno de los principales progenitores, protectores y fuentes de financiamiento de esta agrupación, un desprendimiento de la red Al Qaeda, fundada por Osama Bin Laden, agente de la CIA durante los años de la guerra sostenida por la Unión Soviética contra los talibanes en Afganistán.

Las tropas norteamericanas en unión con la de varios países occidentales invadieron y ocuparon a Iraq en marzo del año 2003, bajo el fementido pretexto de eliminar supuestas armas de destrucción masiva en poder del Gobierno del entonces presidente iraquí Saddam Hussein.

Aunque tales armas nunca fueron encontradas, el manipulado argumento de su existencia permitió la devastación del país, su infraestructura  socioeconómica. el derrocamiento y la ejecución del mandatario árabe y el control por las empresas transnacionales de las ricas reservas petroleras de Bagdad, verdadero objetivo de la ilegal, injusta e inmoral invasión.

A su retirada parcial de Iraq en el 2011, las  tropas invasoras dejaron tras sí un país devastado, empobrecido, caotizado, dividido por rivalidades políticas y confesionales, con un alto grado de ingobernabilidad, atentados terroristas y extrema violencia. Un000000 escenario y refugio propicio para EI y Al Nusra, enemigas del Gobierno chita del Nouri al Maliki, las cuales, además, operan en Siria, donde también están  siendo aniquiladas por las fuerzas armadas de ese país, con la asistencia militar de Rusia, Irán y las milicias libanesas de Hesbollah.

En pasado mes de junio el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU.  general Martin Dempsey, atribuyó la crisis iraquí a la actitud del Gobierno del premier al Maliki, por haber perdido el control de amplias zonas frente a la insurgencia extremista, situación hoy revertida militarmente por Iraq, con la recuperación de Mosul.

El desalojo y repliegue del Daesh en las ciudades sirias de Alepo y Palmira y de las ocupadas en Iraq, no significan que la organización ha sido definitivamente liquidada. Sus atentados terroristas se expanden no solo por países árabes, sino también de Europa, Asia y África del Norte, donde actúan sus fanáticos miembros. Para los centros de poder imperialistas estas bandas representan una útil  punta de lanza que continuarán utilizando en sus planes geopolíticos para el Oriente Medio. Aunque hipócritamente aleguen combatirlas.

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