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Por: Elaine Caballero
El año 1967 constituyó un pilar decisivo para el surgimiento de la nueva trova en Cuba, un género que ha cautivado, por generaciones, a millones de cubanos con melodías que instan a la reflexión, al diálogo inteligente, a buscar soluciones y hacer un llamado de alerta mediante la buena música.
“De la trova hay mucho que aprender”, expresó Laura Vilar en las palabras de bienvenida al evento teórico del Cubadisco en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc), donde se rindió tributo al medio siglo de la Canción Protesta. Para ello un grupo de especialista de la Casa de las Américas, entre los que se encontraba la musicóloga e investigadora María Elena Vinueza, disertaron sobre la impronta de este suceso.
Estela Bravo, Haydeé Santa María y Harold Gramatges, convocaron a un encuentro entre trovadores de diversas regiones para hacer un llamado de alerta sobre la situación mundial de aquellos momentos. Así surgió este hermoso encuentro que logró reunir a más de 50 cantores, los cuales venían a entender una realidad compleja: la Cuba revolucionaria de aquellos tiempos. Vinieron músicos del lejano Vietman, Uruguay, Chile, Estados Unidos, Francia, entre otros países, quienes se llevaron el cálido abrazo de nuestro pueblo. Fue el comienzo de una bella amistad entre aristas que duraría para siempre.
El símbolo escogido para representar aquel hecho, el cual tenía un marcado compromiso político y social y que se extendió a todos los rincones del país, fue una rosa que desprende de su tallo una gota de sangre, como sinónimo de resistencia ante el enemigo.
Una nueva forma de trovar surgió entonces, con figuras noveles de aquella época y que hoy son un ícono de este género. Hablo de Silvio Rdoríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Sara González, nombres indiscutibles si se quieres construir, desde la música, la historia de nuestro país.
