50 años de la Revista Tricontinental: resistir y avanzar

50 años de la Revista Tricontinental: resistir y avanzar

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Hassan Pérez Casabona⃰

Existen acontecimientos, procesos, instituciones, personalidades y obras humanas en general que desbordan todo intento por circunscribirlas a un campo determinado. Es tal la trascendencia que emana de ellas que su impacto solo puede aquilatarse si las asumimos desde una dimensión integral.

Cuando algunos de esos hechos o figuras arriban a un aniversario, la celebración va más allá del simple brindis por llegar a ese punto. La esencia del onomástico, o la aparición de un nuevo fruto, es motivo que compulsa a los involucrados de siempre y a los que se incorporan con ilusión a dichas empresas a continuar creciendo, en la medida que los propósitos que marcan su existencia se relanzan a planos superiores.

Ahí radica la vitalidad de un proyecto: saber refundarse reuniendo los nuevos saberes y hornadas de creadores, sin abandonar las ideas que acompañaron su alumbramiento. Esa postura es en sí misma reflejo del alcance de la travesía emprendida antes (y de los horizontes futuros) debido a que ilustra que los elementos que distinguen su despliegue no comulgan con las posiciones dogmáticas, sino que se alimentan de espíritu dialéctico, único modo de robustecer los asideros planteados en la apertura.

La revista Tricontinental es una de esas entidades de largo aliento, de imprescindible consulta a la hora de aproximarnos a un tiempo histórico. Dicho de otra manera: no se puede escribir la epopeya de las luchas revolucionarias libradas en las últimas décadas en el Tercer Mundo sin examinar sus páginas e ilustraciones. En ellas, joyas que necesitamos se socialicen con mayor intensidad, está contenida parte sustantiva del arduo bregar de los pueblos de Asia, África, América Latina y el Caribe, en su incesante forcejeo por emanciparse y ser protagonistas de su propio destino.

Está claro que una publicación como esta no es un manjar apetecible para los oligarcas que, sin escrúpulo alguno, expolian a trabajadores, campesinos, mujeres y jóvenes de todo el orbe, bajo la draconiana pretensión de incrementar sus riquezas.  Cada artículo incluido en sus tiradas no fue concebido como entretenimiento fatuo, ni como vía de escape para elevar el ego de quiénes los escribían. Esos trabajos, por el contrario, tienen como brújula la posibilidad de contribuir desde enfoques diversos -aportando argumentos y realizando propuestas concretas en muchos casos- a desenmascarar las argucias del imperialismo, condenando enérgicamente sus crímenes,  y a orientar a los vilipendiados de siempre en el afán de llevar adelante transformaciones que los coloquen en el centro del radar.

Esa es una peculiaridad de su proyecto editorial, enrolar en la ardua aventura que supone el combate por el mejoramiento humano, y en cimentar las bases de ese otro mundo mejor posible e impostergable, a personas de carne y hueso orgullosas de militar en el bando de los que fundan.

Entre los innumerables hechos imperecederos de los que se precian atesorar en sus archivos uno adquiere ribetes especiales: el mensaje [1] del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, donde expuso con pasión la idea de crear tantos Vietnam como fueran necesarios, justo cuando los hermanos asiáticos constituían el epicentro del combate universal contra el imperialismo rapaz que pretendía doblegarnos, amparados en la metralla y el napalm.

El pueblo de Ho Chi Min (por el cual los cubanos, emocionados ante la sintonía total con la certeza de Fidel de que por ese hermano país estábamos dispuestos a dar nuestra propia sangre) no se quebró y a sabiendas de lo que allí se dirimía, extrayendo energías de sus entrañas, le insufló la más aplastante derrota al adversario prepotente, que se sentía resguardado en sus aviones ultramodernos.

Más allá del síndrome que sacudió a la sociedad estadounidense (en época nefasta de una administración que decretó la supremacía de su moneda y que al final abandonó despavorida, como sus soldados en los campos asiáticos, el máximo puesto gubernamental) lo cierto es que el Tío Sam, con sus Rambos ensalzados por la factura hollywoodense como punta de lanza –siempre alineada con el Pentágono en presentar a sus militares como imbatibles, especie de remake del súper hombre que antes personificó el nazismo desde la óptica de Nietzche-  mordieron el polvo de la derrota ante los menudos seres humanos de ojos rasgados, empecinados (como alcanzaron después) en levantar de aquellas ruinas un Vietnam mil veces más hermoso.

Esas y otras historias tuvieron a la Tricontinental como ente difusor, especialmente en etapas donde las dictaduras se enseñoreaban en el Cono Sur, Centroamérica y otras latitudes, contra las generaciones que inspiradas en el triunfo de la Revolución Cubana y en la resistencia de los hermanos argelinos, ghaneses o sandinistas, soñaban con tomar el cielo por asalto y edificar relaciones donde el hombre no fuera lobo del prójimo.

Eran años donde sus páginas circulaban de mano en mano y despertaban encendidos debates. ¿Cuál era la vía idónea para hacer la revolución? ¿Qué equilibrio debía lograrse, a partir de las condiciones concretas de cada geografía, entre la lucha armada y las acciones dentro de los márgenes del sistema imperante? ¿Qué habrían hecho Marx, Engels, Lenin o Gramsci en condiciones similares? ¿Cómo interpretar, sin atrincheramientos ni rigidez, El Capital, El Estado y la Revolución, Cuadernos desde la cárcel o La historia me absolverá? ¿Sobre qué bases fomentar las alianzas? ¿Era posible vencer a los explotadores sin un partido de vanguardia que vertebrara la lucha? ¿Cuáles serían los derroteros a transitar una vez conseguido el poder político? ¿En la nueva sociedad qué papel le correspondería a las instituciones? ¿Cómo superar los lastres de ese estado burgués? ¿De qué pilares, a lo interno y en el plano foráneo, era imprescindible asirse en el período de transición hacia una sociedad superior? ¿Cómo llevar a vías de hecho que la unidad  era la clave para obtener la victoria? ¿Qué enseñanzas, analizando ese proceso sin cortapisa de ninguna clase, había que extraer de la experiencia chilena? ¿Cuánto dañó al movimiento revolucionario mundial la división, por ejemplo, entre pro chinos y pro soviéticos?, y un sinfín de interrogantes movilizaban a lo mejor de la juventud planetaria en pos de perfilar los ideales en torno a los que se nucleaban.

No eran disquisiciones estériles, pues para responder cada pregunta era preciso incluso estar dispuesto a entregar la vida misma. Las bofetadas en las mejillas ajenas resonaban como en las propias y el tableteo de las ametralladoras era asumido como posibilidad de construir caminos sin las ataduras del pasado. La Era, en otras palabras, paría un corazón que cobraba cuerpo en el hombre nuevo que el Che y su destacamento encarnaban con hidalguía, al tiempo que la Mayor de las Antillas confirmaba que era mejor hundirse en el mar antes que traicionar la gloria vivida.

Esa poesía, la de asegurar que se pisarían nuevamente las calles de un Santiago otrora ensangrentado para llorar por las ausentes en una vieja plaza liberada, o que el tiempo estaba del lado de los pequeños (teniendo la lírica y el ejemplo impresionante de Roque Dalton como bujía) fue captada, recreada y divulgada por la Tricontinental, con el entusiasmo y el compromiso de comprender la valía de ese quehacer, en la línea de impedir que quienes robaron nuestras riquezas, abriéndonos las venas, prosiguieran esquilmándonos.

Del heroísmo de Camilo Torres, Carlos Fonseca Amador y Francisco Caamaño a la denuncia de los asesinatos perpetrados por los Pinochet, Stroonger, Videla y compañía, pasando por la mirada a la obra inmortal de Patricio Lumumba, Martin Luther King, Omar Torrijos y Samora Machel la revista tomó partido en cada momento definitorio de estos tiempos.

De la solidaridad con el pueblo puertorriqueño, exigiendo el cierre de las instalaciones militares en Vieques y el derecho a ser libres de la tierra de Hostos y Albizu Campos, a la batalla por el regreso de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos, transitando por el respaldo a la causa palestina, a Luis Corbalán y  Angela Davies; la liberación de Nelson Mandela y el cese del apartheid, las principales resistencias globales, en las barricadas, fábricas, y comunidades -ora con el fusil ora con la pluma- encontraron resonancia en los apuntes de dicha publicación, convertida ella misma en faro para no dejar morir las esperanzas.

“El problema no está en las mentiras que los medios de comunicación dominantes dicen. Lo que debemos pensar hoy es cómo decimos y difundimos nosotros la verdad”

Fidel Castro Ruz

En uno de los salones de la Tribuna Antiimperialista José Martí, inaugurada el 3 de abril del año 2000 con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro -a propósito de la presencia de más de cinco mil delegados de la región que intervenían en el XII Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes, convocado por la Organización Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE)- se efectuó en la mañana del viernes 12 de mayo el lanzamiento del número 183 de la revista Tricontinental, tomando como lei motiv el medio siglo de existencia de este empeño.

El periodista Santiago Rony Feliú, a nombre de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), dio la bienvenida a las asistentes a la actividad (18 países representados) entre los cuales se encontraban miembros del cuerpo diplomático acreditado en La Habana. De la propia autoría de Feliú se estrenó el video clip “Si de tanto soñarte”, sobre la canción homónima del trovador Lázaro García, el cual es un homenaje a los fundadores y continuadores de las primeras 86 revistas Tricontinental, las cuales circularon hasta 1983 en un formato a manera de libro que todavía muchos recuerdan, así como se repuso el material audiovisual “El necio”, basado en la antológica canción de Silvio Rodríguez y que es un tributo al legado de Fidel, a partir de 90 fotografías tomadas por fotorreporteros de Prensa Latina en los 58 años de fundada la agencia.

El escritor peruano Jorge Luna, al frente del área de comunicación de la legendaria entidad noticiosa fundada por el Che y Jorge Ricardo Massetti, tuvo a su cargo las palabras introductorias a la presente edición en las cuales resaltó la significación del proyecto nacido el 16 de abril de 1967.

El destacado intelectual argentino Carlos Aznárez, director del semanario Resumen Latinoamericano, realizó una intervención especial en la cual se adentró en la complejidad del combate actual en su país y en el resto del hemisferio, a partir del envalentonamiento de las fuerzas derechistas por la llegada a la Casa Rosada de Mauricio Macri, la salida mediante un golpe de estado parlamentario de la presidenta constitucional  Dilma Roussef del Palacio de Planalto y del ascenso de la contrarrevolución escuálida dentro de la Asamblea Nacional  venezolana.

“No podemos desanimarnos. Hay que resistir y avanzar en cualquier escenario, conscientes de que nos asiste la razón. Cada proceso electoral que se desarrolle nos involucra a todos. De ahí la importancia de la victoria de Daniel Ortega en Nicaragua y de Lenin Moreno en Ecuador”.

Aznárez, quien se refirió también a lo que representó Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores a partir del 2 de febrero de 1999[2], explicó como los grandes emporios de la prensa se confabulan para sembrar matrices de opinión mediante las cuales demonizar los procesos democráticos que tienen lugar. “Debemos trabajar creando redes y espacios alternativos de información. Los que fuimos educados por ese inolvidable luchador que es Rodolfo Walsh sabemos que ello es posible, incluso en condiciones tan adversas como las que vivimos a mediados de los 70 durante la dictadura. Hay que abolir la idea de que se tiene una información “exclusiva”. Lo importante es la socialización sabiendo que las verdaderas fuentes son las personas que se movilizan”, añadió.

 “Hay que fomentar el uso de la inteligencia. Recordemos aquello que muchas veces decía Fidel: quieren desmantelarnos el aparato de pensar”

Abel Prieto

En esta ocasión aparecen quince artículos de autores de diferentes nacionalidades, tal como ha sido su sello. Fueron incluidos, “Medio siglo después”, de Ricardo Alarcón de Quesada; “Fidel Castro Ruz, artífice de la Conferencia Tricontinental” (Eduardo Delgado Bermúdez)[3]; “Claves del anticapitalismo y el antiimperialismo hoy” (Fernando Martínez Heredia); “El problema de la unidad en comunicación emancipadora” (Fernando Buen Abad); “Desde siempre en la mira del terrorismo mediático” (Carlos Aznárez); “Cuba en los medios: consenso informativo e intereses de clase” (José Manzaneda) y “La antipática Venezuela” (Yaifred Ron y Mauricio Rodríguez).

Asimismo el lector encontrará importantes reflexiones en: “El Salvador: guerra de cuarta generación y batalla de ideas” (Nidia Díaz y Raúl Llarul); “El montaje mediático contra Siria” (Pedro García Hernández); “La farandularización de la política” (Gabriela Montaño); “El rostro cambiante de la subversión” (Jorge Hernández Martínez)[4] y “Derrocamiento de Nkrumah: El retorno de la agenda neocolonial” (Kwesi Pratt).

De manera especial  accedemos a las entrevistas realizadas a Abel Prieto, “Lo principal hoy es detener el desánimo” (Alina Perera Robbio) y Martin Hilbert, “Obama y Trump usaron el Big Data para lavar cerebros” (Daniel Hopenhayn); el trabajo “Estímulo para continuar contribuyendo a un mundo mejor y más justo bajo la bandera de la OSPAAAL”, del líder africano San Nujoma[5] y la selección: “La batalla mediática en el pensamiento de Fidel”, con diversos pensamientos del invencible líder de la Revolución Cubana, además de los textos, “Al lector” y “Tricontinental en marcha”.

En el cierre de la actividad la compañera Lourdes Cervantes Vázquez, Secretaria General de la OSPAAAL, obsequió un ejemplar en DVD a los autores de los artículos publicados y a los miembros del Secretariado Ejecutivo de la OSPAAAL. Como parte de los homenajes, Lissette García, subdirectora de Bohemia (decana de las publicaciones latinoamericanas) entregó a Tricontinental un reconocimiento, al igual que Joel García, miembro de la presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

El autor es Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.

Notas

[1] El Mensaje a la Tricontinental, que en forma de artículo escribió el Che para publicarse en la futura revista de la OSPAAAL, apareció como Suplemento de esta el 16 de abril de 1967, al precipitarse el conocimiento público de su acción revolucionaria en territorio boliviano.

[2] En el  No. 145 de Resumen Latinoamericano, correspondiente a marzo del 2017, Aznárez escribió un emotivo trabajo sobre el líder bolivariano (Extrañando a Chávez) en el     que plantea: “Te extrañamos, Comandante, por tu vehemencia a la hora de enfrentar a tus (nuestros) enemigos, a quienes marcaste a fuego sin que te tiemble la mano ni la voz. A todos ellos los fuiste redescubriendo, poniéndolos sobre la superficie y mostrando su brutalidad y avaricia. Extrañamos, mientras nadamos en un mar de politiqueros mediocres y pusilánimes, aquel glorioso día que te aventuraste a  denunciar  en pleno corazón de las Naciones Unidas que por donde pasara Bush seguiría oliendo a azufre”.

[3] El embajador Delgado Bermúdez afirma: “La Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina se realizó del 3 al 15 de enero de 1966. (…) La trascendencia histórica estuvo dada, primero, porque se acordó una plataforma programática para la lucha contra el imperialismo y el neocolonialismo, la discriminación racial, el apartheid y el sionismo; segundo, por los vínculos que se establecieron entre las fuerzas de los tres continentes para llevar a cabo su lucha  y alcanzar los objetivos trazados; y tercero, por los mecanismos permanentes que se crearon para instrumentar los acuerdos, principalmente el Secretariado de la OSPAAAL con sede en La Habana”. (pp. 8-9).

[4] El politólogo antillano señala en su artículo que: “Las palabras de Fidel al clausurar la Tricontinental, como la convocatoria del Che en el Mensaje que se daría a conocer en abril de 1967, adquieren un valor renovado en plena era de la globalización neoliberal y de una dinámica contraofensiva imperialista, signada por el remozamiento de las modalidades de agresión que entonces se aplicaban contra los pueblos de los tres continentes antes mencionados, la acumulación de experiencias entre avances y retrocesos de las luchas progresistas  y de liberación nacional, crisis, declinaciones y recuperaciones de la hegemonía imperialista”. (p. 44).

[5] En su palabras de aceptación, en ocasión del otorgamiento de la Orden de la Solidaridad El Mehdi Ben Barka por la OSPAAAL, en acto solemne celebrado en el Memorial José Martí, de La Habana, el 30 de septiembre de 2016, el presidente fundador y padre de la nación Namibia expresó: “Consideramos que la existencia y fortaleza de este movimiento de pueblos estriba en su consistente determinación de estar firmemente del lado de la libertad, la autodeterminación y la justicia. Así, la OSPAAL debe continuar su trabajo con el mismo vigor, basada en sus principios de canalizar apoyo y promover la solidaridad entre los pueblos africanos, asiáticos y latinoamericanos, en los esfuerzos por reclamar sus derechos nacionales y humanos básicos para llevar adelante una vida digna en el mundo”. (p. 60).

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Un comentario en 50 años de la Revista Tricontinental: resistir y avanzar

  1. Estoy interesado en obtener la revista «Tricontinental» ejemplar nro. 3 de mayo y junio de 1968. Les agradeceria su colabora ion.

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