Ávalos, el salvador de locomotoras

Ávalos, el salvador de locomotoras

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Todavía Salvador Ávalos Armenteros tiene esa sensación de felicidad y orgullo que, según afirma, le durará por mucho tiempo, sobre todo, por el hecho de que fue el General de Ejército Raúl Castro Ruz quien le impuso la medalla que lo enaltece como Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Estaba nervioso. “Sentí que mi cuerpo temblaba, soy un guajiro en medio de tanta civilización”, confesó; sin embargo, cuando Raúl, de manera sencilla, inquirió: “¿Camagüeyano, de qué parte de la provincia eres?”; y él le respondió que criado en Florida, el dirigente cubano le comentó que ahí durante varios años había vivido una de sus tías.

Ávalos, el salvador de locomotoras
Con 74 años Salvador Ávalos continúa aportando. Foto: Tomada de edición web Radio Florida

Entonces lo sintió afable, sin distancias, y eso lo calmó. Quizás para Salvador, hombre de campo, no acostumbrado a los homenajes, este haya sido uno de los momentos más especiales de su vida, aunque en su expediente abundan medallas, reconocimientos y diplomas.

“Esa deferencia que tuvo conmigo no se me va a olvidar nunca, solo cuando la naturaleza venga y me diga: Ávalos, hace falta un pailero, y yo le pregunte: ¿Nos vamos para arriba, o nos vamos para abajo?”, alegó de manera jocosa.

Ser grande desde niño

Era todavía un muchacho cuando se enfrentó al rigor del trabajo, para poder ayudar a la familia. Recuerda que junto a un amigo, algo mayor que él, vendían mamoncillos. “Comprábamos la cosecha y era él quien se subía a las matas, que eran bien altas. Yo iba recogiéndolos y echándolos en un saco para después salir a la calle a ganar unos centavitos”.

En 1957, a los 14 años, se convirtió en obrero habitual, sin tener edad para laborar. “Ese amigo mío me llevó a la Tomatera. Estábamos haciendo la cola y el jefe lo vio y le dijo: ‘Papo, qué haces aquí, tú eres directo’. Y le contestó: ‘El problema es que vine con mi sobrino’.

“El hombre me miró —recordó Salvador— de los pies a la cabeza e inquirió a Papo: ‘¿No me estás mintiendo?’. Y ahí tuve mi primer empleo. Trabajábamos ocho horas y ganaba 25 centavos la hora”.

Estaba lejos de imaginar que su vida se vincularía de por siempre al sector ferroviario. “Fue después del triunfo de la Revolución, que empecé en el taller de locomotoras de vapor como ayudante, donde comencé a descubrir los secretos como pailero. Si hoy tengo el honor de hablar con usted y darle esta entrevista se lo debo netamente a la Revolución; comencé en esos trajines en 1969. Ahí me tocó ir a distintos centrales, en los que amplié mis conocimientos.

“A inicios de febrero de 1977, después de llegar las locomotoras diésel-hidráulicas procedentes de la antigua Unión Soviética, fui a trabajar a otro taller. Esos equipos son muy distintos de los anteriores y cuando sufrían un accidente, se desfiguraban.

“Precisamente, hubo un tren que se descarriló y las dos vigas centrales de la locomotora se deformaron. Hablaron conmigo y me preguntaron: ‘¿Tú crees que tenga salvación?’ y le contesté: Yo la salvo. “Pero tenían dudas y vinieron compañeros de más experiencia en los ferrocarriles. Ellos no coincidían en que se podría recuperar. Entonces, mi director me retó: ‘Ávalos, ¿qué tú dices?’

Pero había dado mi palabra y no me podía echar para atrás. Así que le respondí: ¡Yo la voy a salvar! No conformes, indagaron con el compañero de la sección técnica, quien les aseguró: ‘Si Ávalos dice que él la salva, así será’”.

No es hombre que se detenga ante obstáculos. De eso pueden dar fe sus compañeros del taller 60 Aniversario, en el municipio de Florida. “Teníamos como consigna que no podíamos dar de baja a ninguna locomotora”, comentó. Y así fue, logró lo prometido, reparó el equipo, y con tanta calidad que este pudo trasladar más coches que los que anteriormente conseguía.

El arte de un oficio

A este pailero, Vanguardia Nacional de la Asociación de Innovadores y Racionalizadores de Cuba (Anir) por 10 años consecutivos, no hay problema que se resista. Según cuenta, una de las primeras tareas realizadas en el taller fue con unas tolvas que venían de Japón. “Una de ellas se deformó, parece que por mala manipulación en el puerto. Me fijé en una que estaba en correcto estado. Empecé a hacer un garabato porque soy mal dibujante, en realidad lo que veo se me graba en la mente y de ahí cojo la herramienta y la empiezo a reparar. Cuando estuvo lista, le expresé al director, dígale al compañero que la trajo que venga a ver cómo quedó. El hombre se sorprendió porque estaba igualita a las demás, y me preguntó: ‘¿Qué arte usaste?’, y le dije: El arte que me gusta, mi oficio”.

Si algún joven quiere ser pailero, aquí estoy para enseñarlo, expresó el Héroe del Trabajo de la
República de Cuba, Salvador Ávalos Armenteros. Foto: César A. Rodríguez

 

Vanguardia Nacional por varios años consecutivos, en aquel tiempo en el Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros, el hoy afiliado del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos tiene entre sus condecoraciones la Orden Lázaro Peña de Primer, Segundo y Tercer Grados que otorga el Consejo de Estado. Se sorprende porque no ha trabajado para glorias, sino para servir a la Revolución —sin esperar nada a cambio—; a su familia y a su único hijo.

Aún con la emoción de haber estado en la tribuna presenciando el grandioso desfile por el Primero de Mayo, Salvador honró al colectivo de Trabajadores con su visita. Sencillo, como son los hombres grandes de nuestros campos, recordó que es la segunda vez que participa en un desfile de este tipo en la capital. “La primera fue en 1985 y aquello resultó tremendo. El de ahora fue muy impresionante, sobre todo, ver a tantos jóvenes. No había un solo hueco en su destacamento, era compacto. Digo que el futuro de la patria está asegurado.

“Nos toca, en nuestros centros de trabajo, ayudar a la juventud, enseñarlos. Soy pailero porque alguien me ayudó, y la mejor manera de retribuir esa enseñanza es apoyando a los jóvenes. Si alguno quiere ser pailero, aquí estoy yo para instruirlo”, aseguró.

Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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