El único hábito del Héroe de Calimete

El único hábito del Héroe de Calimete

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...
El operador A de máquinas herramienta  acondiciona una de las piezas esenciales para la próxima zafra azucarera.  Foto: Noryis
El operador A de máquinas herramienta acondiciona una de las piezas esenciales para la próxima zafra azucarera. Foto: Noryis

Manuel Merino Amador no imagina por qué senderos lo hubiese conducido la vida sin el Jesús Rabí, el antiguo ingenio Porfuerzas a unos metros de su casa, aquella cercanía que lo hacía lanzarse de la cama, escapársele a la madre, ir  por un jarro de la dulce bebida que luego supo llamaban guarapo.

Pero ahora lo sabe,  y la certeza le ilumina el rostro.  Su suerte estuvo allí, en haber nacido a los pies del central de Calimete, la fábrica de azúcar que lo convirtió, dice, en un hombre íntegro, en un obrero recto, en el Héroe del Trabajo de la República de Cuba que a sus 67 años sigue laborando para orgullo de él mismo y de la propia empresa.

En el taller de maquinado, considerado el corazón de cualquier ingenio, nadie como él para encontrar las medida exactas a cuchillas,  raspadores, bronces, esos precisos ajustes a piezas que mal reparadas  provocan pérdida de tiempo en los procesos fabriles.

“Yo le hago tanta falta al Rabí como él a mí, así que no sé cuándo me retiraré”, sonríe y se da unas palmaditas en el brazo derecho. “Vengo de una familia azucarera, lo traigo en la sangre. Mi padre,  Ramón,   fue el primero, un gallego de Lugo, en España, que vino a probar fortuna y terminó como jefe de vías y obra del Porfuerzas.

“Recuerdo las horas tratando de resolver los descarrilamientos de los trenes, noches enteras intentando lo imposible.  Su desvelo aún me conmueve. Y le agradezco ese espíritu recio que inculcó a sus nueve hijos, el valor de entregarse por completo en el lugar donde nos desempeñemos. Esa idea siempre repetida: el trabajo no mata”.

Merino se regocija de un hecho: Su padre, un hermano y él son del movimiento  Cincuentenarios del Azúcar. “Yo mismo llevo ya 54 años, porque comencé muy niño, a los 13. Había necesidad de manos de obra  y en la casa éramos demasiadas bocas,  así que me presenté… Iba a la secundaria en las mañanas y por las tardes al ingenio”.

Fue forjándose así, cree, su inclinación por la tornería, por cilindrar  aquellas piezas imprescindibles para el funcionamiento del central. Tuvo que conformarse, sin embargo, por comenzar como auxiliar de soldadura, especialidad ejercida hasta el llamado del Servicio Militar, “mi primera vez  lejos del Rabí”, un tiempo menos arriesgado que los 25 meses de lucha en Angola, la segunda y última separación.

De sus días combatiendo contra Jonas Savimbi, de las caravanas por Wambo, Menongue, de un montón de acciones bélicas, de sobrevivir a emboscadas  retornó con  la medalla de Combatiente Internacionalista de Primera Clase, una entre numerosas distinciones conquistadas desde el convencimiento que lo gobierna: “Que todos los días, todo salga como debe ser. A eso soy un adicto irremediable”.

No miente el merecedor de todas las órdenes Lárazo Peña, un honor que soporta, asegura, a base de ejemplo cotidiano. Como el legendario dirigente sindical, Merino tiene mucho de capitán, de un guía genuino, auténtico, cualidades que se  le adjudican.

Osdanis y Víctor agradecen el ejemplo y las enseñanzas de un hombre exigente por la calidad y rapidez de las reparaciones.  Foto: Noryis
Osdanis y Víctor agradecen el ejemplo y las enseñanzas de un hombre exigente por la calidad y rapidez de las reparaciones. Foto: Noryis

 

El ingeniero en procesos industriales, Víctor Palacio Rodríguez, se regocija por la constancia de su compañero del taller de maquinado. “Él no cambia. En 15 años que llevo aquí ha mantenido la misma preocupación porque las piezas salgan muy rápido y con calidad. Es un orgullo tenerlo al lado, por el respeto que inspira alguien que parece desconocer el cansancio”

Eliecer Alfonso, el joven director del Rabí, califica a Merino como un hombre de una disciplina impecable.  “Hay personas que no se proponen una meta y sin darse cuenta la obtienen, transitan ese camino sin saber hasta dónde lo conducirán. Eso ha sucedido con él, parte de la historia de este colectivo, un trabajador clave para el central. Cuando hay que dar el paso al frente, nadie lo dude, él será el primero y, si él responde, los demás lo siguen.

El director del Rabí y Merino analizan los daños que, lluvias como la de estos días, ocasionan el cumplimiento del plan de azúcar, meta que esperan alcanzar. Foto: Noryis
El director del Rabí y Merino analizan los daños que, lluvias como la de estos días, ocasionan el cumplimiento del plan de azúcar, meta que esperan alcanzar. Foto: Noryis

“Si la noticia de su elección como Héroe nos alegró, mayor impacto posee lo que ese galardón representa, en especial para la cantidad de empleados de poca edad que, con Merino presente, entienden mejor la envergadura de la tarea que nos toca. Él es la luz que enciende en cualquier situación, por difícil que esta sea”.

Tantos elogios compungen a Merino. Baja la cabeza, mientras escucha lo que quizás otras veces su jefe ha dicho, pero no con las palabras de ahora, que lo emocionan, le humedecen los ojos. “Es una garantía absoluta que todas las piezas pasen por sus manos.  En mis dos años como director, no he sufrido tiempo perdido por el tándem, ahora llevamos 152 días de zafra y está igualito, y ello es consecuencia del óptimo trabajo de maquinado por él lidereado”.

Lo que muchos se preguntan es cómo el hijo de Ramón y Evangelina puede mantener intacto levantarse cada mañana e irse al taller con unas ganas que no disminuyen. La respuesta aparece a punta de labios: “Basta con saberse útil. Es eso lo que me impulsa”.

Desafiado también por la superación, dice que no podía quedarse detrás, y lo mismo terminó la Facultad Obrero Campesina, que se graduó de técnico medio en maquinaria azucarera, conocimientos que avivaron su ingenio creador, y un vínculo con la Anir que jamás  moriría, la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores desde donde solucionó y aún soluciona diarias contrariedades.

Habido para Merino otra existencia más allá del Rabí, mejor, junto con la del Rabí. A la comunidad se vinculó indisolublemente al aceptar la postulación como delegado del Poder Popular. Entonces tampoco lo sospechó. “Qué iba a pensar que llegaría al Parlamento cubano. Yo, un guajiro de Calimete, igual que había otro de Yateras, en Guantánamo. Eso prueba la calidad de un país que ofrece oportunidades por igual, la grandeza de esta Revolución”.

Como las tantísimas alegrías, hondos han sido sus dolores: La mujer fallecida, los hijos que no tuvo, los centrales masivamente cerrados y  lo que le afloja el alma: que el Rabí incumpla alguna  zafra. “Eso le duele a cualquier azucarero. A mí, suele robarme el aliento, pero no desmayo nunca. Ahora mismo estoy preparando una pieza para la próxima contienda, y lo hago lo mejor que puedo. Trabajar es lo mío, es el único hábito que tengo”.

Compartir...

3 comentarios en El único hábito del Héroe de Calimete

  1. Como él, hay muchos en nuestros país; lo que pasa es que no se le entrevistas y en esto juega un papel importante el sindicato, los cuadros, los dirigentes y también los mis trabajadores que conviven todos los días con muchos de estos abnegados héroes anónimos en sus Fábricas; UEB y Empresas.

  2. Una historia conmovedora la de este señor. Un compromiso memorables con el sector, su provincia y el central. Qué bien!!

  3. Felicidades a este Héroe del Trabajo de la República de Cuba, merecido reconocimiento por su larga y fructífera labor, que la vida le depare mucha salud para que continúe aportando al Rabí y a nuestro sector.

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu