Fidel le dio contenido ideológico a la Revolución Cubana

Fidel le dio contenido ideológico a la Revolución Cubana

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Existen hombres y mujeres cuyo influjo en los procesos sociales trascienden cualquier calificativo. Se trata de figuras excepcionales que se elevan a una dimensión paradigmática y estimulan a pueblos enteros a proseguir por los caminos que trazaron.

Fidel le dio contenido ideológico a la Revolución Cubana
Fidel le dio contenido ideológico a la Revolución Cubana. Foto: Tomada de Juventud Rebelde

 

Cuba, archipiélago pequeño, es tierra gigante en cuanto a contar con luchadores emblemáticos que rebasaron con creces los contornos de nuestra geografía. De titanes como Antonio Maceo (cuyos aportes como estratega se estudian en escuelas militares de todas las latitudes) a jóvenes de enorme estatura intelectual y revolucionaria como Julio Antonio Mella (con justicia se afirma que nadie hizo tanto en el escenario nacional en tan poco tiempo)  tenemos el legítimo orgullo de ser semilleros de líderes que, con el paso del tiempo, acrecientan su fuerza inspiratoria dentro y allende los mares.

Ahí están también para confirmarlo féminas de la entereza de Ana Betancourt, Mariana Grajales, Melba Hernández, Haydee Santamaría, Celia Sánchez y Vilma Espín y hombres que, aunque no nacieron en estos predios, ganaron la condición de cubanos por lo colosal de sus ejecutorias. Las cotas más elevadas en este campo corresponden al Generalísimo Máximo Gómez y al  Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara.

Ahora bien, siempre que aquí o acuyá se piensa en los símbolos más encumbrados de nuestras gestas emancipatorias libradas con heroicidad, dos nombres acuden a galope: José Martí y Fidel Castro. Es tal la potencia de sus ejemplos que, en el más remoto de los parajes de la topografía planetaria, surgen sus nombres como torbellinos en el momento de identificar los grandes referentes de nuestras luchas.

Es partiendo de la relación dialéctica que los entrelaza el hecho de que, mientras le rendimos homenaje a uno, invariablemente, reverenciamos al otro.  Para entender al discípulo hay que remontarse al pensamiento del Maestro, en la misma medida en que la obra del precursor se ve coronada con el quehacer fecundo de su más alto continuador. Pocas veces en la historia, si es que ocurrió en algún caso, dos revolucionarios estuvieron tan íntimamente vinculados, teniendo como nexo las ideas. Ese es igualmente uno de nuestros más preciados tesoros.

Un músico excepcional, sin el cual es imposible escribir el acervo dentro del pentagrama antillano, se preció siempre de ser el único que pudo estrechar las manos de quien nació en la calle habanera de Paula, un 28 de enero, y del que vino al mundo el 13 de agosto, en el paisaje bucólico de Birán.

Sindo Garay, que sin estudiar en ningún conservatorio nos legó Perla Marina y otras 600 obras que no han perdido un ápice de su belleza, nació un 12 de abril de 1867 y vivió ciento un años, lo que le permitió el privilegio que lo llenaba de orgullo.

Por esos entretelones de la historia, coincidiendo con el sesquicentenario del natalicio del bardo que está en la proa de los trovadores, el Aula Magna de la Universidad de La Habana fue el escenario idóneo para la constitución de la Cátedra Honorífica consagrada al estudio de la vida, el pensamiento y la obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Si bien  proyectos de esta naturaleza constituyen práctica de larga data dentro de las casas de altos estudios de todos los continentes, la que se acaba de crear representa, por razones de diversa índole, un empeño de especial significación y alcance, que tiene el propósito cimero de acercarnos a ese genio de la lucha y transformación revolucionaria que es Fidel.

La entidad naciente, en la que confluyen experimentados y noveles académicos de las diferentes áreas del conocimiento de la primera institución docente de nivel superior de nuestro país, fundada el 5 de enero de 1728 (lo que implica que se encuentra víspera de su 290 aniversario) será sin dudas plataforma para incentivar el examen  de toda la riqueza del pensamiento de Fidel, así como la divulgación de esos resultados en múltiples ámbitos, incluyendo la introducción de los mismo en la docencia. Ello será posible nutriéndose de la originalidad que brota del quehacer incesante que distinguió cada faceta de la vida y obra del Comandante.

Presidida por la Dra. Francisca López Civeira, Profesora Emérita de la UH, e integrada por un Consejo Asesor que conforman prestigiosas personalidades del país, (entre ellos los doctores Armando Hart Dávalos, Fernando Vecino Alegret, Eusebio Leal Spengler y el escritor Abel Prieto Jiménez) y por más de cincuenta profesores e investigadores en esta etapa inicial, la Cátedra realizó su primera actividad extensionista en el propio acto de alumbramiento.

Un panel de lujo integrado por los doctores Alberto Prieto Rozos, Oneida Álvarez y Luis A. Montero, todos Profesores Eméritos de dicha institución –y moderado por el joven Msc. Fabio Fernández, profesor del Departamento de Historia de Cuba y vicepresidente de la Cátedra- se adentró con rigor, con independencia de la brevedad de las exposiciones, en variadas aristas de la huella que Fidel nos entregó.

El Dr. Prieto, con la tradicional elocuencia de sus clases en esos lares, dejó claro que el influjo de Fidel es enorme. “Él revolucionó el concepto de Revolución. Se apartó de la vieja definición europea y desarrolló una para Cuba y América Latina en la que tuvo como centro la idea de que Revolución es el arte de aglutinar fuerzas para enfrentar al imperialismo y sus aliados internos.

“El Comandante defendió como nadie –otra prueba de su visión profundamente anti dogmática- que no hay una Revolución igual a la otra. Se propuso, y lo logró, transformar las viejas estructuras, al igual que la cultura y la moral de pueblo mediante la participación de las masas. Sabía que ello no era posible con una actitud pasiva, como si se tratase de espectadores de una puesta en escena. Lo esencial fue que demostró que las masas se comprometen cuando participan y no solo si se benefician, como erróneamente ha ocurrido en procesos recientes”.

Ante un auditorio que escuchó con suma atención sus análisis el destacado profesor, que ejerce el magisterio desde que egresara de la carrera de Historia en 1972, reconoció asimismo la contribución de Fidel en otros campos. “Desde muy temprano estuvo convencido de la importancia de contar con una vanguardia que arrastrara a los grandes conglomerados, al tiempo que resultaba impostergable alcanzar la unidad como garante genuino de esas transformaciones.  Sin formalismo de ninguna clase Fidel fue más allá y dotó a la Revolución de un contenido ideológico en el cual las masas pudieran creer y, al mismo tiempo, sinterizar sus expectativas hacia el futuro”.

Con respecto a la ascendencia internacional luego del triunfo del 1ero de enero de 1959 dijo, en una rápido paneo, que: “Lo mismo apoyó la lucha contra el sátrapa Trujillo, en República Dominicana, que envió a muchas de las mejores tropas a África para contribuir a la victoria sobre el colonialismo francés en Argelia y el portugués en Guinea Bissau, Mozambique y Angola. Cuito Cuanavale, años más tarde, representó, como reconocen los principales dirigentes africanos, decisivo para acabar con el régimen del apartheid en Sudáfrica, obtener la independencia de Namibia y preservar la integridad de Angola.

“Su mirada estuvo lo mismo en la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que en la Tricontinental, los No Alineados y el Foro de Sao Paulo. Cómo entender la integración latinoamericana, se preguntó, sin citarlo junto a Chávez en la conformación del ALBA y en todas las acciones que derivaron en el surgimiento de la CELAC”, concluyó.

La Dra. Álvarez, por su parte, se refirió a la manera en que Fidel captó lo sustantivo de la globalización neoliberal. “Con su sabiduría pedagógica impresionante explicó las razones de ese proceso denunciando que el mismo conduciría inexorablemente a una agudización de la brecha entre los países ricos y pobres. Abordó bajo ese prisma el fenómeno del desarrollo en dichas condiciones, explicando que, con independencia de que se alcanzaran avances en determinadas naciones, había que libar batallas a escala global para reestructurar  las relaciones internacionales”.

Consciente de que la economía fue un terreno al que Fidel le prestó, en todo momento, máxima atención, y en el que realizó aportes de extraordinaria valía, señaló: “Hay que releer sus valoraciones sobre la integración, al igual que sobre el intercambio desigual y las causas que lo generan, sus críticas al sistema financiero internacional o su lucha en cuanto al tema de la deuda externa. Una idea clave que jamás podremos olvidar es que nos alentó a trabajar en pos de lo que nos une por encima de lo que nos divide”, remarcó.

El Dr. Montero, actual presidente del Consejo Científico de la UH, reveló su inclinación a buscar  las causas de todas las cosas. “No deja de impresionarme la manera en que Fidel propulsó el papel de la ciencia dentro de nuestro proyecto revolucionario. Su conocida afirmación del 15 de enero de 1960 –de que el futuro de Cuba tenía que ser de hombres de ciencia y de pensamiento- se produce en un contexto en que esa actividad había sido totalmente relegada antes”.

Evocando parte de sus recuerdos estudiantiles en la década del 60 (en que era casi cotidiana la presencia de Fidel en la  Colina para dialogar sobre los tópicos más inverosímiles con estudiantes y profesores) se refirió a esa etapa en que, desempeñándose como rector el Dr. José M. Miyar Barruecos, “Chomi”, el Comandante en Jefe impulsó la creación, por ejemplo, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CENIC). “Esa entidad se organizó de forma suigéneris y se convirtió en embrión de propuestas  ulteriores como el Centro de Inmunología Molecular (CIM) el cual es hoy una institución de primer mundo, capaz de exportar productos biotecnológicos hacia los países más desarrollados”, precisó.

Un sentimiento se apoderó de los participantes al finalizar la actividad: el mejor homenaje que podemos tributar a Fidel es llevar adelante sus ideas, con pasión y sin esquematismos, en cada trinchera de labor.

El autor es Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana y miembro de la Cátedra Honorífica Fidel Castro Ruz.

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