El gobierno de Juan Bosch y la conspiración para derrocarlo (II parte)

El gobierno de Juan Bosch y la conspiración para derrocarlo (II parte)

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...

Hassan Pérez Casabona⃰

La obra historiográfica de Bosch es síntesis de un riguroso ejercicio investigativo, un desempeño teórico incuestionable y una labor pedagógica excepcional. Él no es un historiador “clásico” lo que le permite valerse, sin prejuicios, de múltiples recursos investigativos-narrativos, frecuentemente ignorados por académicos de la especialidad.

El gobierno de Juan Bosch y la conspiración para derrocarlo (II parte)
“A lo largo de su prolífica vida Bosch publicó más de 50 libros de diversas temáticas”

 

En sus estudios la historia ejerce el papel preponderante, pues sus reflexiones parten invariablemente –adoptando formas nada ortodoxas- de la dimensión pasada de acontecimientos y fenómenos, para hallar el esclarecimiento de situaciones contemporáneas que lo inquietan. Más que fabular sobre determinados hechos, Bosch se dedica constantemente a la faena de interpretar-reinterpretar acontecimientos y procesos.

La mirada historiográfica de Bosch es absolutamente dialéctica, entendiendo la riqueza del conocimiento histórico, económico, político y social en su contradicción. Desde ese ángulo establece la relación de los hechos históricos con el entramado económico y social que los rodea. En su obra es palpable que no queda inmóvil ante la manipulación que se efectúa sobre figuras de honda significación para nuestros pueblos.

Para Bosch la historia “habla”, “dice”, “devela”, “cuenta”, “atestigua”, “prueba”, “enseña”. Ella nos es una bola de cristal para que alguien anuncie el futuro, pero sí constituye un sistema de herramientas que resulta imprescindible emplear de forma creadora, para aproximarnos a la esencia de lo que hoy palpamos. En su mente la historia (comprendida en su flujo incesante pasado-presente-futuro) no es evasión, escape, ni rehuir de una realidad concreta determinada. Es ante todo fuente de inspiración para la transformación social.

Entiende la historia desde una óptica coherente, lo que implica el conocimiento profundo, por ejemplo, de las tendencias, regularidades o rupturas, que un acontecimiento contiene. Ello hace que evalúe los procesos siguiendo esos derroteros, percatándose cuando alguna anomalía rompe dicha organicidad, o asegurando que algo se ha producido de una forma por que “la historia no perdona absurdos”.

El gobierno de Juan Bosch y la conspiración para derrocarlo (II parte)
“Su programa de gobierno, abortado por la conspiración de diversos actores, tuvo como centro sacar a su pueblo de la pobreza”

 

Fue Trujillo la figura a la que dedicó Bosch mayor número de reflexiones. Además de las innumerables veces en que la analizó para diferentes publicaciones periódicas (Vanguardia del Pueblo y Política, Teoría y Acción, por ejemplo, entre muchas de todo el  continente) le dedicó íntegramente dos libros: Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo (1959) y La fortuna de Trujillo (1985), unido a amplios capítulos dentro de Póker de espanto en el Caribe, escrito en 1955 pero publicado por vez primera en 1988 y en Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana (1964).

En un primer momento matizaron esas evaluaciones los enfoques personológicos, sustentados desde la psicología, los cuales dieron paso a exámenes que se nos revelan como verdaderas evaluaciones integrales, donde convergen múltiples valoraciones que aparecen enhebradas desde la perspectiva clasista. Ello nos permite ver más allá de los rasgos físicos y la ejecutoria tenebrosa del dictador, a partir de entregarnos un cuadro profundo de la historia de la República Dominicana, el Caribe y Latinoamérica en general, en la misma medida en que afloran vicios y desvaríos del sátrapa. [1]

Desde esa óptica Bosch lo capta como un producto de su tiempo. No podemos soslayar que el intelectual caribeño, cuando emprende dicha tarea, es ya un profesional en el arte fotográfico, altamente capacitado para aportar obras de gran valor, erigidas en encuadres que, sin que pierdan el foco nítido sobre la figura principal, contienen al mismo tiempo impresionante `profundidad de campo´ o lo que es igual, el paisaje social que radica al centro de sus trabajos, en sí mismos portadores de sólidos elementos que garantizan acercarse a ellos con rigor.

El gobierno de Juan Bosch y la conspiración para derrocarlo (II parte)
“El sanguinario dictador quisqueyano fundido en una abrazo con el entonces vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon”

 

La clave para ello está en que no la emprende contra Trujillo mediante una sarta de adjetivos que califiquen sus fechorías, sino que defiende la idea de que únicamente esclareciendo, como propone, en qué momento de la historia de su pueblo surgió, qué relaciones fue configurando en diferentes etapas, de qué manera operaron en su mente las frustraciones juveniles y otros aspectos, no solo obtendría una pieza más exacta, sino que aportaría luces en el camino de comprender que el tiempo histórico que `parió´ hombre de tan baja calaña no puede repetirse.

Los trabajos de Bosch sobre Trujillo constituyen uno de los ejemplos más completos de estudios biográficos abarcadores, muy por encima de las conocidas relaciones detalladas de la participación de las figuras en los hechos, pero vacías en cuanto a sondear la complejidad de la proyección de las mismas dentro y fuera de su ámbito.

Lo primero que resalta en su propuesta es la circunstancias que permitieron se formara “la atmósfera necesaria a la aparición de Trujillo como dictador”. [2]  Ello es un punto cardinal, que aplicará al resto de los asuntos que examina, porque significa que tanto una figura como un proceso van a encontrar espacio dentro de determinado contexto, visto ello también como la confluencia de numerosos factores que no están estáticos ni mucho menos, sino en pugna, y es precisamente en esa lid que se irá conformando la “atmósfera” consustancial a cada momento histórico.

Con independencia de la regularidad de la historia, así como nadie se baña dos veces en el mismo río, las situaciones son únicas e irrepetibles, por lo que no pueden clonarse o transportarse en el tiempo por voluntad de una persona.

Bosch defiende esto, desde la postura de que el algoritmo insustituible para saber el conglomerado que permitió el surgimiento de algo o alguien es escarbar todo lo posible en dicho período y en sus antecedentes.

Un ejemplo de esa apreciación lo encontramos en el examen que realizó sobre José Martí, señalando que su extraordinaria proyección es el resultado de una serie de factores que encontraron su punto de ebullición en la Cuba de la medianía del siglo XIX. No tiene dudas, siguiendo su método de interpretación integral sobre los hechos y los seres humanos, que el Héroe Nacional cubano solo podía irrumpir en ese momento en la Mayor de las Antillas y no en otra de las colonias hispánicas. [3]

En tal postulado coincide con lo explicado en muchas ocasiones por Fidel, acerca de las relaciones existentes entre las personalidades y su tiempo concreto determinado. [4]

Volviendo al escrutinio sobre Trujillo, el analista resalta igualmente que su aparición tiene lugar justo cuando: “La expansión imperialista de los Estados Unidos se hallaba en su apogeo y el Caribe era la zona natural de esa expansión” en una sociedad donde prevalecían determinados males, desde los días iniciales de la etapa colonial, entre ellos aquel que establecía la división de la familia nacional en castas. [5]

Desarrolla con rigor está idea porque considera que la paradoja que implicaba entender esa división como algo superficial, a la vez que profunda, también actuó como caldo de cultivo para el ascenso de un hombre como Trujillo con “complicada alma llena de abismos”.

Tuvo tanto peso que no alberga dudas que Trujillo nunca le perdonó a su pueblo que él no naciera como alguien “de primera”. Es interesante, al mismo tiempo, la conclusión a la que arriba de que la psicología de Trujillo, idónea para ser transformada por los complejos, encontró un medio social adecuado, precisamente porque “chismes” e intrigas “se producían como fruto natural del ambiente” y Trujillo era, desde su etapa de mozalbete, gran exponente de la intriga, don que Bosch afirma vino con él al mundo.

De igual manera reconoce que ello, unido a dotes innegables de mando y condiciones para el trabajo y la organización, acabaron garantizándole su ascensión dentro de la Guardia Nacional –cuerpo que sirvió simultáneamente como policía rural y ejército emanado de la intervención yanqui de 1916- hasta alcanzar en un quinquenio (ingresó en 1919 como cadete) el segundo puesto de mando en ella.

Entiende asimismo que el Trujillo dictatorial vino a confirmar que el caudillo es la encarnación de la división de nuestras masas, así como el reflejo y la consecuencia de su escasa evolución política. Visto de esa manera no tiene dudas de que fue: “el producto de las deformaciones del medio social en que nació y creció; políticamente el hijo legítimo de una larga crisis nacional que tuvo su punto culminante en la ocupación militar norteamericana”.

Comprendiendo que no basta con identificar aquellos factores que actúan como ingredientes en la conformación de una situación o personalidad específica, se pregunta cómo se unieron y mediante qué poderosas fuerzas entraron en acción. De inmediato emerge ante sus ojos que la propia aparición y desarrollo de la economía capitalista en una nación, que en esa tarea histórica se hallaba a la zaga, dotó a la ejecutoria tiránica emprendida por Trujillo de: “un impulso interior de poder avasallador”.

Mediante el examen de las experiencias sobre la explotación capitalista en Haití, Cuba y Puerto Rico, demuestra que un país como la República Dominicana no podía continuar permaneciendo al margen de dicha corriente (hasta la segunda década del siglo XX solo se encontraban en algunos esferas determinados atisbos de dicho modo de producción) entre otras razones porque: “La Historia no perdona esos absurdos”.

Este es un concepto medular que implica sumir la relación indiscutible entre el tiempo y los hombres que lo pueblan, en tanto se comprende que la historia como coherencia no tolera absurdos ni aberraciones, llamada a resolverse mediante disímiles salidas, unas veces como estallido revolucionario social y otras como irrupción violenta de actores que capitalizaron hacia sus figuras cuotas desmedidas de poder.

En el caso particular de Trujillo, el ilustre pensador dominicano cree que desde su más temprana juventud careció de escrúpulos y de sentido del límite, “porque es un psicópata”. No se trata de pintar a todo costo una personalidad demoníaca, sino de aportar elementos que permitan acercarse a la raíz de un fenómeno del que `Chapita´ fue rostro visible.

En la larga noche de más de 30 años que vivió el pueblo dominicano bajo su bota, confluyeron situaciones particulares que igualmente deben ser evaluadas, como el hecho de que Trujillo, al tiempo que oprimía a sus compatriotas como dictador, los explotaba desde su posición empresarial inigualable. Llama la atención sobre la necesidad de comprender ese carácter dual que encarnó Trujillo como requisito sine qua non, para digerir lo que aconteció en su país desde los años 20, y fundamentalmente, como ello influyó en que familias, grupos sociales y personas en general se vieran compelidas a acatar las disposiciones del siniestro personaje.

Aplicando con rigor el dominio sobre los nexos entre los componentes económicos y sociales dentro de los procesos históricos, expone con precisión que: “El empresario Trujillo y el dictador Trujillo no entran en contradicción; tienen los mismo intereses; son una misma y sola persona” y ello, en buena medida, condiciona que en sus predios no se produjera una separación entre los poseedores de determinada riqueza y los acreedores de poder político, la cual habría resultado indispensable para dar inicio a una agrupación social que echara por tierra a tan nefasta figura.

Trujillo –en un sendero  extensivo a Batista, Somoza y Pérez Jiménez, si bien el de la tierra del merengue desbordó ciertas pautas que tuvieron que acatar sus congéneres del mal- no fue animado nunca por aspiraciones de fomentar el desarrollo cultural e integral de sus ciudadanos, sino que únicamente alentó proyectos de beneficio popular, aunque de alguna forma (expuesto ya que era prácticamente amo y señor de todo) una parte de ellos tocaran a determinados sectores sociales.

Bosch no quiere que haya aquí dilema alguno, porque “Ahora bien, Santo Domingo ha progresado como propiedad privada, no como país; como una hacienda del dictador, no como un pueblo”. [6]

El autor es Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.

Notas, citas y referencias bibliográficas.

[1] El conspicuo profesor Piero Gleijeses, académico sobre política exterior de los Estados Unidos y asuntos latinoamericanos, de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins – autor igualmente de uno de los análisis más encumbrados sobre la presencia militar cubana en África-, escribió un voluminoso libro sobre los acontecimientos vinculados a la invasión yanqui a Santo Domingo. En la obra presenta diferentes valoraciones sobre el sanguinario “Jefe”. En una de ellas expresa: “Trujillo convirtió al gobierno en un circo de marionetas y payasos, que brincaban y giraban a indicación del látigo del maestro de ceremonias. `El Jefe es justo hasta cuando castiga´. (Respondió un Secretario de Estado al ser humillado por el déspota) Y Trujillo castigaba sin piedad; nadie podía olvidar que él era el amo. Quebró toda resistencia mediante el terror sistemático; la República Dominicana se transformó en un vasto campo de concentración, supervisado por una policía secreta que, con sus informantes y sus micrófonos ocultos, parecía estar en todas partes. Prevalecía una atmósfera de desconfianza, incluso entre miembros de una misma familia; el terror y el oportunismo llevaban a la traición y a la delación. El miedo iba de la mano con el adoctrinamiento. En las escuelas, en la Universidad, en la vida `intelectual´, el culto a Trujillo era lo principal. La dignidad se convirtió en una virtud rara y costosa. Nadie podía permanecer neutral; la indiferencia con respecto al régimen se consideraba oposición a él. La adulación abyecta pasó a ser una virtud cívica, de la que el Congreso daba ejemplo. Por una Ley de 1936 el nombre de la capital –la más antigua ciudad española del Nuevo Mundo- fue cambiado de Santo Domingo de Guzmán a Ciudad Trujillo. Después de este cambio, un chaparrón de decretos esparció el nombre del dictador y su familia sobre las ciudades y provincias del país. Al mismo tiempo, la prensa, las asociaciones profesionales y ciudadanos privados competían entre sí, en un frenesí de adulación. Trujillo fue proclamado primer médico, primer abogado, primer ingeniero, primer intelectual. Se le comparó a Napoleón, a César, a los más grandes personajes del pasado y del presente. `Dios y Trujillo´ se convirtió en expresión corriente. Habría sido más adecuado decir `Trujillo y Dios´. Trujillo correspondió a la adulación sin límites de sus súbditos con la humillación constante de los ciudadanos más prominentes. La arrogante gente de primera –la antigua élite- optó por someterse, uniéndose al coro de alabanzas y aceptando los insultos y las humillaciones de parte del amo”. La Esperanza Desgarrada. La rebelión dominicana de 1965 y la invasión norteamericana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011, pp. 48-49.

 

[2] Juan Bosch: “Problemas de la democracia en Nuestra América”, escrito originalmente en Madrid en enero de 1957, publicado en Política: Teoría y Acción, Año 11, No. 122, mayo de 1990, en: Juan Bosch: Temas Internacionales… Ob. Cit., p.  571.

[3] Sobre Martí escribió: “José Martí y Máximo Gómez; el primero porque no se limitó a ser un agitador anticolonialista sino que hizo algo desconocido en las luchas por la independencia de nuestros pueblos, que fue crear, organizar y dirigir un partido al cual le tocaría, a su vez, organizar y dirigir la guerra contra España, a lo que hay que agregar su condición de intelectual y artista extraordinario de la palabra hablada y escrita, actividad en la que no lo ha superado nadie en los países de lengua española, sin excluir a España”, añadiendo en otro momento “ Por ejemplo, un José Martí no podía haberse dado un siglo antes en ninguno de los países que hicieron la guerra de liberación contra España en el primer tercio del siglo XIX porque la formación intelectual de Martí requería el tipo de ambiente económico, social, y cultural que había en Cuba cuando iba creciendo el futuro Apóstol, como le llamó y le llama su pueblo, y ese ambiente, el de la década de 1851 a 1860, no se hallaba en ningún país de Hispanoamérica en los tiempos en que Bolívar, San Martín o Hidalgo eran niños. Cuba tuvo ferrocarriles antes que España y que cualquiera de las que habían sido colonias americanas de España, y el símbolo de la modernización que era el ferrocarril conllevaba muchos otros valores que iban a contribuir en la formación intelectual y emocional de José Martí y de varias personalidades cubanas”. Juan Bosch: “Vidas paralelas”, publicado originalmente en Política: Teoría y Acción, Año 8, No. 89, agosto de 1987, en: Ibídem, pp. 459-460.

[4] En las palabras que pronunció en la clausura de la Conferencia Internacional “Por el Equilibrio del Mundo”, en homenaje al 150 aniversario del natalicio de nuestro Héroe Nacional, Fidel expresó: “A lo largo de la historia ha quedado demostrado que de las grandes crisis han salido las grandes soluciones, y en ellas y de ellas han surgido los líderes. Nadie crea que los individuos hacen la historia. Los factores subjetivos influyen, aceleran con sus aciertos o retrasan con sus insuficiencias y errores los procesos históricos, pero no determinan el resultado final. Ni siquiera un hombre tan genial como Martí –podría decirse igualmente de Bolívar, Sucre, Juárez, Lincoln y otros muchos hombres admirables como ellos- habría sido conocido por la historia de haber nacido, por ejemplo, treinta años antes o después. En el caso de Cuba, de haber nacido nuestro Héroe Nacional en 1823 y cumplido 30 años en 1853, en medio de una sociedad esclavista y anexionista dueña de plantaciones y enormes masas de esclavos, y sin existir todavía el poderoso sentimiento nacional y patriótico forjado por los gloriosos precursores que iniciaron en 1868 nuestra primera guerra de independencia, no habría sido posible entonces el inmenso papel que desempeñó en la historia de nuestra Patria”. Fidel Castro Ruz: La fuerza de las ideas, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2008, p. 10.

[5] Juan Bosch: “Problemas de la democracia en Nuestra América”… Ob. Cit., p.  574.

 

[6] Ibídem, pp. 576-581.

 

 

 

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu