No echarlo todo en el bolsillo

No echarlo todo en el bolsillo

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Durante el pasado año las empresas cubanas dedicaron alrededor de 674 millones de pesos a la estimulación de los trabajadores, a partir de la distribución de sus utilidades después del pago de impuestos, según informó recientemente el Ministerio de Finanzas y Precios.

No echarlo todo en el bolsillo
el movimiento sindical como los propios trabajadores tienen que velar por el futuro de sus empresas, a partir de las posibilidades que ahora ofrece el modelo económico

De acuerdo con autoridades de ese organismo, esa fue una parte significativa del destino de las ganancias correspondientes al 2015, lo cual habla de la importancia y prioridad que las administraciones estatales le conceden a la motivación de sus colectivos laborales mediante incentivos económicos, sobre la base de los resultados obtenidos y el cumplimiento de sus indicadores directivos.

Este beneficio directo a los trabajadores a partir de la repartición de utilidades es una de las medidas que contempla el perfeccionamiento del modelo económico cubano, al darle a la empresa estatal socialista mayor autonomía en el manejo de sus finanzas y en la toma de decisiones sobre sus propios recursos.

En particular, sobresale el hecho de que ahora las empresas estatales pueden disponer de hasta el 50 % de las ganancias que obtengan —luego de cumplir sus obligaciones fiscales— para fomentar su desarrollo. Antes el Estado, en su papel de dueño, solo les permitía a las empresas gestionar el 30 % de sus utilidades.

Para la viceministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weis, esta cesión de fondos financieros que antes ingresaban al Presupuesto del Estado tiene un efecto positivo para el desempeño de las entidades productivas y de servicios.

Pero es necesario insistir en la responsabilidad y prudencia que precisa el manejo de tales recursos, cuya gestión eficaz constituye una garantía para lograr la reproducción ampliada de los medios, el capital y los resultados económicos de cada empresa.

Son las juntas de gobierno de cada entidad, donde hay una representación también del Estado como accionista, las que deciden cada año los destinos de estas utilidades después de impuestos. Es importante considerar que tales dividendos son la principal fuente financiera, no solo para la estimulación de los trabajadores, sino igualmente para las inversiones, la amortización de los créditos, el capital de trabajo, así como la investigación y el desarrollo (I+D), donde esta última —por cierto— puede ser mucho mayor en Cuba, según expertos.

De modo que está muy bien pensar en la distribución de utilidades para beneficiar con mayores ingresos a los colectivos laborales, pero tanto el movimiento sindical como los propios trabajadores tienen que velar por el futuro de sus empresas, a partir de las posibilidades que ahora ofrece el modelo económico para contar con una mayor holgura financiera y poder tomar decisiones descentralizadas sobre el empleo de un dinero, que —definitivamente— no debemos echárnoslo todo en el bolsillo.

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