Premio Nobel de la Paz elogia resultados educativos de Cuba

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Fotos: César A. Rodríguez.

 

Palabras dictadas con el corazón fueron realmente las expresadas por Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz al dictar una conferencia especial durante el Congreso Internacional Pedagogía 2017, que desde este lunes se desarrolla en La Habana.

Apoyado en anécdotas y testimonios conmovedores, Satyarthi, abordó con sabiduría y experiencia, la importancia de la educación para eliminar la esclavitud, el trabajo infantil y la explotación de los niños en el mundo.

Comentó varios ejemplos personales, en regiones y países tan distantes como India, Pakistán, Nepal, Brasil, Colombia, y en Costa de Marfil, en África, donde el incansable luchador por los derechos humanos de los infantes conoció por sí mismo “crímenes de lesa humanidad” que a diario se cometen contra ellos en granjas y otros centros productivos.

Resaltó el placer de poder hablarles a los delegados de más de 40 naciones de América Latina y otros continentes, y comentó la grata visita que realizara la víspera a una escuela que posiblemente “estuviera muy cerca del corazón de Fidel, porque la visitó en varias oportunidades”.

El Premio Nobel de la Paz en el año 2014 precisó la situación que atraviesan los niños en el mundo: 168 millones viven en la esclavitud, 85 millones de ellos están obligados a trabajar en condiciones infrahumanas.

Conmovió a los educadores presentes, diciéndoles que ellos son padres, madres, hermanos, hermanas, y que no pueden permanecer impasibles ante tal situación, y resaltó la trascendencia de la educación para eliminar el hambre, la pobreza, las desigualdades sociales, la discriminación, el analfabetismo, y el trabajo y prostitución infantil.

Al referirse a anécdotas de su infancia, que lo han marcado para toda la vida, Satyarthi abogó por la necesidad de la dignidad y la libertad humanas, y dijo que cuando “liberaba a cualquier niño”, ellos al mismo tiempo lo estaban liberando a él.

Con una oratoria sorprendente y convincente, el Premio Nobel criticó la postura de los gobiernos que no asumen una actitud crítica ante tal situación, y elogió la posición de Cuba, que pese al bloqueo imperialista y otras dificultades, invierte el 10 % de su PIB a la educación, teniendo en cuenta que la demanda global es de un 6 %, lo cual en muchos casos no siempre se cumple.

Puso ejemplos concretos donde los niños trabajan en la producción de ropa, calzado, y otras prendas de vestir, de marcas, que luego se cotizan a altos precios, y contribuyen al enriquecimiento de personas y compañías.

Y más adelante reseñó la campaña impulsada por él a finales del decenio de los 80` dirigida a los consumidores, a fin de que tomaran conciencia de que las alfombras que se comercializaban en los Estados Unidos y Europa, fundamentalmente, eran resultado del trabajo y de la explotación infantil en naciones centroasiáticas, como India y Pakistán.

El resultado fue tan fabuloso —aseveró— que 15 años después el número de niños laborando en la producción de alfombras bajó de un millón a 200 mil. “Muchos fueron salvados”, enfatizó.

Destacó el papel de los educadores para afrontar y combatir  muchas de estas lamentables situaciones que hoy todavía persisten a nivel mundial. “Las escuelas pueden ser agentes importantes de transformación para abolir la esclavitud”.

Criticó con fuerza las millonarias sumas de dinero que se dedican a la industria armamentista y a la publicidad, y explicó, entre otras cifras, que se necesitarían 22 mil millones de dólares para que todos los niños fueran a la escuela primaria.

Se cuestionó qué futuro van a heredar las futuras generaciones, y se respondió a sí mismo: vamos a dejarles un mundo peligroso, donde los pequeños son víctimas de violencia, de guerras.

Habló de la trascendencia de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de encontrar formas y ayudas nacionales para desarrollar políticas de conjunto, pues los ministerios de educación por sí solos no podrán garantizar una educación inclusiva y de calidad.

Luego de dos horas aproximadamente de intervención, el Premio Nobel de la Paz dijo a los presentes: Si en cada uno de ustedes existe un ruiseñor, no lo dejen dormirse. Yo estoy aquí para despertar sus conciencias, para proteger a todos los niños del mundo, enciendan esa llama y liberen a ese diminuto pajarillo, sentenció.

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