El placer de dar luz

El placer de dar luz

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En más de 53 años de vida laboral activa, a pesar de su jubilación,   Rosmeldy Ricardo Ricardo acumula vivencias que con facilidad convierte en interesantes anécdotas que develan los valores de su procedencia  campesina, de ese ser humano bonachón, generoso y jaranero que desde muy joven abraza el proyecto liberador y de  justicia social que significa la Revolución.


Y su vasta trayectoria laboral está signada por momentos  trascendentales, “pero ningunos como aquellos vividos cuando llevábamos la electricidad a un barrio apartado y las familias daban tantas muestras de agradecimiento. La alegría era inmensa, indescriptible. Muchos ni habían soñado con eso, porque antes del primero de enero de 1959 no era importante para los gobernantes”, recuerdó.

“Esa satisfacción es solo comparable con otras experimentadas cada vez que tuve la responsabilidad de ejecutar trabajos de electrificación en lugares que serían visitados por Fidel Castro en Las Tunas. A todo el colectivo nos embargaba un tremendo orgullo y nada nos parecía imposible por difícil que fuera. Esos valores nos lo inculcó el Comandante en Jefe y sus enseñanzas bastan para asumir cualquier reto”.

ANTECEDENTES

Al sector eléctrico llega casi por azar, “me había desmovilizado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias –fue fundador de la División 50– y en las unidades había oído hablar de las funciones de un delineante, aquello me resultaba atractivo, interesante. Ya de civil y casado buscaba trabajo. Entonces me proponen un curso de liniero en Holguín y me dije ‘esto es lo mío’. Me gustaba aquello de andar por los campos delimitando terreno”, contó en tono jocoso por el desenlace de sus expectativas.

Rosmeldy (extrema derecha) ha formado ya más de 120 linieros.

 

“Tremenda sorpresa me llevé al llegar a la escuela y encontrarme el primer día de clase con un patio lleno de hoyos, postes, cables eléctricos…”, relata y afirma que a partir de ese momento cambia el sentido de su vida, sus inclinaciones vocacionales y se convierte en un eléctrico de “pura cepa”.

Tenía entonces 21 años muchas energías acumuladas y unos deseos enormes de ser útil y de entrega apasionadamente a un ambiente en el que reinan barretas, pisones, mandarrias, picos, palas, tenazas, postes y estiradores de cables, entre otros medios que reflejan las rudezas de estas faenas realizadas, en no pocas ocasiones, en sitios inhóspitos y más de una vez azotados por huracanes, “fundar o restablecer el servicio, llevar la luz me provoca un placer ilimitado”, enfatizó.

El primero de octubre de 1964, con solo 21 años de edad, da sus primeros pasos en esta arriesgada profesión y en tan larga data nunca lamenta ni accidente ni incidente laboral, una muestra fehaciente de respeto a las normas establecidas en materia de seguridad y salud en el trabajo.

Como muestra del firme andar deshaciendo oscuridades, Rosmeldy ostenta la Condición de Vanguardia Nacional de su sindicato durante 15 años; y la medalla Antonio Ñico López, entre otros lauros que reconocen su pasión y entrega, y lo convierten en ícono del sector eléctrico en Las Tunas, cuyos trabajadores celebran su día cada 14 de enero.

Se acoge al derecho de jubilación en junio del 2008 y en diciembre del 2009 vuelve a la trinchera del trabajo creador como instructor práctico de linieros eléctricos en la UEB de Formación de la Empresa Eléctrica, donde continúa transmitiendo sus enseñanzas, porque “ahora siento el placer de enseñar a los jóvenes. Es como volver a mi juventud. Así me siento entre ellos cuando les estoy llevando mis experiencias”, remarcó Rosmeldy.

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