Los mejores del 2016: Mijaín, Idalys y Omara

Los mejores del 2016: Mijaín, Idalys y Omara

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Mijaín López en la premiación de Río de Janeiro.
Mijaín López en la premiación de Río de Janeiro.

El año que acaba de cerrar sus cortinas imaginarias resultó especialmente intenso para el movimiento deportivo antillano. Dicha connotación está estrechamente relacionada con la celebración cada cuatro años de los Juegos Olímpicos, cita que esta vez tomó asiento en Río de Janeiro, entre el 5 y el 21 de agosto.

Las citas de los cinco aros paralizan al globo terráqueo, literalmente, durante dos semanas. En nuestro caso tenemos el privilegio, desde hace varias décadas, de vivir esos acontecimientos con similar intensidad a quienes participan en él, gracias a la difusión integral que realizan la radio y televisión, y la amplia cobertura de los diversos medios de prensa.

Aunque el calendario competitivo internacional es cada vez más agotador, con torneos y eventos de toda clase distribuidos durante los 365 días del año, evidentemente el peso de la actuación en la justa olímpica inclina de manera decisiva la balanza —en Cuba y el resto de las latitudes— a la hora de premiar a los deportistas más relevantes del período.

En el caso antillano los reyes absolutos resultaron, otra vez, el gladiador pinareño Mijaín López y la judoca artemiseña Idalys Ortiz. El vueltabajero es, sin discusión alguna, no solo el mejor luchador universal de la última década sino uno de los más encumbrados de todos los tiempos.

En Río, el carismático deportista se agenció su tercera corona consecutiva en estas lides, igualando lo conseguido por los pugilistas Teófilo Stevenson y Félix Savón, y ocho de las chicas comandadas por Eugenio George (el mejor entrenador del siglo XX, y su tremendo elenco de trabajo que integraron entre otros los también inolvidables Antonio “Ñico” Perdomo y Luis Felipe Calderón), quienes reinaron en el voleibol femenino en Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.

En el caso del Gigante de Herradura el mérito se acrecienta pues, cada uno de esos pergaminos los obtuvo en su condición de abanderado de nuestra embajada atlética en Beijing 2008, Londres 2012 y ahora en la Ciudad Maravillosa. De esa manera emuló al fenomenal Stevenson, quien venció, portando el estandarte nacional, en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980.

Una parte de la prensa foránea auguró que López no podría con el turco Riza Kayaalp, a partir de que el otomano derrotó al caribeño en la final de la cita del orbe en Las Vegas, en el 2015. Mijaín, como hizo en Londres cuatro años atrás —luego de que esos comentarios también se propalaran por el triunfo del Kayaalp en la disputa por el oro en el torneo planetario que acogió su país en el 2011—, volvió a embestir a su oponente (esta vez con mayor espectacularidad) dejando claro que en los 130 kilogramos del estilo clásico es mandamás absoluto.

Pero podemos ir más lejos: expertos en la materia, periodistas y aficionados de los cuatro puntos cardinales sienten que, si se lo propone y diseña para ello un plan integral, que incluya participar solo en certámenes claves, Mijaín, por la maestría alcanzada y la solvencia exhibida para solucionar cada combate sobre los colchones, pudiera ceñirse su cuarta diadema en Tokio, rompiendo así el abrazo con el mítico ruso Alexander Karelin.

Nunca olvido la profusión de elogios emitidos por Karelin en predios londinenses, cuando Mijaín ganó su segunda presea áurea olímpica. “Es el mejor luchador del mundo y un verdadero ejemplo de lo que representa un campeón”, dijo emocionado esa leyenda de la lucha prácticamente imbatible, quien no pudo obtener en Sídney su cuarta dorada, cuando cayó ante el norteamericano Rudolf Gardner, a quien por cierto el pinareño venció inobjetablemente años después. Mantener el peso corporal, más que ningún adversario, es probablemente el mayor “retador” que encontrará Mijaín en el futuro.

La cubana Idalis Ortiz Bocourt (I), junto a su entrenador Armando Padrón (D), después de perder ante la francesa Emilie Andeol, en la discusión de la medalla de oro, en el judo femenino de los XXXI Juegos Olímpicos, en Río de Janeiro, Brasil. Foto: Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ
La cubana Idalis Ortiz Bocourt (I), junto a su entrenador Armando Padrón (D), después de perder ante la francesa Emilie Andeol, en la discusión de la medalla de oro, en el judo femenino de los XXXI Juegos Olímpicos, en Río de Janeiro, Brasil. Foto: Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ

 

En el caso de Idalys, no pudo retener el máximo galardón que obtuvo en las cercanías del Big Ben, pero su plata en las instalaciones cariocas ratifica que se trata de una judoca extraclase. La muchacha, formada por ese referente de la pedagogía deportiva universal que representa Ronaldo el “General” Veitía,  atesora aún con su juventud tres distinciones en estos certámenes cuatrienales (ganó bronce en su debut en la capital china en el 2008) unida a varias preseas en campeonatos mundiales, incluyendo dos de oro.

Idalys ha señalado en varias ocasiones su deseo de tener un hijo, el principal trofeo para los seres humanos, pero ello no le impediría aspirar con seriedad a colgarse otra medalla en la principal urbe nipona en el 2020. Si eso sucediera empataría con la incansable guantanamera Driulis González, quien conquistó el sitial de honor en Atlanta (luego de varias semanas con una lesión cervical, en lo que representó otro de los grandes triunfos del sistema médico nacional), plata en Sídney y bronce en Barcelona y Atenas 2004.

Los cubanos Robeisy Ramírez (I) y Arlen López (D) ganadores de medallas de oro en el boxeo de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Foto: Roberto MOREJON
Los cubanos Robeisy Ramírez (I) y Arlen López (D) ganadores de medallas de oro en el boxeo de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Foto: Roberto MOREJON

 

En el apartado colectivo, los Domadores de Cuba, que bajo la tutela de Rolando Acebal se impusieron en la VI Serie Mundial, se llevaron la distinción de mejor equipo. Los boxeadores cubanos consiguieron además en la tierra de la samba seis medallas, entre ellas los oros de Julio César La Cruz, Robeisy Ramírez y Arlen López.

El camagüeyano La Cruz, a quien solo le faltaba esta sonrisa después de sus tres éxitos en campeonatos universales, el cienfueguero Ramírez -con el alegrón de su segunda victoria a este nivel, después de la conseguida en Londres y como colofón de un ciclo signado por varios contratiempos- y el guantanamero López, aparecen en la relación de la decena de deportistas más sobresaliente del país. En la nómina están asimismo el agramontino Jhoannys Argilagos y el representante del Guaso, Erislandy Savón, quienes se marcharon  de los lares canarinhos con bronces sobre el encerado, en los 49  y los 91 kg., respectivamente.

Ismael Borrero Molina inscribió su nombre en la selecta relación, especialmente por su triunfo en los 59 kg., de la lucha olímpica grecorromana, primera medalla de ese color para la comitiva antillana en dicha contienda. Borrero confirmó que la diadema mundial ganada meses atrás en Las Vegas no fue obra del azar, sino el comienzo de una nueva etapa en su carrera después de caer en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.

El indómito, guiado por sus entrenadores, es un ejemplo elevado de asimilación  de las enseñanzas que emanan de un revés, aprovechándolas más tarde para conseguir el éxito en un evento superior.  Con fogosidad en toda la línea no creyó en rival alguno, en cada una de sus salidas a los colchones de la Arena Carioca 2. Primero doblegó a Arsen Eraliev, de Kirguistán, para en lo sucesivo caer con todo  sobre el chino Lumin Wang  y el uzbeko Elmurat Tasmuradov.

El cubano Ismael Borrero, división de 59 kg., medalla de Oro Olímpica, tras vencer al japonés Shinobu Ota, en el torneo de lucha grecorromana de los Juegos Olímpicos Río 2016, Foto: Roberto MOREJÓN RODRÍGUEZ
El cubano Ismael Borrero, división de 59 kg., medalla de Oro Olímpica, tras vencer al japonés Shinobu Ota, en el torneo de lucha grecorromana de los Juegos Olímpicos Río 2016, Foto: Roberto MOREJÓN RODRÍGUEZ

En la discusión del oro mostró gran destreza y potencia en sus acciones, obligando a decretar el fin del combate antes de llegar al tiempo reglamentario. Se impuso así por superioridad, espectacularmente, al japonés Shinobu Ota.

La lucha clásica incorporó un tercer hombre entre los premiados, reconocimiento que obtuvo por derecho propio el pinareño Yasmany Lugo, plata en los 98 kg., en Río de Janeiro. Esa actuación, sumada a las de Mijaín y Borrero, contribuyó a un histórico primer lugar por naciones para los cubanos en la modalidad, por encima de escuadras como la rusa, y el resto de las repúblicas ex soviéticas, además de la iraní, potencias en la disciplina.

Lugo, una de las más gratas sorpresas en el gigante sudamericano, superó en la arrancada al chino Xio Di (2-0). A continuación hizo lo mismo ante el iraní Ghasem Cholamreza Rezaei (4-0) y el sueco Frederick Stefan Schoen (2-0). Cayó únicamente, en la final, ante el sensacional armenio Artur Aleksanyan, titular en los dos últimos campeonatos mundiales, unido a la plata en el evento global en el 2013,  y el bronce en la cita olímpica de Londres 2012.

El pinareño, campeón mundial juvenil en el 2009, tenía como mejor foja entre los mayores antes de Río su triunfo en los Juegos Panamericanos de Toronto en el 2015, y otras coronas en torneos de su deporte a escala continental.  Con el subtítulo, a sus 26 años, reveló que en lo adelante dispone todavía de combustible.

La villaclareña Denia Caballero, medallista de bronce olímpica en el lanzamiento del disco; el gimnasta santiaguero Manrique Larduet, quien llegó a la cita brasileña precedido del extraordinario subtítulo en el all araound del mundial de Glasgow 2015, y que a pesar de un lesión alcanzó quinto lugar en las paralelas y sexto en la barra fija en Río, y el ajedrecista Leinier Domínguez, completaron la relación de renombre. El “Ídolo de Güines” tuvo como palmarés de mayor alcance entre las 64 casillas su presea de plata jugando en el primer tablero en la Olimpiada Mundial de Bakú, Azerbaiyán.

El boxeo, era un secreto a voces, se escogió como deporte individual más sobresaliente, mientras que el voleibol de playa se llevó el galardón en la modalidad colectiva. Nadie olvidará la destacadísima actuación de la dupla integrada por Sergio Reynaldo González y Nivaldo Nadhir Díaz Gómez, quienes estuvieron a punto de entrar a la discusión de las medallas, precisamente en uno de los templos más notorios de la disciplina en cualquier geografía: Río de Janeiro.

El holguinero González y el habanero Díaz tuvieron un torneo de ensueño, en el que apabullaron a la dupla austríaca en dos sets, 21×17 y 21×14, avanzando así a cuartos de finales, lo que implicó su inclusión entre las ocho mejores parejas del mundo. Esa actuación superó lo logrado por ellos en el mundial del pasado año, en el que finalizaron novenos.

En la apertura doblegaron a los brasileños Pedro Solberg y Eduardo Goncalves y más tarde  repitieron la dosis a los letones Aleksars Smoilvs y Yejavis Smedins, en ambos casos dos parciales a uno. Algo similar hicieron también ante la representación canadiense, esta vez sin perder ellos un set.

El partido en la medianoche ante la pareja rusa, en el que perdieron la posibilidad de optar por las preseas -no aptó para cardiacos y en el cual los parciales locales los alentaron de principio a fin- demostró que los cubanos se merecen (felizmente se anunció ya su inclusión en la venidera campaña) la incorporación al circuito mundial, donde aparecen todas las formaciones que enfrentaron en la lid veraniega.

Omara Durand, tricampeona olímpica en Río de Janeiro, con varios récord mundiales. Foto: Armando Hernández
Omara Durand, tricampeona olímpica en Río de Janeiro, con varios récord mundiales. Foto: Armando Hernández

En cuanto a nuestros atletas pertenecientes a la Asociación Nacional de Ciegos y débiles visuales (ANCI), la Asociación de Limitados Físico Motores (ACLIFIM) y la Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos (ANSOC) el tope lo encabezó la fenomenal corredora Omara Durand.

La brillante sprinter santiaguera no tuvo rivales en los Paralímpicos de Río, estampando cotas universales en 100, 200 y 400 metros en la categoría de T12, concerniente a dificultades visuales. Su primado de 11. 40s en el hectómetro rubricado allí, la sitúa como una de las mujeres más veloces de nuestro archipiélago, sin distinción de ninguna clase.

Fue tal la envergadura de lo realizado por Durand que muchos propusieron escogerla como la más sobresaliente deportista del país, de manera absoluta, o lo que es igual por encima del resto de las candidatas convencionales. Aunque tal propuesta no procedió –primera vez siquiera que se sugiere- ella habla por sí misma de lo fabuloso de su desempeño y del prestigio que goza en el sector atlético.

Los monarcas de Río, la capitalina  Dalidaivis Rodríguez, quien ganó el oro también en Londres en el judo femenino, y el guantanamero Leinier Savón, de atletismo, fueron seleccionados como ganadores en el sector femenino y masculino, respectivamente.

A ellos se sumaron Lorenzo Perez (natación), Ernesto Blanco (atletismo), Suslaidys Giralt (atletismo), Yunidis Castillo (atletismo) –una lesión le impidió incrementar su cosecha galáctica en justas paralímpicas-; Yordanis Fernández (judo), Yangaliny Jiménez (judo), Leonardo Diaz (Atletismo), Maria Luz Pérez (atletismo) y Noralvis de las Heras (atletismo).

En relación con los deportistas más bisoños, llamados a multiplicar en lo adelante  nuestro quehacer en las competiciones de mayor alcurnia, descollaron los representantes del campo y pista Adriana Rodríguez, subtitular mundial en el heptalón, y Lázaro Martínez, vencedor global en el triple salto entre los juveniles y octavo lugar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Martínez es un talento de enormes potencialidades, en una especialidad en la que Cuba lleva décadas sentando cátedra, desde que Pedro Pérez Dueña consiguió el récord mundial de 17. 40 en los Panamericanos de Cali en 1971.

El resto de los agraciados, salidos de esa cantera enorme que significan los Juegos Escolares Nacionales, son  Dainier Peró (boxeo), Yosbel Zulueta (béisbol), Fernando Dayán Jorge (canotaje), Cristian Nápoles (atletismo), Maikel Massó (atletismo), Luis Enrique Sayas (atletismo), Luis Enriques Patterson (esgrima), Elio Crespo (boxeo), Osvardy  Morrell (boxeo) y Jorge A. Griñán (boxeo). Varios de esos nombres los escucharemos con frecuencia, por el relieve que alcanzarán en sus modalidades, a lo largo de este ciclo olímpico.

Yohen Lefont, uno de los exponentes de la escuela antillana de dominio de balón que tiene en los hermanos Douglas y Erick Hernández a sus figuras emblemáticas, se erigió como bujía en  actividades especiales.

En cuanto a jueces y árbitros, los homenajeados fueron, en la categoría nacional, Misleidy Paz (taekwondo), mientras que en la internacional el lauro descansó en Tomás Haces Germán (natación). El yumurino Amado Hernández resultó aplaudido como mejor activista –una de las bases sólidas con que contamos en el país-, al tiempo que el villaclareño Andrenxon Coll devino el profesor de educación física que más se destacó.

Nuevos retos se erigen en el año que acaba de arrancar para el movimiento deportivo insular. Veremos entonces dentro de doce meses, una vez más, quienes sobresalen en una actividad que cala hasta la médula de la nacionalidad antillana.

 

 

 

 

 

 

 

 

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