Lebensraum: un espacio para la reflexión y la contaminación de los géneros

Lebensraum: un espacio para la reflexión y la contaminación de los géneros

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Por Marilyn Bobes

A caballo entre la narrativa y la prosa poética podría definirse el cuaderno Lebensraum, del artista y escritor Jesús Lara Sotelo, quien siempre nos sorprende con el oficio y la autenticidad de un discurso sin fisuras, en donde el sujeto lírico pasa revista tanto a su intimidad como a las circunstancias que le rodean.

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Es este quizás el libro de mayor madurez y el más sosegado de un autor que siempre nos provoca con su inconformidad y sus inquietantes provocaciones. Y digo quizás porque todos los libros que he podido leer de Lara y, cada uno a su manera, parecen casi perfectos y con objetivos muy definidos. Cambia el sujeto lírico, pero no las esencias de un pensamiento original y profundo, que no se conforma con describir experiencias personales, sino que busca su lugar en la posmodernidad.

Porque, en efecto, Lebensraum (que significa espacio vital) es una rebelión contra la fragmentación de un mundo impuesta desde afuera y que el poeta pretende totalizar con la imbricación de todos los saberes del que es poseedor, y que escapan a esa lógica disciplinaria impuesta por la modernidad desde los tiempos del renacimiento.

Sin embargo, hay, al mismo tiempo un empoderamiento de los recursos estilísticos de lo posmoderno que nos hace saltar de lo personal hacia el entorno, de lo filosófico a lo cotidiano, de lo absoluto a lo relativo, y que, paradójicamente, nos sorprende con un resultado anticonformista y hasta emancipador.

 

El libro se inicia y concluye con dos largos textos: Músculos y azar y Monólogo bipolar, donde lo narrativo avanza como a saltos hacia lo meramente poetizable, a través de juegos espaciales y temporales en los que el emisor despliega su grandísima sensibilidad por el mundo a pesar de sus tiernas denostaciones.

Como ocurre con casi todo lo escrito por Lara, la prosa poética, entrecortada por la constante y rítmica puntuación, son el recurso idóneo para este discurso intergenérico donde lo que tradicionalmente aceptamos como poesía se ensancha y se combina con expresiones a veces coloquiales y otras de elaborada raigambre metafórica.

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Por lo general, las reflexiones suelen ser sosegadas pero, de repente, una pregunta arrasadora coloca al receptor en la posición del lector activo que debe resolver por sí mismo las interrogantes que el autor nos propone para sacarnos de nuestra cómoda posición de hombres racionales que acaso habitan, sin saberlo, en un universo irracional.

“En el loquero terrestre todo es angosto como en una garganta”, nos dice en Monólogo bipolar y nos sumerge así en la asimilación de un pasado que determina nuestro presente, donde “las salidas están abiertas, pero sabemos que hay francotiradores en las azoteas”.

Lleva razón el crítico y escritor Francisco López Sacha cuando nos dice que Lebensraum no es un libro, sino una summa. En este se agolpa toda la imaginería posible que nos conduce por caminos no frecuentados en la actual poesía cubana.

Como decía el poeta Omar Pérez (traductor de la bella edición bilingüe presentada por la colección Sur): en este libro hay ideas y no seductoras acumulaciones de palabras que no dicen nada. Jesús Lara Sotelo aspira a la comunicación.

Pero, ojo, porque no se trata de esa comunicación simplona que identifica al lector con el texto gracias a la repetición más o menos disimulada de fórmulas y efectismos.

La complejidad de Lebensraum reside en su novedosa manera de mostrarnos una individualidad que es la de todos, aunque con su lectura nos sintamos “choqueados” por el develamiento de una realidad que quisiéramos otra y, que, sin embargo, es la nuestra, negada o sublimada por interposiciones y racionalizaciones que Lara derrumba con alegorías, metáforas, interrogaciones y aforismos, imbricándolo todo en un lenguaje coherente y lúcido, lleno de sabiduría e inteligencia, de anticonformismo y, en el fondo, infinita solidaridad con la especie humana.

La ternura que puede desprenderse de estos textos es una ternura ácida y por eso se hace difícil reconocerla. Pero este poeta ha sido capaz de reconciliarnos con nuestra especie cuando desnuda las trágicas manipulaciones de las que somos objeto los hombres contemporáneos.

Cuando se habla aquí de un “yo”, se está hablando en realidad de un “nosotros” colocados en situaciones límites que aparentan ser cotidianas. En la cotidianidad se esconde el engaño del que somos objetos por ignorancia o por la multiplicidad de ardides y falacias a los que estamos expuestos en esta llamada era digital.

Lara Sotelo es un poeta de innegable universalidad. Aunque se declara “afrodescendiente y caribeño” no hace de estas marcas motivos que lo aparten de esa íntima globalización en la que todos estamos inmersos.

Él sabe que “a una fe cualquiera no se puede apostar el alma”, lo que no significa que en sus versos se pierda la confianza en ese “mejoramiento humano” del que nos hablaba José Martí y al cual este poeta nos conduce a través de la descarnavalización y la liberación de la mascarada.

Si Lara Sotelo hubiera escrito solamente este libro ya sería un autor ineludible para el panorama literario cubano y, tal vez, para el que se extiende más allá de nuestras fronteras.

Sin trucos y sin malabarismos formales, sin adhesión a escuelas ni modas, él se nos presenta con la autenticidad que distingue a los buenos poetas.

La perfecta conjunción entre forma y contenido sostienen las buenas intenciones que no siempre nos conducen a la Poesía con mayúsculas, esa que solo alcanzan los iluminados aun cuando, en principio, nos sintamos agredidos por una sinceridad que también tuvieron otros “malditos”, como Baudelaire o Rimbaud.

He aquí, entonces, un libro imprescindible. Desde ya Lebensraum forma parte de ese espacio vital en que se delimitan las mejores muestras de un poeta muy a tono con lo que vive nuestro mundo y con la conciencia de los males que nos acechan y nos hacen imperfectos.

De esa imperfección podremos extraer resultados. Siempre que estemos dispuestos a ver las cosas como son o al menos interrogarnos sobre la posibilidad de cambiarlas.

Celebremos, pues, el descubrimiento de un poeta que sin querer ser novedoso nos invita a la novedad. Un posmoderno que no se acepta como tal. Un hombre que ha vivido lo suficiente como para alertarnos sobre la posible mentira en que vivimos y quizás sigamos viviendo si no somos capaces, como él, de desenredar la madeja que nos impone un metafórico y poderoso Minotauro, para quien Lebensraum constituye, sin lugar a dudas, un sui géneris y conmovedor hilo de Ariadna.

 

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