Llovizna  por momentos en algunos lugares de la geografía cubana. Sin embargo, nadie deja los puestos que ocupan desde muy temprano, a lo largo de la ruta que recorre la Caravana de la Libertad, el cortejo fúnebre que lleva los restos mortales del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Y mientras unos esperan, otros han vuelto a sus actividades, pero en el aire todavía queda el eco de los vivas a Fidel y son inolvidables las muestras de respeto evidenciadas al paso del armón, ocupado en su centro por la urna de cedro cubierta por una bandera cubana y rodeada de hermosas flores blancas.

Se va Fidel, pero se queda, Él que nos llevó a la lucha, Él que nos dejó el triunfo, son algunas frases que escuchamos, porque cualquier cubano lleva en sí la huella de lo que ha significado de bueno la Revolución a lo largo de sus casi 57 años, la mayor parte de ellos lidereados por quien hoy está ausente físicamente.

La Habana amaneció en silencio, aunque miles de personas le robaron el despertar al alba. Sobrecogedoras fueron las primeras imágenes transmitidas por la televisión cubana, porque tanta solemnidad, amor y tristeza no es posible imaginar que quepan en espacios reducidos. Se expande por los kilómetros y kilómetros recorridos ya por la Caravana de la Libertad y no tendrá fin ni con las honras de inhumación en el querido Santiago de Cuba, cerca de las montañas, al lado del Apóstol que tantas veces inspiró al adalid.