Fidel y la construcción de la utopía (II parte y final)

Fidel y la construcción de la utopía (II parte y final)

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En la continuación de la Jornada Científica Anual de la Sección de Ciencias Sociales de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), la cual se dedicó a rendir homenaje al 90 cumpleaños del Comandante en Jefe, se escucharon varias ponencias que despertaron el interés de los participantes, reunidos en el Instituto de Literatura y Lingüística de la capital cubana. El evento se organizó bajo el título Revolución y socialismo en el presente: reflexiones desde el pensamiento y la obra de Fidel Castro.

El segundo panel, con el Dr. Gerardo García Barceló, Profesor de la Universidad Pedagógica Enrique José Varona y presidente de la Sección de Educación y Cultura de la SEAP como moderador, contó con las exposiciones de los doctores Lesbia Cánovas, Presidenta de Honor de la Asociación de Pedagogos de Cuba; Mildred de la Torre, del Instituto de Historia y miembro de la Junta de Gobierno de la SEAP; Orlando Cruz Capote, del Instituto de Filosofía y miembro de la UNEAC y Fabiola Bueno Sánchez, coordinadora de la Sección de Medio Ambiente de la SEAP.

Mildred de la Torre se refirió a Palabras a los intelectuales. “Me interesa provocar el debate en torno a aquel encuentro”. La doctora Isabel Monal, Premio Nacional de Ciencias Sociales y presidenta de la Cátedra de Estudios Marxistas Julio Antonio Mella, motivada por esa presentación, realizó comentarios de gran valor, desde su condición de participante en esas reuniones celebradas en junio de 1961 en la Biblioteca Nacional y de directora fundadora del Teatro Nacional.

Esa institución jugó un papel significativo en la promoción de la política cultural en esos años, impulsando la creación del movimiento de artistas aficionados, los instructores de arte, el teatro para niños o el surgimiento del Conjunto Folclórico Nacional.

“Veo a Palabras a los intelectuales en su doble condición de punto de llegada y partida.  No se puede soslayar el contexto en que se produjeron aquellos encuentros y las acciones previas promovidas por la Revolución en este frente, como la inauguración de Casa de las Américas, el ICAI o el Ballet Nacional, cuya génesis ésta en la obra emprendida por Fernando, Alberto y Alicia Alonso desde finales de la década del cuarenta”, acotó.

“Recuerdo cuando Fidel asistió, en una sala Covarrubias del Teatro Nacional repleta, a la presentación de la obra La ramera respetuosa, junto a Jean Paul Sartre. Nos dijo al final a un grupo de compañeros: ´No sabía que a estas actividades asistían tantas personas´. También el momento en que dialogó con uno de los compañeros de la cooperativa Enrique Hart, y ello devino en embrión del Movimiento de Instructores de Arte. Nada de eso puede quedar al margen”, prosiguió en su exposición, la cual hizo que una de las participantes propusiera que la reconocida filósofa escribiera esas memorias. [1]

Orlando Cruz Capote, del Instituto de Filosofía y miembro de la UNEAC
Orlando Cruz Capote, del Instituto de Filosofía y miembro de la UNEAC

Cruz Capote dedicó su ponencia a, “La trascendencia del ‘intelectual orgánico’ en la Revolución Cubana y el compañero Fidel Castro Ruz, su líder histórico”. En ella señaló: “Los que laboramos en Cuba desde las ciencias y saberes científicos: la filosofía, las ciencias sociales y las humanísticas, no pretendemos ser los “únicos” intelectuales orgánicos de la Revolución Cubana, como se expresa de forma absoluta e incorrecta, sino que lo hacemos, en la mayoría de los casos, con los instrumentos teóricos, metodológicos y prácticos de lo mejor de las tradiciones históricas, políticas y culturales de la nación; la ideología mambisa y la síntesis del pensamiento y la práctica de José Martí, articulado al marxismo revolucionario -que contiene a los marxismos y marxistas en plural, incluido per se al leninismo, sus coterráneos y contemporáneos-, con la presencia de las primeras sublevaciones indígenas y las rebeliones de esclavos”.

A esta valoración añadió: “También, procuramos asumir, electivamente, las experiencias, los saberes y la práctica revolucionaria universal y latinoamericana  y, de esta última, retomamos en la actualidad las ideas de la teología y la filosofía de la liberación, la educación popular, el pensamiento social crítico y las formas de hacer política por los novedosos movimientos sociales y políticos, que aún lidian por articularse, que la realizan ‘desde abajo’, es decir como nuevas formas de construir -deconstruir y reconstruir- poderes y saberes horizontalmente, incluyendo el de los pueblos originarios, en los escenarios específicos de sus países, pero que pueden ser adquiridos-adoptados críticamente, con humildad y modestia. Lo que conforma un eterno y continuo proceso de aprendizaje y desaprendizaje, el cual contiene sus inevitables rupturas superadoras, sin evitar posibles estancamientos y reveses”.

La profesora Lesbia Cánovas introdujo el audiovisual sobre el Comandante en Jefe, Soldado de las ideas, estrenado en el programa televisivo Mesa Redonda, el pasado 3 de septiembre. Comentó además sobre el humanismo como principio aglutinador del ideario educativo de Fidel. “Él promovió la educación para todos sobre la base del estímulo al esfuerzo. Ello implica la participación de cada sujeto social, individual y colectivo, como parte de un infinito proceso en que todos aprenden y enseñan”.

Trajo a colación además algunas de las valoraciones que el líder revolucionario formuló sobre este aspecto, entre ellas la que afirma: “Educar es sembrar valores y desarrollar una actitud ante la vida. Es sembrar sentimientos y buscar todo lo bueno que puede estar en el alma de un ser humano”.

La doctora Bueno Sánchez, por su parte, profundizó en el pensamiento de Fidel sobre el medio ambiente, y en la necesidad de desarrollar acciones integrales para la preservación de la naturaleza. Tomó como eje de su exposición las palabras del líder cubano en la Cumbre sobre el tema desarrollada en Río de Janeiro en 1992, la cual tuvo un extraordinario impacto, por la forma en que examinó la compleja situación existente y, principalmente, por las propuestas que realizó para revertir dicho panorama. “Sus alertas sobre estos asuntos, aclaró, se remontan al Programa del Moncada”.

En la fecha conclusiva de este evento científico se organizó un panel para proseguir incursionando, desde disímiles aristas, en el universo fidelista.  El mismo estuvo integrado por los doctores Camilo Rodríguez Noriega, profesor de la Escuela Superior del PCC “Ñico López” y Vicepresidente de la Sección de Ciencias Sociales de la SEAP (quien fungió como moderador); Francisca López Civeira, profesora de la Universidad de La Habana y vicepresidenta de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), Lissette Mendoza, de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas; Elier Ramírez Cañedo, de la Asociación Hermanos Saiz,   y coordinador del blog Dialogar, dialogar, y la propia  Isabel Monal.

Isabel Monal, Premio Nacional de Ciencias Sociales
Isabel Monal, Premio Nacional de Ciencias Sociales

Cada una de estas presentaciones resaltó el papel desempeñado por Fidel en  diversos ámbitos y contribuyó a brindar argumentos sobre diferentes momentos históricos, algo que agradecieron los participantes, vinculados de una u otra manera a quehaceres docentes e investigativos.

La profesora López Civeira, retomó varias ideas expresadas en trabajos anteriores para adentrarse en la época en que el joven recién egresado de bachillerato en el Colegio de Belén, se incorporó oficialmente a la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana, el 4 de septiembre de 1945.

“La universidad donde Fidel se registró era muy compleja. En ella existía el bonchismo universitario, fenómeno muy conocido en ese período, desarrollado por alumnos que por la fuerza o por la vía de la amenaza y el chantaje trataban de obtener privilegios, posiciones, y de apoderarse de la institución. Ante tal situación, Fidel, junto a otros de su misma generación como Alfredo Guevara, dirigente de la FEU en ese tiempo, encararon la situación.

“Su actitud le provocó presiones físicas y amenazas muy fuertes, incluso de muerte, por parte de la mafia que controlaba la casa de altos estudios. Llegan hasta prohibirle la entrada al centro. Dispuesto a desafiar tamaña deshonra vuelve a la colina. Así empieza la etapa que Fidel llama su primera y peculiar lucha armada contra el gobierno y los poderes del Estado”.

En otro momento destacó que: “Otro hecho significativo, el cual Fidel dirigió y formó parte, fue preservar la campana de la Demajagua, pues el gobierno quería utilizarla para campañas politiqueras, pero los veteranos de la guerra de independencia, se opusieron a tal oprobiosa decisión. Fidel Castro junto a Lionel Soto y otros conversaron con los combatientes y fueron a buscarla”. [2]

Ramírez Cañedo, dedicó su exposición a desmontar varios mitos que persisten a nivel internacional en torno al papel desempeñado por Fidel con respecto a las relaciones con Estados Unidos. Compartió con el público varias de las ideas presentadas en otros encuentros, sobre las que hay que volver, en el afán de aclarar la verdad histórica.

“Cuando se revisa la documentación cubana y estadounidense del período es sorprendente la cantidad de tiempo que el Comandante en Jefe dedicó durante años a recibir y conversar con congresistas y personalidades de la política norteamericana. Si Fidel no hubiera creído que era importante este tipo de encuentros para buscar un mejor entendimiento entre ambos países, no hubiera invertido en ellos ni un minuto de su preciado y limitado tiempo.

“Lo cierto es que el Comandante en Jefe llegó a convertirse en poco tiempo en el mayor experto cubano sobre los temas relacionados con los Estados Unidos, nadie mejor que él llegó a comprender el funcionamiento del sistema político norteamericano, su dinámica interna y política exterior. En ello también está la clave de la sobrevivencia de la Revolución Cubana a todas las variantes de política agresiva diseñadas e implementadas por diez administraciones estadounidenses. Fidel ratificó la máxima que sostiene que mientras más se conoce al enemigo, mejor se está preparado para enfrentársele”.

El investigador también se adentró en otra cuestión objeto de tergiversaciones: la que plantea que no se avanzó más durante las administraciones de Gerald Ford y James Carter porque al líder antillano “le interesó más el papel de Cuba en África que la normalización de las relaciones”.

El Doctor Elier Ramírez Cañedo, de la Asociación Hermanos Saiz, y coordinador del blog Dialogar, dialogar.
El Doctor Elier Ramírez Cañedo, de la Asociación Hermanos Saiz, y coordinador del blog Dialogar, dialogar.

Sobre ello aclaró: “Este enfoque desvirtúa los hechos y sobre todo desconoce la estrategia cubana en política exterior de aquellos años y los móviles de su liderazgo histórico. Fidel jamás vinculó ambos temas. Él manejaba el proceso de normalización de las relaciones con los Estados Unidos y el internacionalismo de Cuba en África como cuestiones independientes. Ambas de extraordinaria importancia estratégica para Cuba en el plano internacional. Fueron los Estados Unidos los que establecieron esa conexión funesta”.

Para corroborar dicha afirmación se apoya en el testimonio de Wayne Smith, quien dirigiera la Sección de Intereses de EE.UU., en La Habana durante los dos últimos años del gobierno de Carter.

“Pero el hecho de que Castro no le hubiera dado la espalda al MPLA –plantea Smith- no representaba una falta de interés en mejorar sus relaciones con los Estados Unidos. De haber sido así, el estímulo brindado por los norteamericanos a las incursiones de las tropas de Zaire y Sudáfrica también hubiese sido un indicio de cinismo de los propósitos del acercamiento de los Estados Unidos hacia Castro. Quizás él así lo pensó, pero optó, en la práctica, por mantener los dos asuntos separados y continuar con el acercamiento, pese al respaldo concedido por los Estados Unidos a las fuerzas que se oponían a los amigos de Castro en Angola”.

Resumiendo este particular, afirmó Ramírez Cañedo: “Una lógica más equilibrada del análisis nos lleva a la conclusión de que fue el gobierno de los Estados Unidos al que le importó más sus intereses geopolíticos enfrentados a la URSS –especialmente en África- que la normalización de las relaciones con la isla caribeña”. [3]

En el epílogo, la doctora Olga Fernández Ríos, presidenta de la Sección de Ciencias Sociales de la SEAP, resaltó que: “En el núcleo esencial del pensamiento de Fidel está el tema del poder político. Siempre supo que no bastaba con destruir el viejo orden establecido antes de 1959.  De igual manera tuvo claro que construir un nuevo tipo de poder, y de relaciones sociales, era algo mucho más complejo. Es admirable su pasión en el campo educacional, como instrumento decisivo para edificar ese nuevo poder. En Fidel existe una proyección política integral verdaderamente impresionante”.

 

[1] En la actividad central convocada, justo en el aniversario 55 de Palabras a los intelectuales, varias figuras de la cultura nacional se refirieron a la trascendencia de este documento. Miguel Barnet, presidente de la UNEAC y el más joven de los participantes en aquellas reuniones, expresó ahora en la propia Biblioteca Nacional: “Ese día había todo tipo de tendencias, no solamente ideológicas sino estéticas y Fidel supo hablar de libertad de expresión, supo unir a todos esos intelectuales que todos eran mayores que él. Yo con 21 años en aquel momento, estaba al lado de esos intelectuales, con esa información que estaba recibiendo acá y después en el Instituto de Etnología y Folklor. El 30 de junio fue un día luminoso porque Fidel es un iluminado y dijo, todos los que quieran a la Revolución van a estar con nosotros; dentro de la Revolución todo contra la revolución nada. Esta frase fue tergiversada, mal interpretada porque creo que cuando dijo eso también afirmó que la Revolución tiene la obligación y el derecho a defenderse y ser revolucionario es defender la cultura. El lema más importante de Palabras a los intelectuales es defender la cultura y no otro. No sé quien puso el título de Palabras a los intelectuales. Los intelectuales son también los científicos, los médicos, los ingenieros, los filósofos, los que están en la Academia de Ciencias y son nuestros colegas. Estas fueron palabras a los escritores y artistas de ese momento”.  Miguel Barnet: “Fidel nos enseño a perder el miedo”, en: Se dice cubano. Un espacio para el pensamiento descolonizador, No. 11, Año 2016, pp. 25-29.,en: http://www.uneac.org.cu/sites/default/files/pdf/publicaciones/se-dice-cubano-11-2016.pdf

[2] Ileana Labaut López: “Forja de un cubano rebelde” (Entrevista a la Dr. Francisca López Civeira), en: Verde Olivo, Edición Especial dedicada al 90 cumpleaños de Fidel, Año 1957, número 3, junio de 2016, pp. 42-44.

[3] Elier Ramírez Cañedo: “Fidel Castro y la normalización de las relaciones con los Estados Unidos”, en Cuba Socialista, 4ta época, No. 2, mayo-agosto 2016.

* El autor es Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.

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