El fácil perdón incita el delito

El fácil perdón incita el delito

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La rebaja de precios agropecuarios y el control estricto de la medida deben contribuir a esto: un mayor surtido de productos en los mercados. Foto: Eddy Martin
La rebaja de precios agropecuarios y el control estricto de la medida deben contribuir a esto: un mayor surtido de productos en los mercados. Foto: Eddy Martin

 

Una idea me aguijonea inmisericorde, y no es nada nueva: cada vez gana mayor fuerza en el terreno de los servicios en el país la impunidad y la desprotección a la población, en franca oposición a los esfuerzos gubernamentales por hacer más plausible la vida del cubano de hoy.

Usted va a su panadería y en muchísimas ocasiones se encuentra con el ya consabido problema de la mala calidad. En la bodega, prácticamente,  el bodeguero abre o cierra su unidad a la hora que le parece.

Si necesita abordar el ómnibus, este se detiene donde le da la gana a quien lo conduce, y por demás, en casi todas las rutas, sin pudor, a cualquier hora, abundan los falsos conductores que manipulan ilegalmente el importe del pasaje.

Si se le poncha una goma a su auto, pues “la gracia” le podría costar hasta 50 pesos; si quiere comprar una cerveza Cristal o Bucanero bien fría ─como debe ser─ difícilmente la encuentre a no ser en algún centro privado; si viaja por la Autopista Nacional y tiene deseos de hacer “pisss”, no se le ocurra detenerse en el Conejito de Aguada, pues allí lo natural le costará 1 peso cup.

A pesar del extraordinario esfuerzo nacional en importaciones de piezas de repuesto para televisores, ollas de presión, refrigeradores y otros artículos adquiridos para garantizar un mayor ahorro energético, podría sentirse dichoso si encuentra la pieza requerida por su televisor, o la máquina de su refrigerador, o la pieza de su olla Reina en alguno de los talleres encargados del arreglo.

Claro, si camina unos metros y se va a algún “particular”, de seguro hallará lo que busca, pero a un precio muy por encima del establecido oficialmente. Eso, sin ponernos a pensar de dónde salió la citada pieza o aditamento.

En cualquier esquina se venden las jabitas de nylon a peso, pero es realmente lamentable que alguien le compre al Estado 200 jabas a 0.50 centavos y a solo 10 metros del lugar las revenda al doble de ese precio.

Mientras eso sucede, numerosos revendedores, trabajadores de los servicios, gastronómicos, del comercio, choferes de taxis y otros muchos buscavidas viven “haciendo de las suyas”, pues “a río revuelto, ganancia de pescador”, como asegura el dicho.

Así sucesivamente, en una lista poco menos que interminable y donde de seguro resultará casi imposible encontrar un servicio público donde no hallemos una muestra de escarnio a lo que dictan las buenas maneras y las listas oficiales de precios.

Lo más traumático y difícil de entender, es que aunque existan quejas y discusiones, altercados a veces violentos, en  fin, problemas de mayor o menor grado, generalmente continúa sucediendo lo mismo. Pareciera un mal imposible de eliminar o algo con lo que hay que acostumbrarse a vivir.

Hace unos pocos meses una importante decisión gubernamental vino a alegrar el bolsillo de los pobladores de la isla: rebaja de precios minoristas de productos agropecuarios y otros incluidos en una larga lista de mercancías que se comercializan en tiendas recaudadoras de divisas (TRD).

Desde entonces son innumerables los favorables comentarios por esa medida, pero con frecuencia creciente proliferan las maldades de vendedores y directivos de mercados y unidades de venta agropecuaria, amén de otros infortunios en las TRD. Y se  generaliza una pregunta: ¿qué hacen, dónde están los inspectores y autoridades encargadas de hacer cumplir lo establecido?

Tales maldades constituyen delitos y me convenzo cada vez más que las normativas gubernamentales no surtirán el efecto deseado si no van acompañadas de una rigurosa aplicación de sanciones, de todo tipo y cuantía, a quienes de una manera u otra conspiran contra sus propósitos.

Una y otra vez compruebo que quienes estafan a la población, digamos en las unidades agropecuarias, lo hacen a partir de la impunidad que rodea su accionar, a la vista de todos, y de todas las autoridades. Parecería que supieran que en el peor de de los casos serían expulsados y mañana podrían aparecer en el centro aledaño. ¡Y haciendo lo mismo!

Si esa persona supiera que de ser sorprendido tendría que cumplir años de cárcel  u otra sanción equiparable con su maldad, de seguro no proliferarían con tanta fuerza los males mencionados. Pedimos el cumplimiento exacto de la ley, no una cruzada, que todos sepan que no pueden actuar contra el pueblo ni contra las medidas gubernamentales protectoras de las mayorías.

Como nadie en el mundo, Cuba puede vanagloriarse de su bondadosa generosidad; pero no puede ocurrir que alguien incurra en los delitos señalados y el castigo que reciba no sirva para disuadir a otros a cometer similares desvaríos.

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4 comentarios en El fácil perdón incita el delito

  1. Me parece muy correcto éste artículo pero se seguirá 50 años más y se continuará hablando de lo mismo, sencillamente porque no hay voluntad de acabar con estos abusos. Un país que ha desafiado un bloqueo tantos años, que ha vencido una invasión en 72 horas, que ha sido capaz de desarticular tantos intentos de asesinatos, sabotajes, etc, es que me van a decir que no es capaz de acabar con ésto. Yo no me lo creo.

  2. ¿ los esfuerzos gubernamentales por hacer más plausible la vida del cubano de hoy?

    dónde y en qué pueden verse esos esfuerzos, ah, revitalizando instituciones de salud, educacionales, porque en todo los demás servicios la atención gubernamental, y el papel de las autoridades son pésimos, pésimos y otravez pésimos

  3. Te doy toda la razón, Gabino. Lo peor de todo es que las autoridades no te van a hacer caso a lo que dices.
    Ni el gobierno y Partido municipal o provincial, ni la policía, ni los inspectores (si es que existen)te van a dar una respuesta a lo que exiges.

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