Canto en las manos

Canto en las manos

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María en plena labor. Foto: Cortesía Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca en Manzanillo
María en plena labor. Foto: Cortesía Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca en Manzanillo

 

Conocer de forma instantánea las virtudes y fortaleza de María Arsenia Ortega García, es lo que ocurre cuando alguien pregunta por ella en la Empresa Pesquera e Industrial de Granma, Epigran.

La entidad tiene como objeto social la captura e industrialización de especies marinas inocuas de alto valor nutritivo tales como camarón, pescado, ostión y pepino de mar. Para ello utiliza como fuente las bondades de la zona del golfo del Guacanayabo.

Y es de esta manera, entre especies marinas que cambia a rubros exportables, donde María, o Nena, se ha convertido en una de las mejores trabajadoras del país: una mujer que encuentra placer en el trabajo porque siente que a él se debe.

“Lo que ella hace en la industria es de los procesos más difíciles: la clasificación de camarones”, comenta Julio Castillo Agüero, jefe de esa línea productiva.

“Se especifican nueve tallas del marisco según tamaño y peso, y en el proceso se van echando en canastas que corresponden a cada una de estas medidas. Se requiere de mucha habilidad y maña porque se debe ser casi exacto. Nena en este proceder es excelente. Debo agregar que ella es integral porque lo mismo clasifica que luego empaca o filetea pescado. Cuando uno la ve trabajar, con esa alegría que le caracteriza, no puedes dejar de pensar que si naciera otra vez volvería a hacer lo mismo, e incluso en este lugar”.

Pero no solo hace galas Nena de sus pericias en la mesa de clasificación de camarones. Otras cualidades la hacen ser querida y admirada.

“Es maravillosa. A veces cuando estamos agobiados por el trabajo ella nos sale con un cuento o nos improvisa una canción. Es asombroso cómo lo hace y lo que logra en nosotros de manera inmediata. También es buena madre, amorosa y sacrificada en el hogar”, explica emocionada Salvadora López Rivera, su amiga y compañera.

Nena, sin tapujos

Cuando supe lo que hacía, y una vez frente a mí, no pude evitar observar sus manos: esa importante parte del cuerpo que dice siempre lo que somos o cuánto valemos. Son, sin duda, manos hermosas.

Una entrevista, devenida plática casi improvisada, me hizo constatar lo que ya había escuchado de Nena, incluso mis primeras impresiones.

¿Cuáles fueron los inicios de su vida laboral?

Hace 39 años comencé a trabajar y fue justamente aquí. Entré como clasificadora, pero por cuestiones organizativas me mandaron para otra línea de producción y luego a otra. De esa manera pasé por todos los puestos hasta volver al inicio, que es lo que hago en estos momentos.

Mi vida ha sido el combinado. El trabajo lo he desarrollado con tanto amor que forma parte inseparable de mí. En los primeros años íbamos a cortar caña por la mañana debido al llamado que se nos hacía a nivel de país. Luego entrábamos a la industria al mediodía hasta las nueve o diez de la noche pues trabajábamos horas voluntarias. Actualmente nos piden un esfuerzo extra cuando entra el camarón y nunca decimos que no. Lo más importante es la producción.

¿Cómo realiza el trabajo?

Lo llevo de la mejor forma. Me gusta lo que hago, dar mi aporte y sobre todo compartir con mis compañeros. Siempre estoy contenta y en el lugar que me necesiten, ahí me tienen.

A veces he hablado de jubilarme y quienes laboran conmigo dicen que es una locura porque no me imaginan en casa sin hacer nada. Algo sí sé: el trabajo es de sacrificio, pero el respeto que logras, el cariño y hasta el compromiso que vas creando, es la recompensa.

¿Cuál es su incentivo al levantarse cada mañana?

Precisamente ese: trabajar. De verdad amo lo que hago y con los años que tengo puedo afirmar que en realidad el trabajo hace al hombre, lo prepara, le da herramientas no solo para la subsistencia sino para la práctica diaria, le hace el cuerpo más fuerte y la mente más hábil. Para mí trabajar es también placer.

Teniendo en cuenta el encargo estatal de la empresa, usted contribuye directamente a la economía del país. ¿Cómo se siente en relación con ello?

Satisfecha. Nosotros somos parte de ese resultado y es lo que nos motiva cada día más. Actualmente procesamos el camarón marino y de cultivo, con un rendimiento hasta del 97 por ciento. También lo hacemos con el pescado, el pepino de mar y el ostión, el cual, por sus características, es muy fuerte para las mujeres.

La mayoría de estas producciones tienen mercado en la Unión Europea, y allí cuando lo prueban no solo enjuician a los manzanilleros, sino a toda Cuba; es por eso que nos esmeramos en consolidar la calidad. En ese sentido tenemos una alta responsabilidad.

Cuando le hago alguna pregunta sobre usted me responde en plural…

Me gusta pensar en colectivo, y es que sin el esfuerzo de mis compañeros mi trabajo no sería nada. Somos muy unidos y me agrada sentirme como un eslabón más de la cadena; así somos más fuertes. Creo que es la mejor manera para el desarrollo, imbricar unidad y respeto.

El desarrollo de Epigran ha transcurrido ante sus ojos, ¿cómo lo valora?

María Arsenia Ortega García. Foto: César A. Rodríguez

María Arsenia Ortega García. Foto: César A. Rodríguez

 

Cuando comencé a trabajar la empresa estaba recién fundada y las condiciones eran mínimas. En ese momento no alcancé a imaginar que vería una industria como la que tenemos. Hoy es un centro maravilloso con tecnología moderna y novedosa. Lo importante para mí es que ese fruto también proviene de mis manos porque lo ayudé a construir palmo a palmo durante los intensos trabajos voluntarios.

¿Cómo conjuga trabajo y hogar?

Tengo tres hijos y seis nietos y es en ellos que pienso cuando trabajo o cuando recibo algún reconocimiento. Luego de una jornada de 12 horas, que llego a casa, les corresponde entonces a ellos toda mi atención y cariño. Les agradezco su apoyo para ser quien soy.

¿Existe algún secreto que le permita mantenerse activa?

Dicen que las personas cuando trabajan mucho se mantienen así: con ímpetu y cierta juventud. No es un secreto, pues quienes me conocen saben que trabajar ha sido mi vida. El resto es conservar la alegría y el buen ánimo. No desestimularse nunca aunque la tarea parezca imposible, siempre se pueden lograr los propósitos.

Constantemente estoy alegre y cantando, incluso me he presentado en festivales de aficionados para trabajadores de la pesca; no he ganado pero he llegado allí con coraje y ha sido algo nuevo que he disfrutado.

¿Qué pediría si en honor a sus méritos se le concediera un deseo?

Que Epigran siga creciendo, sea más eficiente e incremente su aporte al país. Por eso siempre ayudo a los jóvenes cuando se incorporan a las líneas de producción. El conocimiento es para compartirlo, sobre todo si es para un bien común. Aquí fue donde me formé, donde logré una parte importante de lo más valioso que tengo y donde he dejado mi ejemplo.

¿A quién dedica el resultado de su esfuerzo?

A Fidel, con toda la ternura y sacrificio que solo él merece.

Honor a su verdad

Desde 1984 María Ortega García se ha mantenido como Vanguardia Nacional y según expresa es una condición que pretende conservar.

Asimismo posee la Distinción Aracelio Iglesias Díaz, mártir del sector, la cual se entrega a trabajadores que en 25 años de labor ininterrumpida muestran sobresalientes resultados. Adornan además su pecho las medallas Jesús Menéndez y Lázaro Peña de Primer, Segundo y Tercer Grados. Y entre todas las condecoraciones preside la del Título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, colocado en su pecho el pasado 1º de Mayo.

Trabajo, méritos, vitalidad, alegría y amor parecen resumir la personalidad de Nena. La armonía entre el canto y la destreza de sus manos sorprende a todos cuantos la ven en plena acción para hacer crecer su industria, como la asume en sus mejores argumentos.

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