Hacer las cosas bien

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Para hacer bien las cosas hay que propiciar que los trabajadores, sobre cuyos hombros está la economía del país, sientan motivación por lo que hacen y propiciar ese sentimiento les corresponde. / Foto Modesto Gutiérrez, ACN.
Para hacer bien las cosas hay que propiciar que los trabajadores, sobre cuyos hombros está la economía del país, sientan motivación por lo que hacen y propiciar ese sentimiento les corresponde. / Foto Modesto Gutiérrez, ACN.

En la clausura del VII Período Ordinario de Sesiones de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional, el General de Ejército Raúl Castro expresó: “La velocidad de los cambios seguirá estando condicionado por nuestra capacidad de hacer las cosas bien, que no siempre ha sido así”.

En el proceso de actualización del modelo económico ese proceder resulta primordial. Cuando las acciones no propician alcanzar lo requerido, el avance se retrasa o queda estancado. Y todos conocemos qué significa hacer las cosas como están establecidas, normadas, orientadas…

En sus palabras, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros puntualizó además, la imprescindible necesidad de fomentar una cultura del ahorro y del aprovechamiento eficaz de los recursos disponibles. En ese sentido queda mucho por hacer, como también en el aprovechamiento de las reservas de eficiencia y productividad en los centros, las que son notables y no siempre se tienen en cuenta. En momentos como el actual, cuando la economía se resiente, hay que lograr el extra en cada accionar para mantener la vitalidad del país y reducir al máximo las afectaciones.

También el trecho es amplio en cuanto a la calidad. Las lagunas en ese sentido son enormes, no solo en las producciones, sino también en los servicios. El país asegura en el presupuesto anual sumas multimillonarias a los sectores sociales, como el de la salud, por ejemplo. Sin embargo, en muchos centros asistenciales la excelencia a la que se aspira, más allá del slogan, es aún una quimera, porque la actuación de algunos se apega más a la indolencia que a la profesionalidad y el buen trato y empañan el brillo de una obra majestuosa, una conquista extraordinaria que debe ser preservada por el bienestar de toda la sociedad.

Hacer las cosas bien significa además, entre muchos aspectos, aprovechar adecuadamente la jornada laboral y erradicar las indisciplinas que pululan en los centros, comenzar el trabajo y terminarlo a las horas indicadas y erradicar las salidas eventuales en demasía, a pesar de que los horarios de las unidades donde es imprescindible hacer gestiones personales de todo tipo no se adecuen aún al ritmo de vida de los ciudadanos, porque los intentos hechos al respecto han sido fallidos o no perduraron en el tiempo. Prima, como alguien escribió alguna vez, que “el cierre es a las cinco y pa’más nadie”.

Para que las cosas se hagan de manera adecuada debe fortalecerse la exigencia de quienes dirigen, pero sobre la base del ejemplo personal. Difícil o imposible es reclamarles a los integrantes de un colectivo que estén en sus puestos laborales a las ocho de la mañana, cuando el jefe principal llega a las nueve habitualmente o se ausenta sin justificación alguna. La autoridad se gana con la actitud cotidiana, no la confiere la responsabilidad asignada.

Y tiene que robustecerse el control de todo, sin excepción, máxime en aquellos lugares donde existen materias primas y productos de alta demanda en la sociedad. Son demasiados, como se ha señalado, los desvíos y hechos delictivos y de corrupción que solo han sido detectados por las auditorias o comprobaciones fiscales, porque en los centros las direcciones administrativa, política y sindical y los propios trabajadores no vigilan de manera adecuada y hasta se hacen los de “la vista gorda”, con la justificación de que la “lucha para vivir” justifica lo mal hecho. Hacer las cosas bien significa cerrar filas contra la indolencia y la tolerancia. Como afirmaban nuestros abuelos: “Pobres, pero honrados”. La moral y la dignidad deben estar siempre por encima de cualquier pretensión.

Para que la actualización del modelo económico cubano avance, de acuerdo con lo previsto, hay que ser más previsores en todos los sentidos y utilizar en mayor medida el pensamiento colectivo y la inteligencia. Los tiempos actuales requieren de reflexiones sabias para adoptar las decisiones más adecuadas y las rectificaciones a tiempo.

Para hacer bien las cosas hay que propiciar que los trabajadores, sobre cuyos hombros está la economía del país, sientan motivación por lo que hacen y propiciar ese sentimiento les corresponde, sobre todo, a la dirección administrativa y también a la sindical. Recientemente, el director de una entidad destacada del sector de las construcciones me aseguraba que a los miembros de su colectivo se les podía indicar la ejecución de cualquier tarea por difícil que fuera, porque están estimulados y tendidos correctamente.

Bien lo dijo el pensador y político indio Mahatma Gandhi: “Para ser exitosos no tenemos que hacer cosas extraordinarias. Hagamos cosas ordinarias, extraordinariamente bien”.

Acerca del autor

Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.

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