La izquierda frente a la agenda neoliberal

La izquierda frente a la agenda neoliberal

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El presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, asistió a la inauguración del XXII Encuentro del Foro de Sao Paulo. Foto: Alberto Nuñez
El presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, asistió a la inauguración del XXII Encuentro del Foro de Sao Paulo. Foto: Alberto Nuñez

 

El tema central que presidió el XXII Encuentro del Foro de Sao Paulo, recientemente concluido en San Salvador, expresa quizás la enseñanza más  directa que debe tomar la izquierda  latinoamericana y caribeña en su enfrentamiento a la arremetida imperial y de las oligarquías nacionales.

Sobre el poder popular en las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales de nuestros países opinaron centenares de participantes en el cónclave, convencidos de que en el acto de empoderar a los pueblos estará siempre la fórmula efectiva para lograr el gobierno, y una vez ahí, consolidarlo.

Porque la vida demuestra que no basta con ganar elecciones para ejercer el poder. Si un mérito indiscutible  tiene la izquierda es que en un buen  número de países le han ganado a la  derecha comicios  con las reglas establecidas por el formato burgués.

Pero de algo tiene que servir la experiencia. De los intentos de restauración neoliberal que acontece hoy  debemos extraer lecciones oportunas.  Particularmente el golpe de Estado en  Brasil nos enseña que un Parlamento  con notable presencia de diputados  faltos de ética y sentido de justicia  puede juzgar a una presidenta que no  ha cometido delito alguno.

Los episodios en el gigante sudamericano, como en otras naciones de la región, dejan claro que cuando las contradicciones son antagónicas la fórmula de  conciliación de clases no es posible. Y  que ya en el poder, los Gobiernos progresistas más allá de los alcances sociales,  deben priorizar una reforma al sistema  político; animarse a impulsar transformaciones de fondo en las que el protagonismo lo tenga el pueblo mediante su  participación activa. Así se hace valer la  hegemonía política e ideológica.

Una idea básica es plantearse la construcción de un proyecto  verdaderamente emancipador, pues al no  realizar modificaciones estructurales  y mantener el statu quo, los Gobiernos populares favorecen de manera  involuntaria el retorno de las fuerzas  conservadoras. Ejemplos sobran.

Medida esencial debe ser combatir con decisiones el monopolio mediático. Esas corporaciones controladas política y económicamente por grandes grupos de poder operan con actitud perversa en correspondencia con sus intereses.Foro de Sao Paulo

Si bien la lucha en este terreno contra las clases dominantes es muy desigual desde lo económico y también ideológico —tengamos en cuenta la dimensión del poder político que detentan  los medios hegemónicos y su capacidad  de manipular la información—, las fuerzas progresistas necesitan crear sus propios instrumentos de comunicación.

Envalentonada por recientes reveses de Gobiernos populares, la reacción  anuncia el fin de un ciclo histórico  progresista para abrir paso de nuevo  al propósito recolonizador llamado  neoliberalismo.

Como se ha advertido en muchas tribunas está en marcha la reconfiguración del Plan Cóndor en el continente. Ahora desde las nuevas formas de guerra no convencional, pero  con idéntico propósito de desaparecer   cualquier vestigio de revolución y progreso, de sumir a nuestros pueblos  en una amnesia colectiva que haga olvidar la historia y todas las tradiciones y valores que nos enorgullecen.

Ante esa realidad no queda otra respuesta que batallar desde las muchas razones que motivan a la izquierda. Y para ello resulta imprescindible  la identificación y voluntad de resolver  insuficiencias y errores que generan descontento en los sectores populares que componen la base social y optan por el voto de castigo, o cuando  menos la abstención de apoyo.

Momento de euforia para la derecha. ¡Qué ilusos son esos señores que se  creen más inteligentes que los pueblos!   Estos son sabios, es lo primero que ignoran tales personajes, como también  olvidan que ningún proceso es lineal y  la historia  registra lógicos zigzags, pero  las ansias de libertad y justicia encuentran sendero más temprano que tarde.

¿A quién van a engañar los actores del neoliberalismo, supeditados  al capital financiero transnacional, y  con probada participación en hechos   delictivos como corrupción, lavado  de  dinero, tráfico de influencia…? ¿Qué  credibilidad pueden lograr los representantes de ese explotador modelo  que concibe como mercancía elementales derechos humanos como el acceso a la salud y la educación?

Las voces de las mayorías se escucharon otra vez hace apenas unos  días en la capital de El Salvador: Más  poder popular, que es decir más democracia, y así hacer irreversible los  procesos revolucionarios.

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