Padres en cambio

Padres en cambio

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Ramon Rivero Pino, subdirector de Cenesex. Foto: Rene Perez Massola
Ramon Rivero Pino, subdirector de Cenesex. Foto: Rene Perez Massola

 

Papás que llevan a sus niñas o niñas a la escuela, a una consulta médica, asisten a las reuniones de padres, acompañan a su pareja durante el embarazo y el parto, participan en los quehaceres del hogar, son algunas de las manifestaciones más frecuentes de lo que especialistas definen como transformación en curso del ejercicio de la paternidad.

“Los modos de ser hombre, de asumir la masculinidad, transitan hoy de formas más tradicionales a otras más democráticas, lo cual tiene una expresión también en las prácticas paternas”, valoró el doctor en ciencias Ramón Rivero Pino, subdirector del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Este proceso aún no está al nivel que necesitaría la sociedad, porque esta mayor participación de los padres en la crianza de hijas e hijos con frecuencia no es suficientemente consciente, no responde a que el papá esté del todo convencido de que es su responsabilidad, y a veces es una presión que impone la emancipación de la mujer, todavía como una supuesta manera de “ayudar” a la madre, a la pareja”, matizó el doctor Rivero.

“Hay papás que lavan, planchan, cocinan, pero algunos casi que lo hacen a escondidas, o sienten la necesidad de justificar ante sus amistades que asumen estos roles como un apoyo, no porque les correspondan”.

Esta implicación más frecuente en las actividades domésticas, así como un vínculo más democrático entre el papá y su prole, o con la propia madre, es lo que define el también presidente de la sección de Masculinidades de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad como “un cambio transicional”.

La noción del padre típicamente proveedor de la familia, el que lleva la comida y el dinero a casa, también se ha ido transformando como consecuencia de la igualdad de oportunidades y retribución en el empleo que disfruta la mujer en Cuba.

Ya no es el hombre el único que tiene la responsabilidad y la posibilidad de aportar recursos para el hogar, lo cual no significa que todavía existan los padres que son solo proveedores o que se lo crean, amplió el subdirector del Cenesex.

Como ejemplo negativo, recordó la poca cantidad de papás que se acogen a la Ley de Maternidad para cuidar a los recién nacidos, en lugar de las madres.

La sociedad produce al tipo de padre que luego no quisiera

Durante la III Jornada de Maternidades y Paternidades Responsables que acaba de concluir el 17 de junio, el Cenesex desplegó por tercer año consecutivo un amplio programa de actividades educativas, científicas y de activismo social.

Esta iniciativa da continuidad a un programa nacional de idéntico nombre que durante años ha coordinado el Ministerio de Salud Pública junto con la Federación de Mujeres Cubanas, el cual ha tenido resultados positivos en aspectos como el seguimiento al embarazo, el acompañamiento a las madres por los papás antes, durante y después del parto; la responsabilidad común de la pareja en la educación de hijas e hijos, así como en la expresión de los afectos en el seno familiar, entre otros.

Un análisis de ese esfuerzo arrojó que no estábamos todavía dónde queríamos, y que existían deficiencias, reconoció el doctor Rivero Pino. Por ejemplo, roles sociales o derechos y obligaciones de madres y padres que no contribuían al buen desarrollo de hijas e hijos, de la propia pareja y en general de la familia. Tampoco había siempre un conocimiento sobre cuestiones elementales del ciclo de vida de los infantes, y persistían dificultades en la comunicación intrafamiliar, con el ejercicio de la autoridad, el irrespeto de los espacios personales y la toma de decisiones en el hogar sin contar con todos sus integrantes.

 

“La maternidad y la paternidad muchas veces aparecen solo como un proceso íntimo, privado, de bienestar personal —señaló—. Pero nuestras hijas e hijos son nuestro pueblo. Son la continuidad de la sociedad, de la nacionalidad, de la Revolución. Ser mamá o papá trasciende entonces lo individual, es una responsabilidad colectiva”.

En coordinación con los CDR, por ejemplo, este año imprimimos y enviamos 72 mil cartas a las mamás y papás del país, para realzar esta particular significación, explicó el especialista.

Hay mitos que debemos desmontar y tienen gran arraigo en nuestra cultura, como el de la exclusividad de la madre, que relega la figura paterna a un segundo plano de importancia.

“Los hombres, afirmó el experto, tienen la misma capacidad para la crianza, educación y cuidado de su descendencia que las mujeres. Si en la práctica no funciona así, no es por una condición biológica, sino social”.

A los mecanismos y prácticas socioculturales que excluyen a los hombres de estas tareas, le denominamos expropiación de la paternidad, conceptualizó.

“Como regla la sociedad muchas veces te aparta del placer de compartir con tus hijas e hijos, razona. Los hombres también necesitan y pueden expresar sus sentimientos, y no pocas veces nos privan de esa posibilidad desde pequeños, no nos lo enseñan. Luego la sociedad le pide al padre que sea afectuoso, no solo dé la mano, sino que abrace y bese a niñas, niños, adolescentes…

“Desde chiquitos a los varones les arrancan las muñecas de las manos, incluso con violencia psicológica y física. Les prohíben que jueguen a cocinar, lavar, planchar, limpiar, cuidar a los bebés, porque eso lo hacen las niñas. Y luego queremos que como hombres compartan esas tareas con las mujeres.

“La sociedad produce al tipo de hombre y padre que después critica, que después no quiere: es la tremenda paradoja de la paternidad”.

Los papás en los medios, las leyes y la ciencia

La propia celebración del Día de los Padres, aún con menos relevancia pública en comparación con los festejos para las mamás, es para el doctor Rivero Pino otro ejemplo de lo que todavía falta por avanzar en el reconocimiento social de la paternidad.

Llamó la atención sobre las referencias a los padres en los medios de comunicación masiva, internacionalmente, las cuales muchas veces están más asociadas a las críticas que al elogio.

Tampoco las normas jurídicas establecen en todos los casos condiciones equitativas para mujeres y hombres, sobre todo al momento de su aplicación, por quienes interpretan la ley, donde suele haber decisiones legales mecánicas en detrimento de los derechos de los papás, razonó.

Sobre los estudios de masculinidades y paternidad en el país, el doctor Rivero Pino consideró que hay mucho más investigaciones de las que aplicamos después en la práctica, aunque todavía no son suficientes.

Destacó en particular la labor de las cátedras de educación sexual en numerosas universidades del país, así como los empeños de sistematización desde el mismo Cenesex, que desde hace alrededor de tres años profundiza en el proyecto De las masculinidades hegemónicas a las paternidades emergentes.

Desde el 2015 y en lo que va del actual año, por ejemplo, resaltó la iniciativa de conjunto con la Central de Trabajadores de Cuba para desarrollar talleres en las provincias sobre masculinidad y paternidad, en colectivos laborales estatales y de trabajadores por cuenta propia.

La capacitación de dirigentes sindicales, la compilación de un catálogo de investigaciones cubanas sobre estas materias, y la realización de talleres nacionales con especialistas de los hogares y hospitales maternos, las casas de orientación de la mujer y la familia, y los técnicos deportivos que preparan a madres y padres para el parto, son otras experiencias valiosas de los últimos años.

Orientación sexual e identidad de género no determinan

No existe un condicionamiento mecánico entre la orientación sexual y la identidad de género de las personas y los roles sociales que desempeñan los seres humanos, responde categórico el doctor Rivero Pino.

Todas las personas, enfatizó, tenemos los mismos derechos a realizarnos como padres o madres, aunque no siempre ellos estén reconocidos y garantizados.

La práctica y las investigaciones demuestran que no necesariamente por ser heterosexual, una mujer o un hombre es mejor mamá o papá. Tampoco que alguien construya su identidad de género masculina, feminina, trans o incluso queer —si aceptamos este término— significa que vaya a ser bueno o malo como padre o madre.

El subdirector del Cenesex sostiene que todavía hay personas privadas de ese derecho, y eso es injusto, por lo cual la posición de esa institución es defender el término de paternidades y maternidades, en plural.

Cuando la sociedad aísla, no solo queda en una posición vulnerable la persona aislada, también pierde la sociedad, expresó el experto.  En el caso de Cuba es importante que cuidemos la unidad nacional, como lo hemos hecho siempre, pero no siempre en estos temas de la diversidad sexual.

Si la sociedad priva de algún derecho, discrimina, estigmatiza a determinadas personas, las violenta, y esto les puede restar implicación para defender un proyecto. Por eso abogamos por la integración social de todas las personas.

¿Cuál sería entonces el estado ideal del ejercicio de la paternidad?, le preguntamos finalmente al doctor Ramón Rivero Pino.

“Prefiero hablar del ideal posible de paternidad, que tendría en cuenta a los hombres en el sentido más diverso. Las personas que queramos ser papás, debemos ser conscientes de lo que significa, asumir esa condición con criticidad, implicarnos profundamente con una participación activa en lo que le corresponde a un papá: todo. Y elaborar nuestro proyecto de vida como padre no solo hacia dentro de la familia y del hogar, sino también para el bien de la sociedad en su conjunto. Y en caso de nuestro país, el ideal de paternidad tiene que ver, también, con la defensa de la Revolución”.

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