Preservar, defender y elevar la décima escrita

Preservar, defender y elevar la décima escrita

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Péglez preside el Grupo Ala Décima y dirige su sitio web Cuba Ala Décima. | foto: Tamara Gispert
Péglez preside el Grupo Ala Décima y dirige su sitio web Cuba Ala Décima. | foto: Tamara Gispert

Si hay un nombre del universo poético cubano que reúne en su vida y obra toda un área de creación, capital para la justicia y el entendimiento global de la escena lírica cubana actual, es el de Pedro Péglez González (La Habana, 1945). No solo es uno de los cultivadores de la décima escrita esenciales de los últimos tiempos, sino también su promotor más leal y eficaz. Disfruta de respeto y admiración en todo el país, y mucho más allá del país, en ambos costados —el artístico-literario y el organizativo- promocional. Nadie tan autorizado en Cuba como Pedro Péglez González para hablar de los valores, los obstáculos, los horizontes de la extraordinaria poesía que se ha escrito en décimas siempre y ahora mismo entre nosotros.

¿Crees que los cultivadores de la décima escrita reciben la suficiente atención de la crítica literaria cubana?

Ni los creadores de la décima escrita ni los de la décima oral improvisada. Estos últimos se quejan bastante de la inexistencia de una crítica especializada sobre su quehacer. Ellos, claro, tienen la ventaja natural de que su arte se realiza de inmediato, en el espectáculo, mientras que los escritores tienen que esperar, para la cristalización de su obra, por la posibilidad de la publicación en una revista, en una antología, o en —para muchos, un milagro cada vez más difícil— un poemario de autor.

Pero improvisadores y escritores están necesitados por igual de una mirada valorativa externa, con las buenas intenciones, por supuesto, que siempre deben acompañar a la verdadera crítica artística y literaria.

En el caso de la vertiente escrita, hemos terminado siendo los propios escritores los que hemos ensayado la crítica del fenómeno que nosotros mismos protagonizamos, y ya se saben los riesgos de ser juez y parte, sin desconocer la pequeña ventaja de ser enjuiciadores de una especialidad que nosotros conocemos mejor que los que no la ejercen. Ya sabemos también que todo en la vida tiene ventajas y desventajas.

Algunos afirman, incluso entre los propios decimistas, que en este momento la estrofa se encuentra detenida si se compara con sus exploraciones en el pasado inmediato. ¿Qué piensas de esta opinión?

Estancada, ha sido el término empleado (que es más o menos lo mismo). No me parece, como dicen ahora los muchachos. Pero sé que no es determinante que a mí me lo parezca o no me lo parezca. Lo que sí rechazo es lanzar un criterio con viso conclusivo, sin haber realizado un estudio. Hasta donde yo tengo información, no hay resultados de un estudio realizado que pueda concluir, ni que “la décima actual está estancada”, ni que “la décima actual no está estancada”. Entonces todo queda por el momento en el terreno de las percepciones.

Hace falta el estudio, con los instrumentos más científicos posibles, y con el acopio de toda la información que se necesita para ello, para poder llegar a conclusiones del estado actual real de la estrofa en su vertiente escrita. Y ese estudio va a chocar siempre con la descomunal falta de información que ha habido históricamente, y hay todavía, sobre las realizaciones de la décima escrita actual, incluso sobre esas “puntas de iceberg” que han sido los libros galardonados. Siempre pongo el ejemplo de que un volumen que en su momento significó un giro cualitativo, El mundo tiene la razón, de José Luis Serrano y Ronel González Sánchez (Premio Cucalambé 1995, Editorial Sanlope 1996) tuvo entonces una tirada de solamente 300 ejemplares.

Ciertos sectores afirman que no debe separarse la décima escrita de los concursos y otros fenómenos de la vida literaria del curso promocional predominante de la poesía cubana. Expresa tu acuerdo o desacuerdo y argumenta brevemente tu posición.

La discriminación de la estrofa (sin entrar ahora en largas disquisiciones en cuanto a los porqués de tal relegación) no ha desaparecido del todo, pero ya no estamos en la misma situación de una o dos décadas atrás. Por tanto, ya hay que desdramatizar un poco, pienso yo, todo este asunto: si hay concursos específicamente de décimas, eso nos conviene, pues en ellos se privilegia esa composición estrófica. Si un concurso dice que “convoca poesía (incluyendo décima)”, eso también nos conviene, y poco importa si antes ambos fenómenos daban testimonio de la discriminación de la especialidad: ahora, de lo que dan testimonio, es de la imposibilidad de soslayarla.

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