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¡Aquí están las mujeres!

Lutgarda Balboa Egües, combatiente clandestina, jefa del Batallón Femenino de las MNR en Cienfuegos, destacada educadora y dirigente revolucionaria. Foto: Modesto Gutiérrez, ACN
Lutgarda Balboa Egües, combatiente clandestina, jefa del Batallón Femenino de las MNR en Cienfuegos, destacada educadora y dirigente revolucionaria. Foto: Modesto Gutiérrez, ACN

 

17 de abril de 1961. Madrugada oscura, húmeda y violenta. Una brigada mercenaria había desembarcado por Playa Girón, con el propósito de derrocar el gobierno revolucionario y tomar el poder en Cuba.

Matanzas y Cienfuegos eran, como también lo son hoy, las ciudades más cercanas al sitio invadido.

Según recoge en un minucioso material el periodista e investigador Andrés García Suárez, entre las tropas que se movilizaron con urgencia estuvieron cinco batallones, formados por hombres, de la región cienfueguera. Sus números fueron 322, 323, 326, 336 y 339.

¿Quiénes protegieron entonces la ciudad?

“¡Aquí estamos las mujeres!”, fue la respuesta inmediata de las integrantes del Batallón Femenino de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), el cual había sido formado con anterioridad en Cayo Loco, uno de los escenarios principales del Levantamiento Popular Armado del 5 de Septiembre de 1957, pues allí radicó el Distrito Naval Central de la Marina de Guerra del gobierno de Fulgencio Batista (hoy sede del Museo Histórico Naval).

Algunas de sus integrantes han reseñado en diversos momentos que les resultó muy útil la preparación inicial cuando se constituyeron las MNR (26 de octubre de 1959). Primero fue un grupo pequeño, pero creció cada día. Han resaltado, entre otros muchos aspectos notables, la disciplina que reinaba. “Cuando daban la voz de ¡Atención!, ni las moscas se escuchaban”, dijo una de ellas en una entrevista.

El proceso de creación, según consta en los apuntes históricos, fue de forma voluntaria y con el objetivo de debilitar la contrarrevolución formada fundamentalmente por quienes eran, antes del triunfo revolucionario, parte de la burguesía (grupo social constituido por personas de la clase media acomodada).

Al Batallón Femenino le fue entregado el local ubicado en la esquina de Santa Cruz (avenida 58) y el Paseo del Prado (calle 37), en la Perla del Sur, para que funcionara como cuartel, el cual hubo que reconstruirlo durante largas horas de labor. Hoy radica allí la dirección provincial de Finanzas y Precios.

Las integrantes del Batallón eran fundamentalmente adolescentes y jóvenes. Fotocopia: Heidy López Figueroa

 

La destacada combatiente de la clandestinidad, educadora de generaciones y dirigente de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y del Partido Comunista de Cuba (PCC) Lutgarda Balboa Egües, quien fuera su jefa desde el momento fundacional, considera que la conformación de las Milicias Femeninas en Cienfuegos fue “un proceso provocado por las necesidades acumuladas, como consecuencia de una vida que surgía sin miedos, sin inhibiciones, donde los límites los fijaba sólo la disposición y el empeño de cada una para realizarse en una nueva colectividad, sin dejar de tener la disposición de usar las armas si peligraba el momento histórico”.

Rememora además, que eran en su mayoría adolescentes y jóvenes —aunque había mujeres de todas las edades—, las que se incorporaron decididamente.

“En los días de Girón cubrimos la retaguardia, mientras los hombres fueron a la primera línea de combate. Han pasado 55 años y muchas de ellas ya no están con nosotros”, señala.

Antes, durante y después de la agresión se ocuparon de limpiar y armar fusiles, de buscar a personas que donaran sangre para garantizar la atención a los heridos en los combates, de proteger transformadores eléctricos, gasolineras, centros de trabajos y otros puntos estratégicos de la ciudad, de patrullar la zona costera de Rancho Luna y de detener a contrarrevolucionarios.

“Habíamos dejado atrás el hogar, la familia y los hijos, pero era imprescindible dar el apoyo requerido. Cuba toda era un hervidero. No olvido que por un altoparlante convocaban el combate y se veía cómo salían los cienfuegueros decididos a luchar”, agregó.

“Nunca sentí miedo de andar con las armas. Era algo emocional que nos empujaba a ser audaces sin siquiera darnos cuenta ciertamente de que lo hacíamos. Creo que eso le dio una fuerza extraordinaria a la Revolución. Siempre estábamos en constante movimiento, en estado de alerta, en preparación combativa, y claro, con ese accionar adquirimos la experiencia que nos hacía falta”, afirma.

En los días de Girón elaboraron propaganda exhortando a derrotar al enemigo invasor.Fotocopia: Heidy López Figueroa

Todas estuvieron 75 días movilizadas.

El machismo, muy arraigado entonces en la sociedad cubana, dificultaba la integración de las mujeres a esos cuerpos armados, los que eran considerados inadecuadamente para ellas. La actitud de quienes integraron el Batallón Femenino de Cienfuegos demostró que supieron romper de un tirón con aquellas concepciones sociales y fueron, contra viento y marea, a donde las llamó el deber, fusil al hombro, para proteger la ciudad de Cienfuegos, mientras los hombres combatían en las arenas de Playa Girón.

(Agradezco la colaboración de la licenciada Heidy López Figueroa en la elaboración de este trabajo)

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