Los cubanos no renunciarán al territorio ocupado en Guantánamo

Los cubanos no renunciarán al territorio ocupado en Guantánamo

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Foto: Heriberto González
Foto: Heriberto González

 

Una de las cuestiones más sensibles en el complejo camino a recorrer hacia la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, es el relacionado con la devolución del territorio usurpado por este último país en territorio cubano, desde el 10 de diciembre de 1903.

Durante el desarrollo de la II Conferencia Internacional Con todos y para el bien de todos, que concluyó esta tarde en el Palacio de Convenciones de La Habana, sesionó un panel titulado La base naval norteamericana en Guantánamo: una afrenta a la soberanía nacional de Cuba y una violación del derecho internacional, moderado por el Doctor Joel Cordoví Núñez, Vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba (IHC).

Las exposiciones estuvieron a cargo del historiador Ernesto Limia Díaz; el Doctor Elier Ramírez Cañedo, investigador e historiador, y el Máster René González Barrios, presidente del IHC, cuyas intervenciones permitieron a los asistentes profundizar en las interioridades de un suceso que desde hace 113 años lacera la dignidad del pueblo cubano.

Una detallada explicación acerca de las argucias empleadas por los gobernantes estadounidenses para alcanzar el añejo anhelo de dominar el territorio cubano, permitió a los presentes comprender las ilegalidades que rodean la existencia de esa instalación, y sus impactos en el pueblo de la Isla en general, y en los habitantes de los orientales poblados de Caimanera, donde se encuentra, Boquerón y la ciudad de Guantánamo, en lo particular.

La aparición de este enclave fue posible por la adición a la Constitución de la República de Cuba, proclamada en 1901, de un apéndice que bajo el título de Enmienda Platt  e incluido en la  Ley de Presupuesto del Ejército de Estados Unidos para el año fiscal 1901-1902, abrió las puertas a esta nación sobre un territorio al cual consideraban su traspatio, y representaba una posición ideal para ejercer total control sobre los países latinoamericanos y caribeños.

Los constituyentistas cubanos encargados de redactar la Carta Magna, aprobaron su inclusión  en ella bajo la coacción y la amenaza de que, de no hacerlo, las tropas de ocupación establecidas en  Cuba tras la derrota del poder colonial no se retirarían.

Así la constitución cubana quedó “escoltada” por lo que, según Estados Unidos, debían ser las relaciones entre ambos países, igualmente violatorio porque los delegados a la Asamblea Constituyente no estaban facultados para aprobarlas.

Así la nación del Norte incurrió en una serie de violaciones del Derecho Internacional, e incluso del  Derecho Internacional Humanitario, cuando a partir de 2002 utilizó la base como centro de concentración, prisión, tortura, vejaciones y discriminación, en franca violación de los derechos más elementales de la especie humana; y de los derechos civiles y políticos de prisioneros que privó de todo acceso  a la justicia.

Un simulacro de abolición de la Enmienda Platt tuvo lugar en mayo de 1934, con la firma de un nuevo Tratado de Relaciones entre ambos países, que mantuvo vigentes las cláusulas 4, que validaba los actos realizados anteriormente por sus autoridades en la Isla, y la 7, relativa a la base naval.

La presencia de ese enclave militar ha tenido grandes impactos sobre la población, en especial en las más cercanas a él, pues significó la introducción del juego, la droga, la prostitución y otros vicios que laceraron la dignidad de nuestro pueblo hasta que la Revolución triunfante en enero de 1959 se encargó de eliminarlos. A estos se sumaban atropellos y crímenes que siempre quedaron impunes.

En noviembre de 1961, la Brigada de la Frontera, una unidad especial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), asumió la custodia de la frontera para garantizar la inviolabilidad del territorio no ocupado. A partir de ese momento desde el territorio ocupado se cometieron miles de provocaciones y violaciones que crearon un clima de tensión, e incluso ocasionaron  heridas graves a combatientes de esa fuerza cubana y la muerte de dos de sus integrantes. Desde 1994 reina allí un clima de distensión, que incluye encuentros mensuales entre las jefaturas de ambas unidades para coordinar acciones de interés común.

El pueblo de la Cuba jamás renunciará a su soberanía  sobre los 117, 6 kilómetros cuadrados que abarca la base, porque como expresó Fidel en una oportunidad, es un “puñal clavado en el corazón del pueblo cubano”.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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