En Argos Teatro:  centenario y actualizado Protocolo

En Argos Teatro: centenario y actualizado Protocolo

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Protocolo, dirigida por Celdrán con Argos Teatro, inició los festejos por el aniversario 20 de su compañía. En la foto, Paloma Zavala (Petra) y Ernesto Arias (Tomás), en una escena de la puesta. Foto: Denis Peralta
Protocolo, dirigida por Celdrán con Argos Teatro, inició los festejos por el aniversario 20 de su compañía. En la foto, Paloma Zavala (Petra) y Ernesto Arias (Tomás), en una escena de la puesta. Foto: Denis Peralta

 

De pie, y con reiterados ¡Bravo!, el público habanero ofreció prolongadas palmas al término del estreno de Protocolo, texto del joven dramaturgo Abel González Melo llevado a las tablas por Argos Teatro (AT) mediante una coproducción entre esa compañía que dirige el prestigioso teatrista Carlos Celdrán —recién electo Premio Nacional de Teatro 2016— y Artífice Escénico, de España, con los estelares trabajos de los actores madrileños Paloma Zavala y Ernesto Arias.

En una versión libre de Un enemigo del pueblo (En folkefiende, título original en noruego), de  Henrik Johan Ibsen (Skien, 1828-Cristianía, 1906)  —publicada en 1883—, Protocolo constituye una  suerte de acto de fe de González Melo en la creación ibseniana. Su puesta se produce unos meses  después del éxito que durante el último Festival de  Teatro de La Habana tuvo su adaptación de Casa de Muñecas, también de ese autor, que bajo el cartel de  Mecánica —premios Nacional de Dramaturgia José  Antonio Ramos, y Villanueva, de la crítica, ambos  de la Uneac—, igualmente dirigida por Celdrán, fue  uno de los espectáculos más elogiados en el referido  evento.

El propio Abel, considerado como el dramaturgo cubano joven más internacional, reconoce  que Ibsen “es ya una obsesión en mí”. Y tal vez  lo sea por los análisis y críticas que en torno a determinados fenómenos de carácter social recurren en la producción literaria del importante  escritor y poeta escandinavo, uno de los más influyentes en el drama  contemporáneo, precursor  del realismo moderno y del teatro simbólico.

Las actuaciones de Ernesto (Tomás) y Paloma (Petra), exponen sobre las tablas los difíciles  rejuegos psicológicos y temperamentales de sus  personajes, mediante un discurso actual y bien  estructurado que transita desde la ternura hasta  exaltados matices en sus estados anímicos.

Se trata de un entretejido de encuentros y desencuentros en los que el amor, los resentimientos,  el miedo, la mentira, el poder, la avaricia, los valores espirituales y la preservación de elementales principios éticos y humanísticos, se ponen de relieve en los diálogos entre la alcaldesa de una ciudad del Mediterráneo y su esposo, un reconocido médico especializado en la investigación de  las aguas de aquella zona, donde se ha construido  un balneario que ha devuelto el esplendor económico a la región y a sus habitantes.

Estrenada en Oslo en 1883, con sucesivas funciones desde ese mismo año hasta 1887 en casi toda  Europa, amén de su adaptación para Broadway en  1950, por el dramaturgo estadounidense Arthur  Miller, disímiles acomodos en el guion de Un enemigo… también han sido expuestos en Argentina,  Ecuador y otros países de Latinoamérica. En 1978,  el director George Schaefer la llevó al cine norteamericano (An Enemy of the People aka) con guion  de Alexander Jacobs y A. Miller, y las actuaciones  de Steve McQueen y Bibi Andersson.

González Melo cumple el anhelo de “escribir una obra para Ernesto y Paloma, quienes protagonizaron en el 2013 la versión española de Chamaco”, asimismo de él y dirigida por Celdrán. Y lo hizo  a partir de una pieza representada una pieza hace  diez años en Cuba bajo la dirección artística del  mismo teatrista.

Desde el año 1893 en Barcelona y hasta el presente Un enemigo… ha sido llevada a coliseos de diferentes ciudades hispanas. En 1981  se  transmitió una adaptación para Televisión  Española, por lo que el tema de esta pieza —que  tal vez pronto pueda disfrutarse en la Península  Ibérica—, es conocido por el público de ese país  donde hace nueve años se escenificó en el Centro  Dramático Nacional.

Las esencias del libro de Ibsen, recreadas por el autor de Protocolo, prontamente establecen comunicación con el público de cualquier latitud, a pesar  de las variaciones que González Melo introdujo al  texto original, concebido con unos diez personajes,  de los cuales solamente rediseñó dos, los esposos Petra y Tomás; aunque otros son enunciados a través  del discurso, como Hovstad, redactor de El Mensajero del Pueblo, quien tiene gran protagonismo en la  pieza del célebre noruego.

Tomás (el Doctor Stockmann, en el escrito primario), descubre una bacteria en el agua que se consume en un hotel de esa ribera del Mediterráneo, lo cual puede poner en riesgo la salud de los  visitantes que allí se hospedan e incluso la de toda  la población, por lo que advierte sobre tal peligro.  Esa acción lo enfrenta al poder de la ciudad, representado por la alcaldesa Petra, mujer de fuerte  temperamento cuyo nombre, en el libro de Ibsen,  realmente se corresponde con el de uno de los tres  hijos del galeno (Abel solo describe a un descendiente de la pareja). A través de ella se confrontan  intereses económicos que priman sobre el noble y responsable oficio de su marido.

Con notable síntesis, el autor de Protocolo establece un contrapunteo dramático entre los dos  personajes, a fin de sensibilizar al espectador  con un asunto de gran resonancia en estos tiempos, empeño en el que se establece una armónica  labor entre González Melo, Celdrán, Ernesto y Paloma, amén de los aportes de una escenografía  minimalista vinculada al sólido estilo de Argos  Teatro.

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