Infidente

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La breve y fecunda vida de José Martí es fuente permanente de nuevos acercamientos que, desde la contemporaneidad y a través de diversas miradas, permitan reverenciar la huella de un hombre imprescindible en la historia y la cultura de su tiempo y del tiempo por venir.

Dentro de ese noble empeño, se inscribe la novela Infidente (Editorial Letras Cubanas, 2015, 272 pp), de Nelton Pérez, obra galardonada con el Premio Alejo Carpentier 2015, de acuerdo a la decisión de un jurado integrado por Francisco López Sacha, Dazra Novak y Rafael de Águila.

El propósito del autor ha sido recrear, desde la ficción, un período poco conocido de la biografía del más trascendente revolucionario e intelectual del siglo XIX cubano: la estancia, de apenas dos meses y cinco días, en la finca El Abra, en Isla de Pinos, del joven José Martí, desterrado luego de su salida de la cárcel de La Habana por sus ideas a favor de la libertad de la patria.

Solo a partir de una exhaustiva y documentada investigación sobre el tema, así como de una amplia dosis de imaginación y dominio de los recursos narrativos, era posible contar una historia que, como resulta conocido, es apenas una simple referencia en los libros dedicados a la vida del Apóstol.

De ahí que Nelton Pérez estructure esta novela en tres niveles. Los dos primeros –que se desarrollan en 1870, durante aquellos pocos meses en que Martí vivió en la finca El Abra, junto a la familia Sardá— reflejan tanto lo que en realidad sucedió como lo que pudo haber ocurrido en esos pocos días.

Se apoya el narrador, para enriquecer la trama, en una colección de cartas –tanto enviadas como recibidas por Martí—, todas cuidadosamente redactadas, que son muestra de la seriedad y respeto que sustentan estas páginas. He aquí una de esas misivas, que Martí escribe a sus hermanas:

2 de noviembre 1870

El Abra, Isla de Pinos

Hermanas:

Para nombrarlas una a una omitiendo a la niña aún me tiembla la mano, y algo peor que la cal viva arde en mis ojos que ya nunca más la verán en busca de mimos y una historia para dormirse de boca de su hermano mayor: su Pepe. Hoy cumpliría cuatro añitos mi párvula y fiel di­funta, ya he asistido a misa esta mañana con doña Trina y recé oraciones por Lolita. También por Pilar. A ellas, como a mi pequeña Antonia y a ustedes, sé que les gustarían mucho las historias que tengo para contarles de esta isla donde tanto y tanto llueve, y pasan ciclones sin que allí en La Habana se tengan noticias siquiera o importe algo de lo que aquí ocurre o no. Antes de ser yo enviado acá, ¿sabían ustedes de la existencia de esta isla? No, solo los piratas y los pineros que son bien pocos. En esta isla casi nada acontece en verdad, ¿pueden imaginarse que en Nueva Gerona, una ciudad que hace llamarse tal, además de los deportados no hay ningún teatro ni ferrocarril? He descubierto que como no hay óperas ni vida nocturna para sanar el alma con algazara y festín, hay entre sus habitantes la extendida manía de mentir, y son muchos los que lo hacen con mucha gracia y don. Hay mentirosos increíbles, pero de todos destaca uno que en concurso de boca en boca aventaja por mucho a los demás y yo le he conocido en persona. Es un pescador de esponjas y bote a velas, que cuando viene a la orilla me tiene atento y respetuoso como exige él para poder escucharlo. Lo llaman el Barón Herrera, mas su nombre entre los marineros que lo acompañan es Antonio. Para que me crean a mí y respondan les enviaré cada vez que les escriba alguna de esas historias, que quiero me comenten su parecer. Yo escribiría de ellas para darlas a conocer en La Habana si fueran tiempos nobles, y si verdades horribles ya no bastaran para hacer infelices además de mí a quienes más me quieren en la vida. Por ello, de estas mentiras tan maravillosas solo las contaré a mis niñas, imaginando que en recompensa me escriban y sonrían, que es tan bueno para el alma joven que les anida en sus pechos.

Sean siempre buenas como son con mamá y papá, háganles descansar, y escríbanle pronto a quien tanto sueña con abrazarlas juntas y muy fuerte,

su Pepe

El tercer y último nivel de Infidente, que se desarrolla en los años ochenta de la pasada centuria, involucra a personajes reales y ficticios. Entre los primeros, aparece Raúl García Martí, sobrino del Apóstol, y, entre los segundos, Mandy, un estudiante de periodismo, quien, con sus inquietudes e interrogantes, contribuye al desarrollo del relato.

Narrador y poeta, Nelton Pérez –quien nació en Manatí, en Las Tunas, en 1970, y reside, desde 1983, en la Isla de la Juventud— es autor de varios cuadernos de cuentos, algunos poemarios, un libro de ensayo y una novela, esta última titulada El enigma y el deseo, galardonada con el Premio Nacional de Novela Erótica La Llama Doble.

Más de una decena de reconocimientos avalan su quehacer intelectual, entre ellos Premio de la Ciudad de Nueva Gerona; Premio La Puerta de Papel; Premio Internacional de Poesía Eduardo Carranza, de Colombia, y Premio Internacional Letras en la Frontera de Poesía, de San Antonio, Texas.

No se equivoca el narrador, ensayista y crítico literario Francisco López Sacha cuando afirma que Infidente es una verdadera hazaña intelectual. Una novela –también en sus palabras— que contribuye a construir «hacia el imaginario popular, hacia la germinación del futuro, la auténtica imagen de ese misterio que nos acompaña: José Martí».

 

 

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