Claro que el 4 % de crecimiento del producto interno bruto en el año 2015 es un buen resultado. Sobre todo si valoramos que lo hemos conseguido en medio de los impactos negativos de la crisis económica internacional y los efectos del bloqueo del Gobierno de los Estados Unidos que se mantiene intacto.
Este logro es posible a partir de que todos los sectores productivos crecieron respecto al año anterior y de que servicios importantes se mostraron óptimos, o al menos en el camino de serlo. Los análisis de economía siempre interesan porque en esos temas nos va la vida. Hago la observación de que esta vez, como nunca quizás, nuestros diputados debatieron en las comisiones permanentes de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y también en la sesión plenaria, sobre medulares asuntos: producción, eficiencia, materias primas, salario, precios, impuestos…
Los intercambios desbordaron las agendas y horarios de trabajo. Tal vez, modestamente, sea ello una señal de la instrucción y cultura que se va ganando.
Más allá del registro alcanzado el pasado año, la mirada y el pensamiento fueron puestos en los estimados para este 2016 recién iniciado. La cifra del 2 % de crecimiento pronosticada denota un ritmo inferior al acabado de lograr, pero tiene su explicación en las limitaciones financieras existentes, asociadas en buena medida a la caída de los ingresos en rubros exportables como consecuencia de la disminución de precios en el mercado internacional.
Ese porcentaje no es el que deseamos y necesitamos, pero debemos valorar que se proyecta sobre el 4 % recien obtenido.
Para el año en curso seguirá siendo clave todo lo que podamos potenciar en materia de reservas de eficiencia, una parte importante de ellas localizadas en nosotros mismos, con el actuar del día a día en cada puesto de trabajo, ya sea de producción, servicio o dirección.
Reservas potenciales hay, por ejemplo, si somos capaces de usar mejor las divisas y en la reducción de índices de consumo que reporten ahorros, en particular los relacionados con las importaciones y los portadores energéticos.
Resulta chocante todavía la elevada cifra concebida en el presupuesto actual —mil 940 millones en moneda libremente convertible— para la importación de alimentos, solo 25 millones menos que en el 2015.
Si hablamos de eficiencia tendremos que mantener el principio de priorizar la asignación de recursos a los sectores y labores que generan riquezas, para lo cual es vital el aseguramiento material. En el orden de las inversiones, cuyo 58 % del plan se destinará a esferas fundamentales para el desarrollo del país —dígase turismo, energía, petróleo, programas alimentarios…—, continuamos con el imperativo de que para lograr lo previsto debemos ser precisos en el cumplimiento de los estudios de factibilidad y los cronogramas de ejecución.
El presupuesto del Estado para el año 2016 mantiene garantizadas conquistas sociales como la salud y la educación, cuyos gastos representan el 52 % del total. Están asegurados los montos financieros para respaldar labores de enfrentamientos en caso de situaciones epidemiológicas, de higiene y saneamiento.
El documento aprobado como Ley por los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado 29 de diciembre, recoge niveles similares al año 2015 en cuanto a gastos sociales básicos. Entre las bondades dispuestas se cuentan el financiamiento y beneficios tributarios para continuar favoreciendo la producción de alimentos en programas estratégicos. Además se destinan 20 millones de pesos para cubrir el 50 % de las primas del seguro agropecuario por afectaciones de la sequía.
Teniendo en cuenta sobre todo la situación demográfica del país, los recursos financieros para el otorgamiento de subsidios a personas que necesitan emprender acciones constructivas en sus viviendas aumentan. Se destina el 60 % de la recaudación por el impuesto sobre las ventas de materiales de la construcción en relación con el 48, 5 % aplicado hasta ahora.
Si bien el escenario económico del año 2016 se presenta complejo, contamos con la experiencia de saber lidiar ante dificultades disímiles, y nos anima el compromiso y la vocación de proseguir el desarrollo del país a fin de construir el socialismo próspero y sostenible que nos hemos propuesto.