La MLB en Cuba: desafío y realidad

La MLB en Cuba: desafío y realidad

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Clínica de béisbol desarrollada esta semana en el estadio Latinoamericano. Foto: Joaquín Hernández Mena
Clínica de béisbol desarrollada esta semana en el estadio Latinoamericano. Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Sin exagerar, uno de los acontecimientos más desafiantes, a la par que oportuno y de innumerables lecturas para nuestro movimiento deportivo, lo constituyó la visita de tres días a Cuba de directivos y jugadores de la Major League Baseball (MLB), así como de la Asociación de Jugadores (MLBPA), que incluyó dos clínicas con niños y muchos intercambios al más alto nivel.

Una sacudida inicial de la afición —y pueblo en general— era previsible y lógica, pues en más de 50 años solo los partidos contra los Orioles de Baltimore en 1999 y alguna que otra negociación para los Clásicos Mundiales era todo el intercambio con la MLB, en tanto decenas de peloteros cubanos han emigrado legal e ilegalmente en busca de ese béisbol profesional y favorecidos por un sistema de contratación que no tienen otros jugadores latinos.

Este intercambio académico y la presencia de hombres claves en la política de la MLB: Joe Torres y  Dan Halem, así como de la MLBPA: Tony Clair y Dave Winfield, no es obra de la divinidad. Como tampoco el acompañamiento de ocho estrellas del circuito estadounidense, entre ellas cuatro cubanos: José Dariel Abreu, Alexei Ramírez, Yasiel Puig y Brayan Peña.

Los objetivos de los que ellos mismos calificaron como “visita de buena voluntad”, dígase de una vez y por todas, están anclados por ambas partes en lograr la inserción segura de los cubanos sin renunciar a vivir en su país. En febrero de este año, la MLB comunicó a sus equipos que ya no hacía falta la licencia de la Oficina de Control de Activos en el Extranjero (OFAC) para contratar como agente libre a un pelotero nacido en esta tierra.

Basta solo para ellos firmar una declaración jurada por escrito que reza: «no pretendo volver a Cuba, ni me permitirán volver. No soy funcionario del Gobierno de Cuba y no soy miembro del Partido Comunista de Cuba».

Y claro que es muy difícil y contradictorio para algunos pensar que tal proceder puede venirse abajo como un castillo de naipes, si el bloqueo sigue en pie y si desde el 17 de diciembre del 2014 (punto de partida del restablecimiento de las relaciones diplomáticas) han continuado las ofertas y las acciones para desangrar nuestra serie nacional. Sin embargo, no hay otra forma, no existe mecanismo mágico para ponerle punto final al éxodo, que no sea conversar con la MLB, en términos de respeto y con inteligencia, como ya hemos comenzado.

Poder negociar directo y sin intermediarios los contratos con la Federación Cubana, ratificar la condición de agentes libres para nuestros peloteros o someterles su entrada por el draft, permitir su residencia en la isla y que jueguen en las selecciones nacionales, son temas para dialogar con calma, pero desde posiciones firmes.

Por supuesto, comprender esto hoy por quienes decidieron apostar por un modelo deportivo que nunca privilegió millones de dólares es también complejo y quizás requiera matices, explicaciones y mucha dialéctica. Y hasta habrá que admitir que alguien nunca lo entienda. De ahí que jamás podremos olvidar ni restar méritos y atenciones a los Casanova, Linares, Pestano, Junco, Mesa, Ajete, Medina, y otras centenas de nombres. Ellos fueron, son y serán los grandes ligas cubanos. Sus premios están en la memoria de su pueblo, lo cual no logran todos, aunque jueguen en la MLB.

El desafío es inmenso, desde lo moral hasta lo propiamente deportivo. En el primer trimestre del 2016 quizás disfrutemos de un partido de pretemporada entre Tampa Bay Rays y un conjunto nacional. Para entonces nuevas señales podrán apreciarse. Nada será color de rosa ni con ingenuidad se podrá batear en el complicado escenario. Esta es una interpretación periodística de una visita sobre la que pueden aparecer criterios diferentes y de igual o más valor. La MLB en Cuba no significa paraíso, sino trabajo e ideas.

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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