Por una seguridad laboral segura

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Los datos son elocuentes: 2 mil 61 trabajadores resultaron lesionados en el primer semestre de este año por la ocurrencia de accidentes laborales en el país, lo que representa un incremento del 7 % con respecto al 2014, aunque disminuye en 3 el número de fallecidos en el período; sin embargo, al cierre de octubre habían muerto 57 trabajadores, de ellos, 19 en la vía, cifra superior en 5 a la de un año antes.

Según los expertos, las fallas organizativas o de control predominan entre las causantes de accidentes mortales en sentido general, mientras que las referidas al comportamiento del hombre son las que provocan la mayoría de los sucesos en la vía.

Se clasifica como accidente de trabajo si lo ocurrido fue súbito e inesperado, si hay una relación causal con la actividad laboral y si se produce una lesión o la muerte del trabajador.

A nivel mundial tales accidentes y las enfermedades derivadas del trabajo son cada vez más frecuentes, y la Organización Mundial del Trabajo (OIT) refiere que cada año más de 313 millones de trabajadores sufren accidentes laborales y enfermedades profesionales no mortales, a la vez que alrededor de 6 mil 400 personas fallecen cada día por esas causas.

Ello constituye una carga principal para los sistemas de salud, y —según reporta la OIT— el 4 % del PIB mundial se destina cada año a gastos relativos a la pérdida de tiempo de trabajo, tratamiento médico, rehabilitación e indemnizaciones.

Cuba no escapa a esa triste realidad —a pesar de la relativa disminución de las lesiones, e incluso de los fallecimientos si comparamos las estadísticas con el inicio de los años 2000— pues esos percances hoy acumulan promedios anuales cercanos a las 90 muertes, de ahí el gran esfuerzo que se realiza en el país con el propósito de revertir esa situación.

Ante ello, una pregunta es recurrente: ¿Será posible disminuir aún más los niveles de accidentalidad del trabajo y sus consecuencias? Esa posibilidad es viable, siempre con el presupuesto de que la prevención es la manera más efectiva de evitar futuros accidentes, pero lo más difícil sería encontrar las vías que conduzcan a la ansiada disminución.

Como cada año, el actual mes de noviembre sirvió para desarrollar la Jornada Nacional de Seguridad y Salud —concluida con un amplio Taller en la sede de la Central de Trabajadores de Cuba—, y con el propósito de lograr una cultura de seguridad que involucre a todos los organismos de la economía y sensibilice a los trabajadores, dirigentes, técnicos y especialistas en esa materia.

El denominador común en la jornada lo constituyó la toma de conciencia de que preservar la vida de los trabajadores es una responsabilidad colectiva que depende tanto de los directivos, del sindicato, de los técnicos de seguridad y del propio trabajador. Pero no siempre existe en esos factores una verdadera percepción del riesgo, algo de vital importancia para poder enfrentarlo.

Para alcanzar los niveles de seguridad requeridos es menester, entre otros aspectos, concretar la ejecución del presupuesto destinado al mantenimiento y la compra de medios de protección, pero la experiencia indica que la cultura de cuantificar y planificar el dinero para el próximo año es muy débil, de ahí las tantas empresas y organismos que no ejecutan —o lo hacen solo a medias— los presupuestos destinados a esos fines.

Más allá de la decisión de la entidad, el trabajador tiene el derecho de negarse a laborar si percibe que su integridad física está en riesgo, mas para ello esa persona debe conocer lo establecido, aspecto en que la organización sindical tiene la obligación de apoyarla decididamente.

Por otro lado, al investigar los accidentes mortales se evidencian deficiencias en la determinación de las causas, incluida la principal provocadora del accidente, lo que condiciona la ausencia de medidas correctivas para que eventos similares no ocurran.

Los sistemas de trabajo deben diseñarse para que nadie se accidente, de ahí que cuando aparece un hecho de ese tipo, ello constituye un fracaso en la gestión de la organización empresarial, pero a la vez representa un fardo de sufrimiento para una familia.

La seguridad es una inversión que a mediano plazo es rentable y a largo plazo deja ganancias para la vida.

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