Escuela de Responsables de Milicias: La semilla multiplicada

Escuela de Responsables de Milicias: La semilla multiplicada

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“Un grupo pequeño enseñó a otro mayor, y este  a otros que después lo hicieron con decenas de miles de milicianos que habían estado esperando por su maestro”, precisa el general de división (r) José Ramón Fernández Álvarez. Foto: César A. Rodríguez
“Un grupo pequeño enseñó a otro mayor, y este a otros que después lo hicieron con decenas de miles de milicianos que habían estado esperando por su maestro”, precisa el general de división (r) José Ramón Fernández Álvarez. Foto: César A. Rodríguez

 

Si se menciona al Gallego Fernández, todos lo identifican de inmediato, pero si se hace  referencia a su nombre, no pocos vacilan antes de percatarse de quién se  trata. Es que con ese apelativo se inscribió en la memoria de nuestro pueblo desde su destacada  participación,  junto a Fidel, en la conducción de las  acciones que aplastaron la invasión  mercenaria por Playa Larga y Playa  Girón.

Militar graduado en centros militares de educación superior, su participación en un movimiento destinado  a derrocar la tiranía impuesta por  Fulgencio Batista Zaldívar le representó cumplir tres años de prisión. El hoy general de división (r) José Ramón  Fernández Álvarez considera como el  más grande honor que el 12 de enero  de 1959, el Comandante en Jefe Fidel  Castro Ruz  le confiara la dirección  de la Escuela de Cadetes de Managua,  y con ello la misión posterior de organizar la preparación del  pueblo para  la defensa del país.

No dado a conceder entrevistas a la prensa, accedió a nuestra  solicitud formulada a propósito de  conmemorarse, el próximo día 24,  el aniversario 55 de la primera graduación de la Escuela de Responsables de Milicias, la cual creó y dirigió, quizás porque comprenda que  no muchos podrían hablar de ella  como él puede hacerlo.

“El 29 de octubre de 1960 se graduó el primer grupo de oficiales del  Ejército Rebelde, en la Escuela de  Cadetes de Managua, en total 55. En el discurso pronunciado en esa ocasión, Fidel señaló que ese hecho significaba poder graduar muy pronto a más de 500 jefes de milicias, porque  se precisaba organizar y entrenar con  máxima disciplina y eficiencia a  la  gran masa de milicianos, de pueblo,  formados en unidades de combate”.

“Aquellos 55 oficiales egresados,  indica, pasaron a dirigir todas las  unidades: unos se destinaron a la artillería antiaérea, otros a tanques…,  en fin, donde les correspondiera; eran  la semilla divina que teníamos en la  mano, mi fuerza principal, la multiplicación de oficiales…

Los batallones de milicianos se fundaron en cuanto lugar fue posible, y a fines de octubre, en La Habana, “se iniciaron los cursos, cada uno de dos semanas de duración, y actividades diarias de 15 y hasta 16 horas. Un  grupo pequeño enseñó a otro mayor,  y este  a otros que después lo hicieron  con decenas de miles de milicianos  que habían estado esperando por su  maestro. Sin esos cuadros habría sido  imposible, pues para entrenar y organizar un batallón se necesitan hombres suficientemente capacitados. No  se improvisa una unidad de combate ni se resuelven sus problemas técnicos solamente con el entusiasmo.

“El primero en entrenar fue el batallón 111, en  la Escuela de Cadetes de  Managua, no había otro lugar; el segundo, también allí, y después varios   simultáneamente en El Esperón, Kuquine, La Chorrera, con dos a la vez;  El Caribe  y la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas. Aquello  era muy fuerte, se requería un gran  esfuerzo, pero permitió la preparación  de miles de milicianos, muchos de los  cuales lucharon en Playa Larga y Playa Girón, donde a base de coraje y de  los elementos de combate en su poder,  derrotaron el desembarco enemigo en 65 horas y media”.

 ¿Cuándo surgió la Escuela de Responsables de Milicias?

Aquel 29 de octubre Fidel puso en nuestras manos, y en las de los responsables de milicias, todo lo relacionado  con la organización y entrenamiento  de la numerosa fuerza miliciana. A  partir de informaciones recibidas por  distintas vías, el Comandante en Jefe  estaba convencido de que nos iban a  atacar, y urgía formar a la gente  para  lo cual empezaron a integrarse los batallones en los lugares donde fuera posible. Yo era director de la Escuela de  Cadetes de Managua, y él iba todos los  días a ella. Hacíamos las pruebas de  voluntad a los milicianos, no así a los  responsables de milicias, pues estos  habían subido tres veces el Pico Turquino y caminado por la Sierra.

En la Escuela de Responsables de Milicias se impartieron dos cursos. Al primero, concluido en noviembre de 1960, asistieron obreros y trabajadores, miembros o simpatizantes del  Partido Socialista Popular (PSP) o de  la Revolución, gente revolucionaria.  Fue más sólido que el segundo, al que  accedieron compañeros más jóvenes,  pero firmes, buenos. Sumaron mil 700   los capacitados en ese centro, y de 55  se pasó a miles preparando y preparando…

Los alumnos del segundo curso no se graduaron, porque  cuando estaba acabando su formación se produjo la invasión mercenaria, y en composición de batallón fueron los primeros en llegar al teatro de las acciones combativas, el 17 de abril de 1961. Esa noche  perdimos al teniente Juan A. Díaz  González, uno de los 55 oficiales graduados en Managua, quien al frente  de la tercera compañía de esa unidad  cayó abatido a diez metros de las trincheras enemigas.

Seis meses después, en un acto celebrado en la escuela, al referirse a sus  tradiciones Fidel dijo que los alumnos  del segundo curso caídos en Girón no  se graduaron como oficiales, pero sí como héroes eternos de la patria. Estoy orgulloso de esos hombres.

 A esta altura de la vida, ¿qué significa para usted el hecho de que entonces se le confiara la organización y  preparación  del país para la defensa?

Mi mayor orgullo.

En su opinión,  ¿qué papel desempeñó  la Escuela de Responsables de Milicias en aquel momento y posteriormente?

Significó comenzar a prepararnos para la defensa  de modo masivo,  como nos indicó Fidel, el entrenamiento del pueblo; este ha sido siempre, también ahora, un elemento que  ha contenido al enemigo, como igualmente lo ha sido la demostración de  nuestro ejército en Angola, Etiopía y en todos los lugares donde los cubanos han combatido.

  ¿Qué representaron los responsables de milicias en el ulterior desarrollo de las FAR?

Un paso de avance en la dirección apropiada para fortalecer nuestra defensa. Algunos, como Umbelino Betancourt, que  era oficial de milicias,  hoy es general de división (r), y fue director de la Academia de las FAR Mayor General Máximo Gómez. Así los  hay coroneles, tenientes coroneles…

Al comprobar el desarrollo alcanzado  por las FAR en todos los sentidos,  ¿cómo se siente el general Fernández a  partir del hecho de su contribución a ello?

Me siento inconforme, seguro de que el resultado podría haber sido mejor, pero al propio tiempo, conforme porque hemos dado pasos en  la dirección correcta,  de lo cual he  sido parte, por decisión  del Partido,  de Fidel y de Raúl. En pocas palabras,  siento que he cumplido un papel, y   continuamos trabajando por lograr  que nuestros sucesores sean mejores  que nosotros.

En relación con todo lo anterior, deseo añadir que el pensamiento de Fidel con respecto a la defensa de la patria contra Estados Unidos va más allá del triunfo de la Revolución. En una carta conocida, dirigida a Celia en 1958, le expresaba muy claro que una vez ganada la guerra y derrotada la tiranía, de lo cual nunca tuvo dudas, su destino sería la lucha contra  los  imperialistas estadounidenses,  quienes no cesarían en su empeño de  apoderarse de Cuba.

Tras la victoria de 1959,  la preparación del pueblo para la defensa de  la patria formó parte fundamental de  toda la estrategia para enfrentar al  enemigo. Desde los primeros días de  enero de 1959 comenzó el proceso de  esa preparación, que nos confió tanto en su organización y realización  como en su desarrollo y calidad, en  constantes pruebas de esfuerzos y sacrificios.

La grandeza de Fidel, líder de la Revolución triunfante, que como él bien ha expresado convirtió en posible lo imposible, ha llevado a este  país a ser ejemplo de pueblo patriota,  digno e indoblegable, generoso e internacionalista, todo lo cual es una de  sus grandes fortalezas. En ese propio  año designó al entonces Comandante  Raúl Castro Ruz para el Ministerio de  Defensa, posteriormente Ministerio  de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, para que simultáneamente con  la preparación del pueblo, organizara  unas fuerzas armadas regulares que  fueran el brazo armado de la Revolución. En esa ocasión tuve también el  privilegio de ser designado por Raúl  como jefe de la Preparación Combativa de las FAR. Allí aprendí mucho  más de lo que ayudé. Conocí a Raúl,  una figura política extraordinaria,  capaz de organizar unas fuerzas armadas preparadas para la guerra y  para la paz, forjadas en los ideales de  nuestros próceres, de Martí y del internacionalismo.

Hoy nos ha dado una demostración de su grandeza política, llevando la conducción de un país cuya Revolución es cada vez más reconocida  internacionalmente, dada la habilidad y política de principios que lleva  adelante en su afán por la integración  latinoamericana a través de la Celac  y de otros organismos regionales, en  su lucha por la paz y el respeto a las  diferencias, a partir del diálogo y la  diplomacia. Esto se hizo evidente en  la última sesión de la Asamblea General de la Onu, donde tuvo el respaldo, con aplausos de pie, de todos los  países allí representados. Es una figura brillante con la que el pueblo se  siente orgulloso y dispuesto a seguir  adelante.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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