Tesoro en la memoria: colaboración civil cubana en Angola

Tesoro en la memoria: colaboración civil cubana en Angola

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“No hay otro pueblo que pueda sentir el orgullo de que tantos miles de sus hijos fueran a otro país a dar su contribución y hasta su sangre”, señala Nancy Jiménez Rodríguez. Foto: Eddy Martin Díaz
“No hay otro pueblo que pueda sentir el orgullo de que tantos miles de sus hijos fueran a otro país a dar su contribución y hasta su sangre”, señala Nancy Jiménez Rodríguez. Foto: Eddy Martin Díaz

 

Los trabajadores cubanos sienten el sano orgullo de haber- se contado entre los miles de hombres y mujeres, que durante la guerra en Angola no  escatimaron esfuerzos para  contribuir al resurgimiento económico y social de ese  país, cuya infraestructura se  encontraba devastada como  consecuencia de las operaciones militares, y la economía  paralizada debido al éxodo  de más de 300 mil profesionales, técnicos y obreros calificados.

Entre quienes acudieron a prestar su solidaria y desinteresada ayuda, se encontraba Nancy Jiménez Rodríguez,  quien contribuyó a la organización y revitalización del  sistema educacional. Con ella  conversó Trabajadores acerca  de lo que para esa nación significó la participación de los  colaboradores cubanos en su  reconstrucción.

 ¿Cuándo y cómo se inició la colaboración civil cubana en la República Popular de Angola?

Una vez proclamada la independencia, el 11 de noviembre de 1975, el Gobierno  se propuso comenzar el curso  escolar en abril, empeño en el  cual contó con la inmediata  ayuda de Cuba. En febrero  de 1976 llegaron a Cabinda  12 maestros cubanos, y de  inmediato comenzaron a trabajar en la alfabetización y la organización del próximo  curso escolar; también dieron  clases. Ese grupito realizó un  trabajo muy intenso aún antes  de la derrota de los sudafricanos, en marzo.

El 20 de ese mes llegó un colaborador de nuestro Ministerio de Educación, y en abril  yo. Entre las tropas capté a  una compañera que había trabajado conmigo en los Camilitos; y ya en Educación estaba  un desmovilizado de nuestras  tropas.

Allí no se sabía cuántos alumnos, maestros y escuelas habían, por lo cual elaboramos un plan emergente de trabajo, con determinadas medidas que garantizaran comenzar el curso escolar en abril. Esto se logró, aunque no en todos los lugares, con muchas deficiencias.

El acto oficial de entrega a Angola de barcos de ferrocemento para fomentar las actividades de pesca. A la izquierda, Nancy
El acto oficial de entrega a Angola de barcos de ferrocemento para fomentar las actividades de pesca. A la izquierda, Nancy. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

En abril de 1977, el entonces Ministro de las FAR, Raúl  Castro Ruz, viajó a Angola en  visita de trabajo; en su agenda  figuraba el inicio de la retirada de las tropas cubanas. En  sus conversaciones con el presidente Agostinho Neto este le habló de la necesidad  de su país de contratar técnicos extranjeros para echar a andar  la economía y poner en funcionamiento fábricas que estaban prácticamente cerradas  y sin personal. Como entre los  reservistas había compañeros  de distintas profesiones, Raúl  le ofreció la posibilidad de  hacerlo entre el personal cubano que, al desmovilizarse,  estuviera dispuesto a quedarse trabajando en la vida civil.  Algunos aceptaron.

Después comenzaron a llegar desde Cuba  trabajadores  de distintos sectores. Entre los primeros en hacerlo se  encontraban los constructores, porque había que reparar  los puentes y carreteras dañados durante la guerra para  poder garantizar las comunicaciones; también personal de  la salud, de la agricultura…

Así fueron estableciéndose convenios de colaboración  con los distintos organismos,  de acuerdo con las necesidades; decenas  de especialistas  en comunicaciones, construcción, agricultura, avicultura,  café… De esa manera se fue organizando la colaboración civil.

Contábamos con una misión civil, al frente de la cual  se encontraba Jorge Risquet  Valdés, en la que había varios compañeros que atendían determinados frentes: educación, cultura, deportes,  agricultura, avicultura, construcciones, pesca…

 ¿En qué condiciones cumplían los colaboradores civiles  sus tareas?

Las condiciones de trabajo han de verse de dos maneras: una,  la material, en lo cual siempre se trató de que los colaboradores vivieran juntos, en edificios otorgados por el Gobierno, y contaran con las condiciones básicas  de vida, es decir, un techo y alimentación asegurados, así como transporte para la ida y regreso del  trabajo.  La otra, las condiciones propiamente de trabajo,  muy difíciles porque a veces  había que hacer cosas y el angolano no estaba al lado.

En el frente de la educación quisiera destacar tres cuestiones: el gran apoyo que se les dio  a la organización de la alfabetización,  y la formación de sus  cuadros; el otorgamiento de  becas para  estudiar en Cuba,  y el trabajo realizado en la enseñanza media por el destacamento pedagógico Ernesto Che  Guevara, de 1978 a 1986, un orgullo tanto para el magisterio  cubano como para la juventud.  A este le sucedió el Contingente Pedagógico Frank  País, con  profesores ya graduados.

Los colaboradores fueron organizados militarmente en los lugares de mayor peligro, pues en algunos se vivía bajo la presión de una situación político-militar adversa, debida a la actividad de las bandas contrarrevolucionarias, que con los años fue tomando fuerza hasta sumir al país en una  guerra irregular de grandes  proporciones.

  ¿Cómo valora usted la labor de los colaboradores cubanos?

Estimo que fue positiva, porque se apoyó a Angola en muchos sectores deficitarios de fuerza de trabajo calificada; también desde el punto de  vista organizativo y de política. Hubo varios estudios de  desarrollo en distintas esferas,  como por ejemplo la de nuestros arquitectos en la terminación de numerosos edificios, en otros que se hicieron nuevos. Los constructores realizaron un gran trabajo, tanto  en las carreteras como en la  reconstrucción de puentes, la  construcción del aeropuerto de  Lubango…

Considero que  dejó logros en el país, preparó a muchos angolanos  en diferentes esferas de trabajo, y el colaborador cubano  también obtuvo  muchas  experiencias y vivencias, tanto  desde el punto de vista de su  profesión como personal.

He tenido oportunidad de hablar con muchos compañeros, y me he percatado de que  en el orden humano se sienten más revolucionarios, más firmes; en ellos se reforzó mucho el sentimiento antimperialista, anticolonialista,  al ver por sí mismos toda la  miseria y la explotación a que  estaba sumido  ese pueblo en  pleno siglo XX.

Alumnos y profesores de la Escuela Formadora de Cuadros de la Educación, cuya creación contó con la ayuda de los colaborador0es cubanos. Foto: Cortesía de la entrevistada
Alumnos y profesores de la Escuela Formadora de Cuadros de la Educación, cuya creación contó con la ayuda de los colaboradores cubanos. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

Era duro, los cubanos se crecieron en esa tarea. Sin chovinismo, digo que no hay otro pueblo que pueda sentir el orgullo de que tantos miles de sus hijos fueran a otro país a dar su contribución y hasta su sangre.

Y para el angolano  común, ¿qué representó el trabajo junto a los cubanos?

Lo aceptaban; veían que no iban allí a explotarlos, a oprimirlos, sino a ayudarlos; que compartían sus propias situaciones, como por ejemplo el  médico que le curaba el niño,  le buscaba la medicina y sufría  si este moría. Esos contactos  permitieron una relación que  no se puede romper; en nuestra  generación  de angolanos  y cubanos queda eso. En las nuevas  de allá, aunque algo distante,  esto  se enriquece  con los gratos recuerdos que muchos atesoran de los cubanos que compartieron con ellos la guerra,  de haberse preparado en Cuba,  o haber sido alumnos de nuestros maestros allá. Y no les faltan los relatos de sus padres,  porque también eso queda en  la memoria.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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