Estimulación prenatal

Estimulación prenatal

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Los estímulos deben ser suaves, cariñosos y realizarlos cuando la madre esté tranquila.

“La estimulación prenatal es el conjunto de acciones conscientes y voluntarias que despliega la familia, especialmente la mamá, para potenciar el desarrollo del bebé, no solo en el sentido congnitivo, intelectual o sensorial sino en el afectivo”, definió la doctora Patricia Arés Muzio, durante una entrevista en el programa televisivo 40 semanas y más.

Manifestó que esta acción involucra a toda la familia: la pareja, los hermanitos, los abuelos, porque, además de al bebé, favorece a ese conjunto de personas que de esta manera no ve a la embarazada como una panza inanimada sino como a la persona que porta al bebé que está llegando.

La profesora titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana precisó que la estimulación prenatal tiene un impacto a largo plazo, y son muy importantes los sonidos suaves (pueden ser musicales), besar y hablarle en tono cariñoso a la barriga, entre otros.

“Por eso hablamos de familia embarazada, porque todos están pendientes de ese nuevo ser que va a llegar a su seno, lo cual favorece el estado emocional de la mamá, que al sentirse acogida estará más preparada para transitar por este proceso”.

Al responder a una interrogante del programa, Patricia Arés aseveró que a veces las personas se sorprenden de cómo los niños han adelantado: levantan la cabeza, balbucean, están más conectados, miran a los ojos, tienen respuesta emocional rápidamente, sonríen casi al mes.

Ello se debe —indicó— a que en estos momentos hay más conciencia familiar para la estimulación prenatal, y esta adelanta los signos del desarrollo sicomotor del niño.

Aunque la doctora no dio recetas específicas sobre cómo realizar estas acciones, sí aconsejó acometerlas cuando la familia esté relajada y la mamá tranquila.

Los cinco sentidos

Los cinco sentidos de los bebés y sus respectivos órganos se forman a lo largo del embarazo; desde el momento en que se desarrollan pueden utilizarlos para comunicarse, según refleja el sitio digital about.com.

“El sentido del oído es el que más oportunidad ofrece para estimular al bebé durante el embarazo, en especial a partir de los cinco meses, cuando ya tiene la posibilidad de escuchar.

“A pesar de que en el útero el ambiente es oscuro, tu bebé tiene la capacidad de distinguir la luz a partir de los siete meses del embarazo. Si apuntas un foco a tu panza, puede distinguir ese cambio de luz y reaccionar a él moviéndose o pateando. La luz que percibe está difuminada, por lo que difícilmente se lastimarían sus ojos, mas hay que jugar con él cuando esté despierto, para no molestar su ciclo de sueño”.

Las papilas gustativas entran en funcionamiento a partir de los seis meses de embarazo, por eso puede apreciar los sabores que ingiere la madre a través del líquido amniótico.

Desde esa etapa, la criatura desarrolla su sentido del tacto. Se debe estimular reaccionando a sus movimientos: tocar, frotar, darle masajes o empujar a la panza; este sencillo juego le hace saber que “hay alguien allí afuera” e incentiva su actividad física.

“Alrededor del octavo mes la criatura cuenta con entre dos y tres veces más neuronas que cualquier adulto pueda tener. Sin embargo, durante el último mes antes del parto, la mitad de estas habrán muerto y seguirán muriendo, aunque a un ritmo menor, durante los siguientes años de infancia.

“Este proceso de destrucción natural se produce porque estas células nerviosas no han establecido conexiones entre sí y una célula aislada, que no se utiliza, termina por desaparecer. Y es que para que estas uniones entre neuronas se produzcan es necesario incitarlas.

La estimulación prenatal pretende frenar este proceso y proporcionar los estímulos para que estas formen lazos sinápticos; en definitiva, intenta que el feto no pierda materia gris del cerebro.

El feto puede ver, oír, experimentar, degustar, y aunque de manera primitiva, aprender en el útero. Consecuencia de este descubrimiento es el hecho de que lo que un niño siente y percibe comienza a modelar sus actitudes y las expectativas que tiene con respecto a sí mismo. Si finalmente actúa como una persona feliz o triste, agresiva o dócil, segura o cargada de ansiedad depende parcialmente de los mensajes que recibe mientras está en el útero.

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