El fin esencial de la Bienal fue ampliamente cumplido

El fin esencial de la Bienal fue ampliamente cumplido

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...

Este lunes 22 de junio oficialmente concluye la 12ª edición  de la Bienal de La Habana.  Su mayor logro fue, sin dudas, el haberse consolidado ya como el encuentro más integrador, diverso, transgresor y trascendental del arte contemporáneo a escala internacional,  afirmación de la que dan fe  los cerca de mil artífices participantes en él —tanto en la  muestra central como en las  exposiciones colaterales— y  cuyas mayores resonancias se  produjeron precisamente en  barrios y comunidades, algunos en la periferia para, como  nunca, llegar a las gentes.

Disímiles programas de interacción entre las artes plásticas y el imaginario social, bajo la premisa de Entre  la idea y la experiencia —lema  central del evento— permitió  a los artistas, curadores, es diar la actitud de las grandes masas ante los extraordinarios acontecimientos visuales  que —con el apoyo de muchos  vecinos— ocurrieron en sus  predios desde el pasado 22 de  junio.

Detalles apenas perceptibles de algunos devaneos  en su organización, como es  lógico suponer en cualquier  evento de esta magnitud, no  opacaron el brillo de esta  cita, la más popular  en los  30 años de existencia de la  Bienal, en la que se prestó  especial atención a todas  las  expresiones, generaciones,  estilos y  tendencias artísticas, en una suerte de convocatoria a la interacción de la  creación visual con el resto  de las artes —música, teatro,  cine, danza…—, comunión  de expresiones que ayer domingo tuvo su clímax con la  programación simultánea de  numerosas actividades en el  segmento del Malecón habanero que sirvió de escenario    a la segunda muestra titulada  Detrás del Muro, una de las  más concurridas.

Allí, entre otras, se produjeron las presentaciones  de Teatro del Cuerpo Fusión  (pantomima); las bandas de  conciertos Nacional, de la Escuela García Caturla y de 10  de Octubre, respectivamente;  así como del grupo de Jazz de  la Escuela de Arte Guillermo Tomás, de la agrupación tradicional Tanda de Guaracheros y del Ballet de Lizt Alfonso; además de una muestra de  Videoarte en el Café Neruda.

La fiesta, que comenzó sobre las cinco de la tarde, se extendió hasta cerca de la medianoche y como parte de ella se produjo además, en el área desde Belascoaín  hasta La Punta, el performance del artista de la plástica Alberto Lescay, Mutación Forzada, acompañado durante ese trayecto por la Banda Provincial  de Conciertos.

El fin esencial de la Bienal fue ampliamente cumplido: preservar el concepto de  que el arte no es exclusivo de  las élites y que todo el pueblo  tiene el derecho a participar y  opinar; empeño por  trascender y transgredir las habituales zonas expositivas del arte,  el cual comenzó a evidenciarse desde sus primeras ediciones. Gracias a la Bienal, en  primerísimo lugar, amén de la  política cultural encaminada  hacia ese fin, hoy puede asegurarse que el público cubano  ha dejado de ver los  museos,  las galerías y los acontecimientos nacionales e internacionales del arte como algo  sacralizado y excluyente.

Extraordinario evento, igualmente promotor del   respeto entre los disímiles exponentes y entre estos y los espectadores —gentes de todas las edades, culturas, oficios, generaciones y estratos  sociales—, la 12ª Bienal de  La Habana continuó  apostando por la inclusión.  Para  muchos, el mayor impacto de   esta convocatoria radicó en  la enorme cantidad de espacios intervenidos  en distintas galerías e instalaciones.  Otra característica fue su  articulación con acciones del  diario vivir de los cubanos y  su estrecha relación con la  ciencia y otros saberes del  conocimiento humano, como  la botánica, la medicina, la  investigación ecológica, la  arquitectura… Asimismo, el  uso de espacios no tradicionales de las artes plásticas  —calles, plazas, parques y  otros espacios abiertos—,  para acoger obras fue algo  novedoso.

El proyecto Zona Franca, con su extraordinario despliegue en las fortalezas del  Morro y La Cabaña, indudablemente —aunque tal vez no  fue su propósito— centró el  protagonismo de la 12ª Bienal  de La Habana.

Y no solo por la espinosa y loable organización —amén de su lujoso y costoso catálogo y una señalética sin precedentes en este tipo de eventos  culturales— de lo que devino  la más grande, multiexpresiva y poligeneracional exposición sobre arte cubano  contemporáneo realizada en Cuba hasta ahora —más de 240 creadores de todo el país, distribuidos en unos 100 proyectos personales y 20 colectivos—, sino porque permitió  valorar y disfrutar, en dos  grandes y cercanas instalaciones próxima a la ciudad,  lo mejor de la producción  plástica —pinturas, dibujos,  esculturas, fotografías, grabados, instalaciones…— de artistas de diversas vertientes y generaciones; desde  los más consagrados hasta  los emergentes, teniendo en  cuenta, asimismo, trabajos  de importantes artífices de nuestra ínsula radicados en  el exterior.

La identidad, entendida como conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad, está estrechamente relacionada con el Enfoque de diferentes formas y matices  de la memoria urbana, conformada  a su vez por acontecimientos y experiencias de un tiempo pasado, que  puede ser reinterpretado a través de diversos significados artísticos, entre ellos los iconográficos. Tales presupuestos sustentan, en el orden conceptual, la obra del artífice Juan  Arel Ruiz Contino, quien se integró a  Zona Franca, en el Pabellón I, bóveda 10, con su muestra titulada Made in Cuba. Foto: Alandy Martínez Nasco
La identidad, entendida como conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad, está estrechamente relacionada con el Enfoque de diferentes formas y matices de la memoria urbana, conformada a su vez por acontecimientos y experiencias de un tiempo pasado, que puede ser reinterpretado a través de diversos significados artísticos, entre ellos los iconográficos. Tales presupuestos sustentan, en el orden conceptual, la obra del artífice Juan Arel Ruiz Contino, quien se integró a Zona Franca, en el Pabellón I, bóveda 10, con su muestra titulada Made in Cuba. Foto: Alandy Martínez Nasco

 

Vale la felicitación extensiva a todos los creadores  que hicieron posible, con su  presencia y con su obra, el  contundente éxito de esta  12ª Bienal de La Habana,  cita felizmente organizada  por el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y  el Consejo Nacional de las  Artes Plásticas, con el apoyo  del Ministerio de Cultura, el  Fondo de Bienes Culturales,  la empresa española Ingeniería del Arte, y otras muchas instituciones  y organismos, a los que corresponde,  al término de esta edición,  su valoración final, así como  el estudio de sus resultados  cualitativos y cuantitativos,  los cuales seguramente nos  asombrarán.

En esta ocasión el maestro Manuel Mendive (Premio Nacional de Artes Plásticas) deleitó al público Con su performance Los colores de la vida, el cual  comenzó en el anfiteatro de La Habana Vieja y culminó en la Plaza de la Catedral,  arrastrando tras de sí a cientos de personas. En esta obra, nutrida —como toda  su creación precedente— de lo más auténtico de nuestras raíces yorubas,  el  artífice reunió a músicos y bailarines, quienes ofrecieron sus cuerpos desnudos o semidesnudos para que él ejecutara otra de sus memorables acciones  body art. Foto: Alandy Martínez Nasco
En esta ocasión el maestro Manuel Mendive (Premio Nacional de Artes Plásticas) deleitó al público Con su performance Los colores de la vida, el cual comenzó en el anfiteatro de La Habana Vieja y culminó en la Plaza de la Catedral, arrastrando tras de sí a cientos de personas. En esta obra, nutrida —como toda su creación precedente— de lo más auténtico de nuestras raíces yorubas, el artífice reunió a músicos y bailarines, quienes ofrecieron sus cuerpos desnudos o semidesnudos para que él ejecutara otra de sus memorables acciones body art. Foto: Alandy Martínez Nasco.
Gran concurrencia de público tuvo la presentación del proyecto del artista Cecilio Avilés, Imagen 3, en la 12ª Bienal de La Habana. En un importante segmento del populoso Paseo del Prado, en La Habana  Vieja, se entremezclan disímiles  expresiones del arte —pintura,  fotografía, grabado, música…—,   promovidas por unos 200 artistas  que allí imparten talleres gratuitos, especialmente destinados a  los niños y los ancianos, en tanto  exponen y venden sus obras. En las  fotos, a la izquierda, el artista del  lente Roberto Carlos Medina explica detalles de una de sus obras a  una aficionada; a la derecha, varios  curiosos observan a otro de los artistas de la plástica perteneciente  al grupo, mientras ejecuta algunas copias de grabado.  Foto: Alandy Martínez Nasco
Gran concurrencia de público tuvo la presentación del proyecto del artista Cecilio Avilés, Imagen 3, en la 12ª Bienal de La Habana. En un importante segmento del populoso Paseo del Prado, en La Habana Vieja, se entremezclan disímiles expresiones del arte —pintura, fotografía, grabado, música…—, promovidas por unos 200 artistas que allí imparten talleres gratuitos, especialmente destinados a los niños y los ancianos, en tanto exponen y venden sus obras. En las fotos, a la izquierda, el artista del lente Roberto Carlos Medina explica detalles de una de sus obras a una aficionada; a la derecha, varios curiosos observan a otro de los artistas de la plástica perteneciente al grupo, mientras ejecuta algunas copias de grabado. Foto: Alandy Martínez Nasco

 

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu