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El objetivo número 23 aprobado en el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) establece: “Continuar fortaleciendo el funcionamiento de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir) para que cumpla la misión que le corresponde en los centros de trabajo”.
Esa gestión, concretamente, redunda en continuar solucionando, con inventivas, innovaciones y racionalizaciones, los problemas de cualquier tipo que se presenten en las entidades y entorpezcan el proceso de producción o servicios y/o favorezcan el aumento de la productividad, la eficiencia, la calidad y el ahorro.
En nuestro caso, o sea, en los centros donde laboramos, ese empeño adquiere magnitud estratégica, dado, entre otras razones, por el alto grado de obsolescencia del equipamiento tecnológico en activo, el elevado costo de nuevos medios y los repuestos en el mercado internacional y el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos.
Sin embargo, el trabajo de la Anir en el país tuvo un declive notable en tiempos no muy lejanos y primaron, entre otras dificultades, el desinterés de no pocas direcciones administrativas de utilizar y apoyar debidamente el potencial que constituye en la práctica el talento de quienes tienen el espíritu emprendedor de solucionar problemas y favorecer los procesos y la no aplicación de la ley que establece la remuneración correspondiente a los aniristas.
Eso no quiere decir que los trabajadores con sentido creativo se hayan quedado cruzados de brazos. Ellos nunca han permanecido inactivos, pero sí estuvieron mal atendidos, desestimulados y poco apoyados.
En concreto, el quehacer de la Asociación tocó fondo. A partir de cambios en la dirección y otras decisiones comenzó una reacción paulatina que ya hoy es perceptible y está reflejada en muchos centros del país. Un grupo numeroso de entidades reactivaron la aplicación de la Ley 38 que permite remunerar financieramente a los autores por las soluciones dadas y aunque el monto posible a pagar resulta incoherente con los precios y la carestía de la vida, la “maquinaria” emprendió de nuevo la marcha y solo se requiere adecuarla a los nuevos tiempos.
En un análisis reciente de la labor en una de las provincias, Alfredo Machado López, presidente de la Anir, explicó que resulta muy difícil concebir a este país sin el trabajo de los aniristas, y exhortó a poner el funcionamiento a la altura de las soluciones que se aportan en la base.
En ese empeño es esencial lo que realice cada sindicato, pues entre sus misiones fundamentales está la de atender a los innovadores y racionalizadores de las entidades del sector que les corresponde. Todavía la labor al respecto no alcanza la prioridad necesaria.
También insistió en lo imponderable que resulta la integración entre todos los factores que tienen vinculación con los innovadores y racionalizadores. Se trata —expresó— de convocar, coordinar y exigir. Esas palabras resultan claves para fortalecer el trabajo y consolidarlo, sobre la base de lo razonado y acordado en los procesos del XX Congreso de la CTC y de la primera Conferencia Nacional de la Anir, desde la base hasta las sesiones finales de ambos eventos.
Teóricamente, las definiciones están hechas y el sendero bien trazado. Es en la ejecución práctica donde aún existen lagunas. Pero ciertamente, hoy el desempeño tiene otro carácter y el rumbo está más despejado, sin que eso signifique que no existan dificultades. Muchos empeños están caracterizados por la complejidad.
Los innovadores y racionalizadores, con su quehacer durante años (la Conferencia Constitutiva de la Anir se realizó el 8 de octubre de 1976) se han ganado un prestigio merecido y reconocido, el que ha estado siempre por encima de dificultades y desatenciones coyunturales.
En las conclusiones de la primera Conferencia Nacional de la Asociación, Ulises Guilarte De Nacimiento, secretario general de la CTC, afirmó: “Corresponde a los sindicatos nacionales, (…) a la Anir y a sus asociados fertilizar con su actuación el sentido del deber, el orgullo de saber hacer, de aportar, el valor y la actitud de aprender; ello forma parte del legado que nos dejara su presidente de honor, el Guerrillero Heroico’’. Y subrayó: “(…) Están desterradas las consignas y las exhortaciones; la credibilidad y el aporte se hace en términos prácticos”.
Precisamente, el Comandante Ernesto Guevara, en un discurso a los trabajadores, pronunciado el 14 de junio de 1960, subrayó que entre los deberes de la clase obrera cubana están el de ahorrar y el de desarrollar siempre la inventiva. Cada solución constituye, de hecho, un homenaje al Che.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.
