Abel Prieto: Las diferencias no son de ideas, son de principios

Abel Prieto: Las diferencias no son de ideas, son de principios

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Foto: Pensando Américas
Foto: Pensando Américas

Si en algo coincidieron los revolucionarios y los mercenarios en Panamá fue en el indiscutible liderazgo de Abel Prieto. A pesar de que la gesta cubana en la VII Cumbre de las Américas tuvo una dirección colectiva, su imagen no pasó inadvertida para ninguno de los bandos.

“Es él quien maneja los comandos que vinieron a Panamá”, mentía uno de los mercenarios a una televisora local; mientras los más jóvenes de la delegación buscaban su compañía en las treguas para disfrutar de anécdotas y chistes.

En busca de la altura (no física) que le han conferido lecturas diversas y batallas como la librada en Panamá, Trabajadores indagó por su balance acerca de la participación de Cuba en este evento.

“La Cumbre oficial tuvo un éxito extraordinario —comenzó diciendo—, en ella el Presidente Raúl Castro acaparó el centro de la atención por su posición de principios, manifestada con brillantez y coherencia. También por su postura solidaria con las principales causas de Nuestra América y por haber mostrado una disposición real al diálogo con Estados Unidos.

“Pero Raúl fue también la gran figura de la Cumbre porque representaba al único país que siempre había estado ausente a estas citas y con él brillaba la resistencia de un pueblo heroico, en una circunstancia verdaderamente histórica.

“En los llamados foros paralelos donde no fueron acreditados mercenarios cubanos (jóvenes, empresarios y rectores) todo funcionó perfectamente. Donde se creó una situación de grave tensión fue en el de la Sociedad Civil, pues los organizadores aceptaron que se inscribieran personas que no tienen la menor representatividad de ningún segmento del pueblo cubano.

“Está demostrado que esos elementos reciben dinero de agencias especiales del Gobierno norteamericano como la famosa NED, de la CIA. Llevamos las pruebas pero fueron silenciadas por la gran prensa y los organizadores se negaron a escucharnos. El resultado en algunos casos fue que nos convirtieron en una caricatura de un pueblo que no quería dialogar.

“Lo sucedido con las acreditaciones fue muy sospechoso —añade el asesor del Presidente de Cuba—. A minutos de la inauguración no permitieron la entrada de 28 compañeros que habían cumplido los requisitos y llevaban, incluso, los mensajes de confirmación. Este Foro tuvo varias mesas que funcionaron sin dificultad, como la de Salud por ejemplo, pero las de Participación ciudadana y Gobernabilidad democrática fueron verdaderas batallas con los organizadores, no con los mercenarios.

“Cuba estaba lista para exponer sus experiencias, pero ese engendro nos hizo muy difícil una presentación con el rigor necesario. Todo el tiempo fuimos provocados, nos hicieron trampas, el último día del Foro llevaron a un grupo hasta el noveno piso del hotel sede, El Panamá, mientras que en el lobby les organizaban otra provocación a los jóvenes de la delegación. Hubo que bajar corriendo para ayudarlos.

“Desde el principio estuvimos argumentando que no estaríamos bajo el mismo techo con mercenarios ni con personas asociadas a terroristas. En ese contexto fue relevante el papel de varios miembros de la delegación, entre ellos Odalys Pérez, hija de William Pérez, el piloto del avión derribado en Barbados y presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Cuba. El tabloide que hizo la Upec, para nada retórico, fue muy útil, pues contenía denuncias concretas y elementos probatorios.

“También fue impactante la actitud asumida por los jóvenes. No quiero citar nombres para no omitir a nadie, pero los representantes de la FEU, de la Oclae, de la FMC, están preparados para el debate complejo. Sus posturas son valientes, firmes, con convicciones, y muestran compromiso con el destino escogido por nuestro país. Eso fue hermoso, estimulante.

“Esta pelea había que echarla porque fue una trampa que nuestra sociedad civil se inscribiera en los foros y luego colaran a los mercenarios para legitimarlos. La idea era que en Panamá se produjera la tan soñada reconciliación entre los cubanos y los traidores a la patria. Eso es imposible, pues las diferencias no son de ideas, son de principios. Cederles el espacio hubiera sido una orgía de contrarrevolucionarios, todas sus mentiras hubieran sido repetidas hasta el cansancio.

“El balance fue de victoria total para Cuba, independientemente de las manipulaciones de la prensa, que en muchos casos presentó nuestras legítimas protestas como si fuéramos una turba enfurecida frente a opositores pacíficos, que en realidad son gente cobarde, sin moral, y primitivas desde el punto de vista intelectual.

“Ellos quedaron frustrados, llenos de rencor. Me dio la impresión de que andaban buscando el incidente violento que no consiguieron. Nuestros compañeros estaban preparados para refutar con ideas, con argumentos, no para tirar el primer golpe.

“En estos días he recordado a Cintio Vitier, quien decía que ciertamente Martí habló de una república de todos y para el bien de todos, pero de ese grupo excluía a los anexionistas. Los cubanos podremos construir una plataforma de diálogo con el Gobierno de Estados Unidos, pero no con personas que trabajan contra su patria por dinero”.

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2 comentarios en Abel Prieto: Las diferencias no son de ideas, son de principios

  1. y seguimos con la orientacion «desde arriba» de llamarle mercenario a quien piensa distinto y critica al gobierno. no hay solucion a este problema nuestro.

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