Sol Palmeras Varadero: “No es cuento, aquí el sindicato sí trabaja”

Sol Palmeras Varadero: “No es cuento, aquí el sindicato sí trabaja”

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El Sol Palmeras hospeda, como promedio,  a más de mil turistas diarios. Fotos: Noryis
El Sol Palmeras hospeda, como promedio, a más de mil turistas diarios. Fotos: Noryis

Mientras anota la cifra en el inventario, Abel Suazo lo afirma: “No es cuento, aquí el sindicato sí trabaja”, y se detiene unos segundos para enfatizarlo a su manera: “Es lo máximo, no hay fallos…”, dice.

Opiniones como estas son comunes en el hotel Sol Palmeras de Varadero. Lo que en cualquier centro se espera de la organización hace mucho se aloja allí, como tangible evidencia de cuánto se asocia el éxito de un colectivo con la efectividad sindical.

Fruto de la primera empresa mixta establecida en Cuba e inaugurada por Fidel Castro Ruz el 10 de mayo de 1990, bastaría con resumir la consistencia de la instalación por sus siete años como vanguardia nacional, los últimos tres de manera consecutiva, andar que recientemente fue coronado con el sello 75 Aniversario de la CTC.

Maritza Soto Pedroso, secretaria general del buró provincial del Sindicato de Trabajadores de la Hotelería y el Turismo en Matanzas, pondera sin ningún tipo de ambages los resultados del funcionamiento orgánico del sindicato en Sol Palmeras, “un ejemplo para el resto de los colectivos laborales de Varadero y del país”.

A su juicio, el sistemático interés general por ofrecer un servicio de máxima calidad  refrenda la comprensión que los hombres y mujeres de Sol Palmeras poseen de las misiones que les corresponden en el escenario económico de la nación. “El turismo cumpliera mejor su encargo social si más centros se le parecieran a este”.

Su calidad como dirigente sindical le valió a Arnaldo el sello 75 Aniversario de la CTC. Fotos: Noryis
Su calidad como dirigente sindical le valió a Arnaldo el sello 75 Aniversario de la CTC. Fotos: Noryis

Luces desde la inconformidad

El prestigio ganado por la organización lo relacionan con la manera en la que Arnaldo Díaz Hiedra conduce el quehacer sindical. Delegado al XX Congreso de la CTC, admite que existe gran unión entre los factores, sin que eso reste fuerza al sindicato, “todo lo contrario”, subraya. “Cuando hay que discutir y no estar de acuerdo, lo hacemos”.

Lo fundamental, aclara, es que  todos vayamos en pos de un objetivo, que las cosas salgan lo mejor posible y haya satisfacción, tanto en los trabajadores como en los turistas.

Importancia capital les concede a los numerosos intercambios con los empleados, impulsados por la dirección del hotel, muy independiente a las asambleas de afiliados y de representantes. “Todos los días realizamos consejillos para ver qué salió mal y corregirlo en el acto”.

En actividades de alto valor humano también se destaca Sol Palmeras. Como es costumbre, el año pasado cumplieron con los 6 mil dólares para el programa Mi aporte por la vida, destinado a la compra de medicamentos de infantes enfermos de cáncer, y recolectaron unos 400 artículos que regalaron a pequeños aquejados de esa enfermedad y a otros sin amparo filial.

En medio de tantas luces, por estos días una inconformidad altera el apacible clima laboral del hotel de Cubanacán. Violaciones de la Resolución 16/2014 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social no imputables a la dirección de Sol Palmeras han generado los mil y un disgusto en los trabajadores. Los salarios no complacen.

Con toda la honestidad que lo caracteriza, Díaz Hiedra lo planteó en el balance anual del Comité Provincial de la CTC. Se trata de una realidad común a quienes laboran en hoteles de administración mixta, afectados por la no remuneración de pagos por idoneidad, categoría de la instalación y otros factores no tenidos en cuenta.

Si de algo están convencidos es de lo hecho por el buró sindical y la dirección para que  este asunto termine por resolverse. “Cuando hay disgusto, difícilmente las cosas salen bien”, advierte Díaz Hiedra. “Con los salarios nadie tiene derecho a equivocarse”.

El buen dúo de la calidad y la eficiencia

En el pasado trienio se registraron más de 25  millones de ingresos anuales, resultado de una ocupación diaria de 94 %, lo que equivale a mil 120 turistas por día como promedio, apunta el subdirector general, Irán Ramos Sánchez.

“Nos alienta que en los últimos años crezcan las recepciones de Inglaterra, Rusia, Uruguay y toda Latinoamérica,  más el mercado nacional, que en los meses de verano impacta favorablemente en la ocupación”.

Huéspedes como Antonio Pilggi, un canadiense que por 72 veces se ha hospedado allí,  hablan de la aceptación de un lugar que constantemente recibe piropos en las redes sociales de la internet, gracias también a la elevada profesionalidad del equipo de animadores que liderea Raynier Sanz.

“Lo que aquí sucede es especial. Hemos estado en otros de la Sol Meliá, pero este posee una magia singular. Es la gente, la comida, el trato. La alegría que se respira por todas partes. De seguro volveremos”, coincidieron  Isabel y Luisa, dos visitantes argentinas, país que junto con Alemania y Canadá conforman sus tres principales mercados emisores.

Querer lo que se hace

Como una familia, un colectivo que quiere lo que hace, comprometido con dar lo mejor día por día, así califica Ramos Sánchez a los hombres y mujeres que dirige. “Siento orgullo de un sitio donde la cultura de trabajo forjada con los años, contagia al  nuevo que llega. Eso es vital para lograr óptimos resultados. El triunfo nuestro radica en la gente que tenemos”.

La elevada profesionalidad de los animadores prestigia la instalación. Fotos: Noryis
La elevada profesionalidad de los animadores prestigia la instalación. Fotos: Noryis

Zulima Candales, subdirectora de Recursos Humanos, está convencida de que ninguna entidad progresa sin la inteligente gestión de los empleados.

“Es vital atenderlos, el contacto con la familia, visitarlos en caso de enfermedad o de cualquier problema, responder a sus quejas… No se les debe dejar solos en ninguna circunstancia. Es una práctica a la que no renunciamos, aunque hay ciertas áreas que debemos perfeccionar en pos de mayores éxitos”.

Quizás ello explique la estabilidad típica de la fuerza laboral. Entre los 701 trabajadores, unos 30 son fundadores, y otra buena parte sobrepasa la década de vínculo laboral.  Siguen ahí hombres como Pedro Luis Pérez, participante en la construcción del hotel; Manuel Ayllón, a sus 68 años responsable de la belleza de los jardines; o Roberto Hernández Álvarez, un joven que se ufana de haberse formado como trabajador entre tantos buenos ejemplos.

Un respeto general inspira la instalación. Hace 24 años, la misma edad de Sol Palmeras, Eduardo Calderón decora de manera gratuita muchos de los espacios. “Es mi agradecimiento infinito al lugar que me acogió como artesano, parte inseparable de mi existencia”.

La autoridad conquistada por el sindicato la reitera Dionisio de Armas, un fundador que llegó joven a la instalación y “me he puesto viejo con ella”, y sonríe. “A Arnaldo Díaz y a su equipo debemos nuestros éxitos, también a la dirección. Palmeras ha marcado su historia.  Lo que aquí sucedió motivó la apertura de otros hoteles. Esperamos que nuestro querido Fidel Castro Ruz sienta orgullo de nosotros.

“Sabemos que aún queda para llegar a la excelencia total, pero de algo estamos seguros.  Sol Palmeras seguirá haciendo el turismo que el país merece, que el país necesita”.

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