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La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, respondió este lunes a las protestas contra su Gobierno, prometió escuchar las demandas populares y dijo estar dispuesta al diálogo con todos los sectores, incluidos los que piden su renuncia:
“Estamos dispuestos a dialogar con todos, en una actitud de humildad, dispuestos a escuchar lo que digan”, dijo la mandataria, quien hace menos de tres meses que asumió su segundo mandato, ganado en las elecciones presidenciales de octubre pasado.
Dilma comentó que las protestas en las ciudades más importantes de Brasil son una muestra de la solidez de la democracia brasileña recuperada hace tres décadas, cuando terminaron los 21 años de dictadura militar.
La presidenta, quien fue presa y torturada por la dictadura brasileña a la que combatió, comentó que ante la marcha del domingo sintió que valió la pena luchar por la libertad, valió la pena luchar por la democracia.
Se espera que en las próximas semanas el Gobierno anuncie un paquete de medidas anticorrupción, tema que ha servido de pretexto para pedir la renuncia a Dilma Rousseff, aunque no pocos analistas identifican la vieja confrontación del proyecto del Partido del Trabajo frente al neoliberalismo, pues este último no ve con buenos ojos las políticas sociales hacia lo interno impulsadas —primero por Lula, y ahora por Dilma—y las integracionistas que han devuelto a Brasil el liderazgo en la región latinoamericana y del hemisferio sur.
