Ucrania: expectativas de un acuerdo

Ucrania: expectativas de un acuerdo

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Los mandatarios de Rusia, Francia, Ucrania y Alemania durante las conversaciones de Minsk. | foto: Reuters
Los mandatarios de Rusia, Francia, Ucrania y Alemania durante las conversaciones de Minsk. | foto: Reuters

Los mandatarios de Rusia, Francia, Alemania y Ucrania, acordaron un alto al fuego en este último país a partir del 15 de febrero del 2015, lo que conlleva la creación de una zona de seguridad; un diálogo para la celebración de elecciones locales según la legislación ucraniana; el control por el Gobierno de la frontera estatal, incluida la zona de conflicto, y la realización de una reforma constitucional con entrada en vigor a finales de este año.

El 11 de febrero en Minsk, capital de Bielorrusia, los presidentes Vladímir Putin, Francois Hollande, Piótor Poroshenko y la canciller alemana, Angela Merkel, reunidos para analizar el conflicto militar en Ucrania, firmaron un acuerdo de 13 puntos para tratar de alcanzar la paz.

En las últimas semanas se había acrecentado la escalada bélica con violaciones cada vez más frecuentes de la tregua declarada el 9 de diciembre. Las milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk evacuaron cientos de personas debido al constante fuego de artillería del ejército ucraniano contra objetivos civiles, con uso de municiones prohibidas por convenios internacionales. Las fuerzas populares, pese a la agresividad del contrario, continuaron su avance y han reconquistado unos 500 kilómetros cuadrados de territorio.

La guerra ha causado más de 5 mil muertos, unos 12 mil heridos y casi un millón de desplazados desde abril del pasado año, cuando Kiev lanzó una operación militar contra las milicias independentistas.

La abierta intención de Washington de suministrar armamento al país del este europeo lo llevará a una mayor subordinación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan). Rusia, la fuerza militar más poderosa de Europa, solo comparable con Estados Unidos, advirtió que la posible entrega de material bélico provocaría una escalada de las confrontaciones y amenaza la seguridad rusa.

En mayo del 2014, la Red Voltaire publicó declaraciones de Ron Paul, excandidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano, en las que pide que su país se mantenga al margen del conflicto ucraniano iniciado por occidente (Otan, Unión Europea, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional), a las que responsabiliza de la situación reinante y del golpe de Estado que derrocó al legítimo presidente Víctor Yanukovich.

Desde la sombra, Washington provocó la desestabilización y financió las revueltas que estallaron en noviembre del 2013 en la Plaza de la Independencia Maidán, del centro de Kiev. Se supo por la subsecretaria de Estado para asuntos europeos, Victoria Nuland, que desde el año 1991 su Gobierno había invertido alrededor de 5 mil millones de dólares para apoyar las aspiraciones supuestamente democráticas del pueblo ucraniano.

Tal vez previendo males mayores, Hollande y Merkel viajaron la semana anterior a Kiev, donde se reunieron con Poroshenko. Después, en Moscú, negociaron con Putin. El secretario de Estado estadounidense John Kerry coincidió con los dos primeros en esa capital, desde donde acusó a Rusia de prestar ayuda a los separatistas y declaró que el aislamiento al que está sometida solo acabará cuando se logre la paz en Ucrania.

Moscú niega su participación en el conflicto a pesar de las imputaciones de la Otan sobre supuestos envíos de armas, fondos y soldados para apoyar el avance rebelde, y ha pedido pruebas documentales de ello. También llama a cesar los combates y a restaurar el diálogo sobre la base de los acuerdos anteriores de Minsk. En tanto, la alianza atlántica envía asesores militares y armamentos a Ucrania, además de crear una Fuerza de Respuesta Rápida dirigida evidentemente contra Rusia.

Los mandatarios occidentales intentan mantener un frente común contra Moscú, aunque algunos piden un enfoque más moderado después que las sanciones impuestas contra ese país el año pasado, mermaran sus economías. Hasta la fecha la UE registra pérdidas por valor de 21 mil millones de euros.

Alrededor del 80 % de la población alemana se manifiesta en contra de suministrar armamento al Gobierno ucraniano por temor a una guerra entre Rusia y la Otan, favoreciendo una solución diplomática. Señala la prensa que en la Conferencia de Seguridad 2015, celebrada recientemente en Múnich, se evidenció un distanciamiento entre Bruselas y Washington en este sentido.

Ucrania, que llegó a ser llamada el granero de Europa, atraviesa una grave situación económica, el PIB en el 2014 se contrajo en 7,5 % y parece que el descenso continuará en el actual. La moneda nacional (grivna) se depreció en 41 % frente al dólar, mientras la inflación alcanzó el 24,9 %, el más alto de los últimos 15 años. No obstante, el presupuesto de defensa del 2015 es tres veces mayor que el del año pasado, y la guerra tiene un costo diario de 6 millones de dólares.

Ahora habrá que esperar si se cumple lo pactado en Minsk.

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