¿La emulación  que queremos?

¿La emulación que queremos?

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Hace algunos años, males de diversa índole se intronizaron en la emulación socialista, al punto de perder esta su esencia movilizadora y por su equivocada conducción convirtió al movimiento sindical en un ente alternativo de distribución de estímulos materiales, —no siempre justificados—, algo que desvirtuó sus funciones.

Posteriormente, factores como las severas afectaciones en la economía nacional, y las insuficiencias y subjetividades propias de la labor sindical, propiciaron que se apartara aún más de la concepción y el rol concebido a ella por sus principales promotores.

Ya no constituía un elemento removedor de voluntades productivas, y cada vez más dejó de ser raíz en la labor política e ideológica; se esquematizó, mermó su rigor en la evaluación de los resultados y poco a poco fue “apagándose”.

Ciertamente, en las circunstancias actuales la emulación debe ser un factor elemental para un verdadero ambiente de motivación creativa, de ahí su establecimiento en centros de la producción y los servicios con condiciones y los recursos materiales y financieros para movilizar las reservas existentes.

Aun así, no pocos trabajadores, incluso sindicalistas, consideran muy críticamente que la emulación desapareció o que —en el mejor de los casos— atraviesa por su peor momento, sobre todo porque la estimulación material está en “terreno de nadie”.

Consideramos que no ha desaparecido; ahora bien, aseguramos que a tenor de tantos cambios y vaivenes, hoy es algo muy distinto a lo que fue, aunque sus principios y objetivos generales se basan —como antaño— en el concepto de que cada triunfo de la emulación sea realmente un triunfo de la economía, y que la única y verdadera es la que se organiza en el centro laboral.

Entre las adecuaciones actuales está que, a partir de los principios definidos por la CTC, cada sindicato aprueba de conjunto con el ministerio respectivo el reglamento de emulación y estimulación para los centros de su sector. A la vez se acordó que no existiera en entidades no productivas, aunque el movimiento sindical insta a reconocer y estimular los resultados del trabajo en ese tipo de centros.

Sin embargo, todo se complica con la estimulación, pues solo está legislada la moral, a partir del presupuesto aprobado en cada centro. Es decir, hoy no existe una norma legal que cubra la estimulación material, un hecho de innegable incidencia, pues quiérase o no, en la mente de los trabajadores —más allá de la necesidad nacional de eliminar las gratuidades indebidas— siempre estará presente el momento en que pudo acceder a un hotel, a la playa, o a otro premio material por su gestión laboral.

Lo cierto es que este incentivo no está concebido, aunque el  indica que las empresas, teniendo en cuenta sus utilidades y después de cumplidos los requisitos establecidos, podrán crear fondos para el desarrollo, las inversiones y la estimulación a los trabajadores.

Asumo el concepto de que cada centro debe tener la potestad de destinar una parte de sus ganancias para otorgársela a su mejor trabajador.

¿Y qué decir de la atención a los héroes y heroínas del trabajo, productos genuinos de la porfía productiva? Nos preguntamos si la atención que hoy reciben esos compañeros es la mejor y posee la integralidad institucional que merecen.

No creo que así sea, lo que es de lamentar, porque sus hazañas en el corte de caña, en el telar, en la construcción, en fin, en cuanta actividad productiva realizaron, los incluyeron por derecho propio en el sentimiento de todo un pueblo.

Nacionalmente se instrumentan y revitalizan diversos movimientos emulativos y productivos en los sectores azucarero, agropecuario, tabacalero, alimentario y la pesca, industria, turismo y la construcción en el cumplimiento de campañas o etapas productivas en renglones básicos.

Muchas son hoy las inquietudes y circunstancias que prevalecen en la emulación que se desarrolla en el país, pero a mi modo de ver, lo que fundamentalmente incide es la falta de motivación y de interés en algo que para muchos poco representa en medio de los matices que caracterizan al trabajador cubano actual.

Tales factores constituyen aristas esenciales de la gestión del sindicalismo, pues de ello depende que las nuevas estructuras de la emulación en el país alcancen, o al menos se acerquen, a las cotas que ocuparon en tiempos de Reinaldo Castro, Dimas Martinto, León del Monte, Pura Avilés, Díaz Febles y otros tantos.

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Un comentario en ¿La emulación que queremos?

  1. Creo que si existe la emulación socialista y es el deber de cada secretario sindical de buscar la forma de mantenerla, los estímulos para nuestros destacado salen de las mismas secciones sin afectar nuestra economía ,es buscar iniciativas para dar continuidad a lo que ya tenemos formado y establecido en Cuba , además los trabajadores Cubanos se lo merecen por los esfuerzos y por los resultados de trabajo pasando por muchas dificultades frente al Bloqueo y sobre todo se lo debemos a esta Revolución y a nuestro comandante ¨ Fidel Castro¨.

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