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Son numerosas las investigaciones que, a lo largo del tiempo, se dedican a analizar, desde el ámbito económico, el cultivo del café en Cuba. Estudios que valoran la importancia que esas plantaciones llegan a alcanzar luego de su introducción en la isla, para así convertirse en uno de los productos que, junto al azúcar y al tabaco, identifican a la mayor de Las Antillas.
Se publica ahora un libro que propone, sin embargo, otras enriquecedoras miradas –poco abordadas, por cierto, por la historiografía cubana— a un tema de tan indiscutible trascendencia. Se trata de la investigación titulada El cafetal: cultura y sociedad (Editorial de Ciencias Sociales, 2013, 104 pp), de Rolando Álvarez Estévez y Marta Guzmán Pascual.
En diez capítulos, concebidos a partir de una documentada y minuciosa investigación y escritos mediante un ameno y fluido discurso, se profundiza en estas páginas en la influencia ejercida por las plantaciones cafetaleras de la isla en diversos aspectos histórico-culturales, como la arquitectura, la literatura, la música y la educación.
La lectura de El cafetal: cultura y sociedad permite conocer, entre otros temas, el significado de la tumba francesa como “uno de los fenómenos más singulares de la cultura popular cubana”, y la importancia de la cultura arquitectónica desarrollada en las haciendas cafetaleras en el siglo XIX, tanto en el oriente como en el occidente de la isla.
Otras curiosidades también son develas en este estudio, como la apertura, en 1772, en la Plaza Vieja, en la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, del primer establecimiento público para el expendio de café como infusión; así como los apuntes dejados por ilustres visitantes –entre ellos Samuel Hazard— acerca de la indiscutible presencia del “néctar negro” en la vida cotidiana insular.
Especial interés despierta, igualmente, el capítulo “Martí: café y cafetales”, en que se revisan las referencias que, dispersas en su fecunda y extensa obra en verso y en prosa, legara el Héroe Nacional, para quien el café, que tiene un misterioso comercio con el alma, es “jugo rico, fuego suave, sin llama y sin ardor”, que “aviva y acelera toda la ágil sangre de mis venas”.
Rolando Álvarez Estévez, Doctor en Ciencias e Investigador Titular, y Marta Guzmán Pascual, Doctora en Ciencias Históricas, han publicado, en coautoría, una valiosa obra dedicada, fundamentalmente, a la inmigración llegada a Cuba, durante varios siglos y desde diversas latitudes del mundo, que contribuyó, indudablemente, a la formación de la identidad de la isla.
Aparecen, entre esos libros, las investigaciones tituladas Japoneses en Cuba (2002), Alemanes en Cuba (siglos XVII al XIX) (2003), Holandeses en Cuba (2008) y Cuba en el Caribe y el Caribe en Cuba (2008), obras todas de obligada referencia para conocer, entender y valorar ese rico proceso de integración de la nacionalidad cubana.
A esa bibliografía, Rolando Álvarez Estévez y Marta Guzmán Pascual incorporan ahora El cafetal: cultura y sociedad, un libro que llega –como escribe el doctor Jesús Guanche, en el prólogo que acompaña esta investigación— como “ese otro néctar inacabable que es conocimiento compartido, como si fuera para todos una merecida taza de café”.
