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Una reciente tarde nublada llego al taller de Rodolfo Peña Quintana, en la calle Máximo Gómez, muy cerca de la terminal de ómnibus interprovinciales, en la ciudad de Ciego de Ávila.
Con el uno en la cola, grabadora en mano, me presento: “Soy periodista…”. Sonriente, él acota: “Lo intentaría, pero aquí no tengo condiciones para arreglar ese equipo”. Insisto que se trata de una entrevista por haber sido el único cuentapropista de Cuba que alcanzó este año el Premio del Barrio, otorgado por la Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución.
“Enseguida los atiendo”, les dice a los clientes y comenta que “además del estímulo, me llenó de alegría el lindo gesto de los vecinos que vinieron a felicitarme. Si no fuera por el apoyo de los presidentes de los nueve CDR, de sus miembros y el entusiasmo de los jóvenes, no hubiera sido premiado”, enfatiza el también coordinador de la zona 96, la más destacada de la capital provincial.
La formación de valores en la sociedad, es una de las actividades que prioriza el dirigente cederista: “Hemos vinculado a nuestras actividades a los miembros del hogar de niños sin amparo filial, radicado en nuestra comunidad, institución a la que también ayudo en las reparaciones de los efectos electrodomésticos.
¿Dicen que es usted el mejor reparador en esta ciudad?
“No es para tanto, pero sí tengo el compromiso de que todos los aparatos funcionen. ¿Qué si los arreglo bien?, tal vez pueda responderle mi clientela, atiendo diariamente de 20 a 30 personas, entre las 4:00 y las 6:00 pm, antes cumplo mi responsabilidad con el Estado.
¿Cómo garantiza las piezas para el arreglo de los equipos?
“Aquí fundo con aluminio los coplin para las batidoras y, con el alambre de bobinas en desuso, enrollo los motores de los ventiladores, a los que también les fabrico con plástico las gargantas. Además, le hago la resistencia a las planchas rusas, entre otras mejoras y ajustes. Para ello, tengo torno, taladro y otras máquinas y herramientas indispensables.
“En el taller de reparaciones de enseres menores del Microdistrito C, donde me desempeño como mecánico A, junto a mis compañeros, buscamos soluciones. Por ejemplo, hoy podemos reparar todas las ollas multipropósito o reina como se conocen, hay piezas nuevas suficientes, solo tenemos que trabajar con inteligencia para adaptarlas a los siete modelos existentes de ese tipo de útil de cocina.
“Recuperamos el centro de imán y los platinos de la olla arrocera. Además, brindo servicio a domicilio en el poblado rural de Vicente y las comunidades del Consejo Popular Onelio Hernández Taño, por lo que le aporto a la empresa unos 850 mil pesos de ingresos al año”.
Evidentemente, eres también un destacado innovador.
“Eso parece, por cierto, soy el presidente de la Asociación de Innovadores en la empresa provincial de servicios personales y técnicos, donde comencé a trabajar a los 18 años, hoy tengo 44. Allí tenemos 43 afiliados a la ANIR, entre los que sobresale Jorge Ávila, mi rival cuando competíamos, la productividad y calidad son los principales indicadores en la prestación de servicios al pueblo.
“Todavía perdura esta emulación en nuestro taller, cada mes seleccionamos al más destacado, tengo esa responsabilidad en calidad de secretario general de la sección sindical”.
Como profesor del movimiento de aprendices de oficios, militante del Partido Comunista de Cuba, presidente del Órgano de Justicia Laboral de su centro laboral, juez lego del Tribunal Provincial Popular, oficial de la Defensa Civil en su Consejo Popular y otras responsabilidades, dispone de muy poco tiempo libre.
Aun así, tiene entre sus preferencias la atención a sus hijos Jesús y Angélica María, su esposa Amarilis y su papá José, quien ha sido su guía en la labor de los CDR.
Cuando toda la carga de trabajo lo intenta abrumar, Rodolfo evoca sus mejores momentos como judoka con la cinta marrón, neutraliza al estrés en el “tatami” del día a día, por eso se ha convertido en un hombre multifacético.
