Los ojos de los dueños

Los ojos de los dueños

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Sin control y exigencia demorarán o simplemente quedarán en el camino los cambios radicales que favorece el nuevo modelo económico, el cual, entre otras estrategias, maximiza la responsabilidad de los individuos y colectivos de trabajadores, para su propio bienestar y contribuir al éxito de la empresa estatal socialista.

De ahí que variables como producción y salario no están desligadas de una necesidad impostergable: el examen y la vigilancia sistemática de los procesos, que impliquen preservar y utilizar de forma adecuada los recursos asignados por el Estado.

Hoy es común oír hablar del ambiente de control, un estatus intangible en primera instancia, pero del que muchas veces nos damos cuenta si existe o no cuando recorremos áreas de labor, escuchamos conversaciones o simplemente observamos rostros.

Forjarlo y mantenerlo requiere empeño múltiple. Compete al director, al departamento económico y también a los trabajadores, con la obligada posición de vanguardia para el sindicato, que sin una actitud protagónica poco podrá aportar en la cruzada contra el despilfarro, los usos indebidos, los actos ilícitos y las indisciplinas.

Es sinónimo de planes de prevención elaborados con intencionalidad, y resulta un error verlo como el mecanismo para detectar delitos o de preparación con vistas a una auditoría. El éxito radica en localizar a tiempo las dificultades. Siempre será una derrota la consabida autopsia para revelar los daños morales y económicos que van acoplados al descontrol.

Al decir de los especialistas, se trata de aprender a controlar en vez de aprender a ser controlados. Y este concepto en la práctica dista de marchar bien.

La comprobación realizada por la CTC a los centros identificados como vulnerables, reflejó que aunque hay señales de mayor enfrentamiento de los dirigentes sindicales a fenómenos asociados al descontrol, el impacto de las acciones no repercute en las transformación de la conducta de los trabajadores.

No por gusto el XX Congreso de la CTC adoptó entre sus acuerdos la imperiosa obligación de que esta organización y sus sindicatos continúen concertando acciones propias y otras con las administraciones, a fin de asegurar un efectivo control y la movilización de los colectivos laborales hacia esa tarea.

La matriz para cualesquiera de esos objetivos es la Resolución 60 del 2011, emitida por la Contraloría General de la República, ajustada a los requerimientos del desarrollo económico del país.

También aquí se habla de información y capacitación a los trabajadores, en tanto la única forma de evitar la falla es teniendo la colaboración de todos y que cada cual sepa su responsabilidad. No basta con detectar los problemas.

Aunque parezca un absurdo, hay lugares donde la mayoría desconoce los resultados de una auditoría. ¿Cómo se logrará entonces revertir las evaluaciones deficientes, aportar nuevas ideas, fortalecer valores como la honestidad, la disciplina y el respeto por lo legal y el amor a la laboriosidad…?

Las fallas están en cualquier lugar, en todos los sectores. Hace pocos días nos levantamos con la desagradable noticia del fraude en la prueba de Matemáticas, aplicada en La Habana para el ingreso a la Universidad.

El ánimo de lucro por una parte y la posibilidad o la osadía de comprar, porque prima la idea de que todo tiene un precio, fueron suficientes en el caldo de cultivo para hecho tan bochornoso, necesitado de algo más que sanciones.

La economía no es la única actividad precisada de vigilancia, de previsión, aunque por causas lógicas sea la rama priorizada en las comprobaciones nacionales de control interno, las cuales siguen marcando las principales insuficiencias e irregularidades en los temas de inventario, contratación, gastos e ingresos. Además, abogan por la información y análisis con los trabajadores, pues de lo contrario se obstaculiza la participación más activa de estos.

Otro gallo cantaría si fueran generalidad los adecuados planes de prevención y se llevaran al pie de la letra; y que las administraciones y los sindicatos aportaran vitalidad y “sustancia” al orden del día de las asambleas, con informes comprensibles y a la vez generadores de polémica, porque a todos debe interesar lo que gravita contra la producción, los salarios… y la moral del colectivo. Como dijera Martí, en prever está todo el arte de salvar.

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