Cargando...Por: Yuneimys Silva Echevarria, estudiante de Periodismo
Quien fue vanguardia nacional durante 20 años consecutivos y escaló el Pico Real del Turquino igual número de veces no le teme ni al trabajo ni a la fatiga. Ese es el caso de Heriberto Díaz Cepero, un hombre que consagró su vida como civil de la defensa.
Recuerda con regocijo sus años al servicio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante casi cinco décadas, las estrategias de trabajo en el difícil período especial y sobre todo, el día que lo condecoraron como Héroe del Trabajo de la República de Cuba, distinción que porta desde 1997.
Cuando le preguntan por la importancia del sector de la defensa la respuesta llega como ráfaga: “Para mí es uno de los más importantes en el país porque garantiza la seguridad”, dice orgulloso al recordar cuánto le aportó a su formación cada faena.
Y es que Heriberto es un héroe de verdad, un hombre que no trae paños en la mano para pasarles a los deficientes, que lejos de apaciguar a desatinados los moviliza como huracán de acción bajo la máxima de que sin trabajo no hay avance ni desarrollo posible.
Así lo demostró también en Argelia, donde cumplió misión internacionalista como integrante del Grupo Especial de Instrucciones, labor que, asegura, lo llena de satisfacción por permitirle colaborar fuera de Cuba en tan importante tarea.
Son recuerdos que atesora. Hoy está inactivo y hay lágrimas en sus ojos cuando lo recuerda. Lágrimas que a duras penas puede contener, pero logra que no broten. “El corazón me falló”, dice apenado con sed de trabajo, con hambre de oficio. Un problema cardiaco puso fin a su actividad laboral pero le reconforta saber cuánto ofreció a la Patria.
Está jubilado pero no retirado. Su vida solo giró unos pocos grados para ponerlo en otra posición, una desde la cual también defiende a su isla. Asegura que este Primero de Mayo irá al desfile y lo hará como siempre: contento con la cosecha de su vida. Hace mucho tiempo lo decidió: “Mientras tenga fuerzas voy a la Plaza”.
