Una buena primera impresión

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Limpieza, elegancia, confort caracterizan la imagen que regala a sus clientes el restaurante 1800 en Camagüey. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.
Limpieza, elegancia, confort caracterizan la imagen que regala a sus clientes el restaurante 1800 en Camagüey. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.

Tito Gómez canta su emblemática canción “Vereda Tropical”. Las puertas están abiertas y aunque todo rememore el periodo colonial  en la Plaza de San Juan de Dios, una de las más antiguas en funciones de Camagüey, es imposible no asombrarse por la elegancia con que el restaurante 1800 rescata esencias de aquellas etapas.

Desde hace casi dos años, allí, en medio de historias pretéritas contadas por adoquines, gana adeptos la otrora vivienda porque sabe mezclar tradición y modernidad, junto con las más conocidas pasiones culinarias de estas tierras agramontinas: el tamal en cazuela, el majarete, el arroz a la camagüeyana o el matajíbaro.

Secretos compartidos

El restaurante 1800 se entremezcla con la historia y cultura de la Plaza de San Juan de Dios.
El restaurante 1800 se entremezcla con la historia y cultura de la Plaza de San Juan de Dios.

Desde que se amplió el trabajo por cuenta propia y se permitió profesiones diversas, a Edel Izquierdo Fernández se le encendió el bombillo de la curiosidad y el deseo por materializar una idea que cocinaba hacía tiempo: levantar su propio negocio.

No lo pensó y de inmediato lo montó. Lo básico estaba asegurado: la determinación, los amigos y sus ayudas, el local que era su propia vivienda y, ¿la preparación? No era un problema, él ya había transitado por varias funciones: se había graduado de dependiente gastronómico integral, fue capitán, maître, especialista de calidad y hasta barman. Así que no existían trabas, pues la experiencia estaba garantizada.

Más tarde subcontrató cerca de 20 trabajadores y les instó a ser los mejores, ya que no eran los únicos que se habían adentrado a este mundo. Para ello debían ofertar calidad en el servicio y actuar pensando en el eslogan, aún no escrito: “encantar al cliente desde el inicio porque no hay segundas oportunidades para crear buenas primeras impresiones”.

Ese ardid les ha permitido insertarse entre los ocho primeros mejores restaurantes de Cuba, según la agencia de turismo Trip  Advisor, mayor web de viajes del mundo. Claro que todo ha sido gracias al esfuerzo y pasión que le pone Edel, titular del restaurante, porque, como asegura, “cuando eres dueño le pones la vida a lo que haces, le dedicas más tiempo, lo que no es así en los estatales. Exijo calidad en el servicio, rapidez, amabilidad y profesionalidad.

“Y hasta ahora obtenemos muy buenas ganancias, por ejemplo en un mes entregué al fisco más de 100 mil pesos, eso es algo que estaba necesitando el país, es una carga menos porque es dinero limpio que recibe”.

La clave es la organización

Al ser trabajadores por cuenta propia, muchos creerán que solo les interesa vender su producto, sin embargo ellos aderezan su labor “con amor para que todo salga bien, vendemos lo que usted quiere comprar y logramos que el cliente se vaya satisfecho con un buen servicio extra”, como acotó Eric Miguel Matos López, cantinero cajero del local.

Además pensaron en mostrar una imagen marcada por la organización, que en parte se logró por la decisión unánime de sindicalizarse. ¿Quién discutiría los problemas de los trabajadores contratados? ¿Quién velaría por el cumplimiento de lo normado?

Esas fueron las interrogantes que les guió hacia la formación de un sindicato en el restaurante. Eric, secretario de la sección sindical, considera que esta es la manera de poder levantar la voz y aclarar algunas dudas. Y lo pudieron comprobar cuando aumentaron las cuotas mínimas del titular, que es el cuenta propia encargado, y a la vez se las subieron a ellos los contratados; o cuando los multaron porque los nuevos, los que están a prueba, no pagaban las cuotas, “si ellos aún no tenían papeles”. Y lo comprendieron y les explicaron todo porque ahí estaba su representante.

Aún quedan inquietudes por restricciones que les afecta el trabajo y el deseo de hacer más. “Tenemos muchas limitaciones con las sillas – explica  Edel –, pues existe una ley, con la cual estoy en contra totalmente, que impone una capacidad de hasta 50 sillas. Eso no debería ser así, si al final el impuesto que pagamos nosotros es el 10 % de la venta y no importa la cantidad que tengas, sino el volumen de ventas. Además, si hay espacio por qué limitar”.

Mientras tanto ellos siguen trabajando con tesón, para que el tiempo dicte el veredicto final y los muestre como una leyenda del mundo gastronómico; los clientes siguen llegando y continúan escogiendo el 1800 porque enamora desde el primer momento.

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