Un hombre de radio

Un hombre de radio

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Mis personajes son un vecino más de los oyentes, afirma Luberta.  Foto: René Pérez Massola
Mis personajes son un vecino más de los oyentes, afirma Luberta. Foto: René Pérez Massola

Por: Claudia Zurita Delgado, estudiante de Periodismo

Alberto Luberta es uno de esos abuelos que nos gustaría tener. Tiene la voz suave, y le brillan los ojos cuando habla de su trabajo. Cada día despierta a las 5:00 a.m. para comenzar su faena, porque “los guiones hay que redactarlos a diario”. Siempre dispuesto a dar entrevistas y a narrar historias, decidió unir estas dos acciones para contarnos un poco de su vida y sobre sus criterios en torno al VIII Congreso de la Uneac, encuentro a celebrarse los días 11, 12 y 13 de abril, y en el que participará como delegado.

¿Cuán importante puede ser este cónclave de los escritores y artistas para la radio cubana?

El congreso debe ser muy provechoso para la cultura cubana en general. Podemos tener un diálogo bastante fructífero. Durante las sesiones debatiremos la implementación de la Resolución 51 referente al pago de los escritores. Este punto es bien importante, pues muchos abandonan el medio por la poca remuneración.

También es vital hablar sobre la enseñanza artística. En las escuelas se habla muy poco, o nada, de los medios radiales. Esto podría contribuir a incentivar la vocación entre los adolescentes y jóvenes por el sonido a través del éter. Y en tal sentido hay que hallar alternativas, como se hace en Radio Progreso, donde tenemos el estudio 5 convertido en aula. Los grupos de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual vienen una o dos veces por semana y reciben clases de Caridad Martínez y Orieta Cordeiro. Esta idea apoya la vinculación de los alumnos con la emisora, y así estos tienen mayor información de su funcionamiento.

¿Cómo llegó usted a la radio?

Soy graduado de mecanografía, lo que en aquel entonces llamábamos copista. Cuando terminé la secundaria básica, en 1947, me ofrecieron un puesto de trabajo en CMQ. A partir de ahí mi vida fue diferente: la radio le dio sentido. Allí estuve durante 15 años y llegué a ser jefe de Mecanografía. Durante este tiempo el contacto con la obra de los mejores escritores radiales de la época despertó mi interés por la escritura.

De copista a escritor de Alegrías de sobremesa…

Cuando era copista lo primero que hice fue para el Alma de las cosas. Ya había escuchado varias emisiones y me atreví a redactar dos libretos. Al guionista principal le gustaron, y seguí haciéndolos. Me convertí en lo que muchos llamaban escritor fantasma. Después vino la huelga del 9 de abril de 1958 y tuve que abandonar el país. En Venezuela, mi exilio, trabajé también en varias emisoras. Con el triunfo revolucionario pude volver a Cuba. Y en abril de 1961 Antonio Suárez, que escribía Fiesta a las 9, me propuso hacer el sketch de un segmento intermedio de nombre Tota y Pepe. Ahí me hice humorista.

Alegrías… llegó por casualidad. Un día me encuentro con Antonio Hernández, director de Radio Progreso en esa época y me habló acerca del programa. Recuerdo que quería que le diseñara algunos guiones porque los rating de audiencias eran muy bajos. Acepté oírlo y escribir los primeros libretos. Y mira donde estoy ahora, este 15 de abril cumplimos 49 años.

¿Cuánto hay de usted en Alegría… y cuanto de Alegría… en usted?

Cuando se escribe, uno impregna la obra con su forma de pensar, con sus problemas, con sus sueños. El programa no escapa de este fenómeno. Paco, uno de mis personajes, es el que más se me parece. Mi esposa siempre decía que le ponía todos mis achaques. De Alegría… me llevo a la gente, se aprende mucho con todos. Nuestro equipo es muy unido, dentro y fuera del trabajo.

¿A qué atribuye el éxito de este espacio?

Si preguntas a la gente, seguro muchos responden que al guion, o los actores. Y es verdad, estos dos elementos son importantísimos. Pero lo que en realidad lo hace exitoso son los personajes. A través de ellos entro en los hogares. Mis personajes son un vecino más de los oyentes. De esta forma ven reflejada su cotidianidad y se identifican con ellos. Es por esto que nos sintonizan cada día.

Estuvo un tiempo retirado, ¿qué le hizo volver?

Sí, en el 2007 decidí retirarme. Pensé en darles paso a las nuevas generaciones, y en mi lugar dejé a Ahmed Otero. Sin embargo, no cumplió con el trabajo. Los guiones no los entregaban a tiempo, y debido a algunos cambios perdíamos audiencia. Muchas personas me pidieron volver, y así fue, en septiembre del 2011 comencé de nuevo a escribir.

¿Cómo percibe la radio de estos tiempos?

A pesar de todo, la radio se ha mantenido, y en mi opinión está por encima del nivel de la televisión. Sin embargo, todavía tenemos problemas. Las voces tienden a repetirse, tanto de actores como locutores. Antes cada voz era exclusiva de la emisora, pero ahora debido al factor económico muchos tienen varios trabajos en distintas cadenas radiales. También debemos atraer más a la juventud, atraparlos. Muchos de ellos son como yo, solo necesitan el incentivo.

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